14; ¿1+1=3?

2.6K 120 82
                                    

Olivia.

Salí de la ducha después de estar transpirando como cerdo en mi segunda semana de ejercicio, y me envolví en una bata blanca que me acostumbro a usar para ir hasta mi habitación en busca de la ropa.

Desenchufé el cargador después de haberlo dejado toda la mañana cargando, y bufé al no recibir ni una puta respuesta de Ignacio después de mi último mensaje.

Papá una vez más se encontraba trabajando en casa, y la culpa de sentir como lo traté la última vez me llevaba a no poder ni siquiera mirarlo a los ojos. Él tampoco me registra demasiado; su enojo permanece intacto, y ya van algunos días que no nos dirigimos la palabra.

Él es de hablarlo todo conmigo. Si algo le molesta me lo dice, si se enoja al minuto ya está charlándolo conmigo para solucionar las cosas, y ni hablar si discutimos; jamás pasó nada extremo, pero en pequeños intercambios de pensamientos medios agresivos de mi parte el siempre hacía las paces conmigo para no aguantarse el enojo ni un día. Ahora, quizá era la decepción lo que lo llevaba a evitar la reconciliación.

Aún con mi bata puesta y las pantuflas bajé a la cocina a buscar agua para bajar la pastilla que me tomaría para el dolor de cabeza, y allí me crucé a María ya comenzando a preparar el almuerzo.

—Vine a buscar un Ibuprofeno, Mari. Se me parte la cabeza. —comenté, bajándola con agua en cuanto saqué de la heladera una botella fría de agua.

—¿No estarás ojeada vos, pichu? —preguntó supersticiosa, y yo reí un poco. No solo por lo asumido, sino por el apodo que me pone desde que me tomó confianza.

Cada quien me llama como se le canta el culo, es hermoso.

—¿Sabes por qué papá está trabajando acá? Ya hace varios días que no va a la oficina...—indagué, sentándome en la isla de la cocina para hacerle compañía.

—Porque vinieron clientes interesados con la casa de Miami. —contestó, mientras picaba el morrón en una tabla. Mi ceño de frunció.—Al parecer a mucha gente le interesa comprarla, siempre viene alguien nuevo. —comentó, y al estar tan concentrada en su trabajo ni vio mi semblante de confusión.

—¿Va a vender la casa de Miami? —pregunté, abriendo mis ojos de par en par. Y ella apretó con fuerza sus ojos al darse cuenta que había metido la pata.

—Pensé que sabías, corazón. —lamentó culpable, yo negué con mi cabeza—Después hablalo bien con el entonces, no quiero hablar de más. —se arrepintió, yo suspiré.

—Ya no me cuenta nada, que bronca. —bufé, bajándome de la isla para volverme a mi pieza. María me miró con algo de pena, y antes de permitirme retirarme, opinó;

—Yo creo que deberían hablar, pichu, tu papá quedó medio mal...—murmuró, y yo suspiré, apenada.

—Gracias, Mari. Cuando se desocupe lo hago. —respondí, ella sonrió—¿Si lo ves le decís que quiero hablar con él? Voy a estar en mi habitación. —informé, y subí en cuanto ella asintió con su cabeza sin mucho problema.

Hice los últimos pasos hacia mi habitación casi corriendo en cuanto oí llegar un nuevo mensaje en mi celular, y sonreí como pelotuda al leer el contacto de Ignacio en la pantalla.

°
ignacio<2

hola linda<3
recién agarro el celu perdón
cómo estás?

HOLA CORAZON
COMO ESTA TU MAMA

mucho mejor, vive sedada xq cuando se
despierta se pone un poco nerviosa pero
ya están viendo para pasarla a sala al fin

serendipia; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora