Olivia.
Sin tener noción de tiempo y espacio en el que me encontraba ubicada, abrí apenas un poco mis ojos y los achiné enseguida que sentí el rayo de luz entrando por el ventanal de la habitación.
Me terminé de sentar en la cama en cuanto busqué el cuerpo del morocho entre las frazadas, y metí la mano debajo de la almohada para buscar el celular con tal de reubicarme en el tiempo. Al menos así podía descifrar por qué había amanecido sin la compañía de mi novio en su propia cama.
7:23 de la mañana. Recién estaba amaneciendo. No me hacía falta ni siquiera destaparme para notar que afuera hacían menos de 10°; hasta en la habitación se sentía el frío.
En los pies de la cama se encontraba tirado el buzo que había utilizado el morocho el día anterior, y fue lo primero que opté en vestirme para evitar morir de una hipotermia. Estar acostumbrada a acostarme en tanga y corpiño para dormir con más comodidad, me lleva siempre a levantarme con bajísimos grados de temperatura si no despierto con el tacto de mi novio cerca que me funciona como estufa.
En menos de 3 horas ya tendría que estar levantada, despidiéndolo con un sinfín de besos antes de que un avión de mierda me termine de arruinar la felicidad del mes. Todavía no estaba preparada psicológicamente para enfrentarme a su ausencia durante tantas semanas.
Como mi plan de caer a su casa sin una invitación previa había salido mejor de lo esperado, aproveché la visita para ayudarlo a ordenar un poco su valija y procurar que el departamento quede en orden así puede irse tranquilo. Además, cualquier excusa nos venía bárbaro para dormir juntos una última noche; terminamos tan tarde, que decidimos exprimir hasta el último minuto de nuestra noche juntos, así que decidí quedarme. Ahora la parte más difícil iba a ser irme.
Refregué mi cara con ambas manos para tratar de despegar un poco mis ojos, y antes de ponerme mal al recordarlo preferí terminar de despabilarme para poder volverme a casa temprano.
Escuché la puerta de la habitación abrirse con cautela, y captó toda mi atención justo cuando estiré mi espalda para prepararme mentalmente a salir de la cama.
La silueta de mi novio no tardó en aparecerse por aquella puerta, y fue automático como se elevaron los bordes de mis labios en una sincera sonrisa.
—Buen día, hermosa. —murmuró, un poco ronco, sin tardar demasiado en acercarse a la cama.
Su torso desnudo fue mi máximo índice de desconcentración, y me obligué a mantenerme en eje antes de caer en tentación al notar lo hinchados que tenía los labios. Entre que se le marcan más, y se le ven mucho más rosados de lo normal, mi sistema nervioso hace cortocircuito.
Posando ambas manos a los costados de mi cuello alzó un poco mi cabeza, y dejó un beso duradero en mis labios como saludo. Sentí un cosquilleo en mi estómago.
—¿Descansaste?
—Excelente. —contesté, segura, haciéndolo reír un poco. Su mano izquierda acariciaba mi mejilla con ternura.
—¿Querés desayunar ahora o me esperas a mí? Yo me voy a dar una ducha antes. —comentó, alejándose hasta su ropero para buscarse alguna prenda. No voy a negar que me quedé hipnotizada al ver su espalda marcada a tan tempranas horas del día. Va a ser siempre mi máxima debilidad.
—Te espero a vos. Antes dejame lavarme los dientes. —pedí, y su única respuesta fue asentir con la cabeza mientras seguía seleccionando su próximo outfit.
Con más ganas de seguir durmiendo que de chupar frío, salí de aquellas 3 frazadas y me dirigí a pasos muy ligeros hasta el baño. No solo porque no quería sufrir una hipotermia por andar solo en tanga y sin nada en los pies, sino también para que Mateo no note esto y no me obligue a abrigarme con tal de que no me agarre un resfrío. Así de maricón es mi sistema inmunológico.
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serendipia; trueno.
FanfictionDonde Mateo regresa a sus raíces y planea recuperar su vínculo con su mejor amiga, pero el final no termina siendo como él lo planeaba...