45; golpe de malas noticias.

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Mateo.

Después de pasar toda una semana con una seguidilla de shows sin freno, por fin me había tocado un día para descansar, aunque mi valija en el rincón de la habitación seguía esperando que la ordene para el viaje a Paraguay de mañana.

La gira estuvo saliendo mejor de lo que imaginamos; en los 3 países que estuvimos la gente nos recibió de la mejor manera, y lo que la agitaron en cada show me dejó con todas las energías suficientes para mantenerme en ritmo lo que resta de las fechas que se avecinan.

Poco acostumbrado a tiempos de ocio y sin un estudio de grabación cerca, ya llevaba perdida la cuenta de la cantidad de horas que perdí haciendo aparición en mis redes como para que mi público sepa que sigo vivo.

Aburrido de ver historias en Instagram desde que apoyé el culo en el sillón, decidí cambiarme a TikTok y comenzar a deslizar el dedo a medida que la plataforma más me iba consumiendo. La única razón por la cual trato de no darle mucho uso, es porque no tengo autocontrol de la cantidad de minutos que pierdo mirando cada video que me salta en Para . La mayoría son de gente limpiando cosas completamente sucias, o gente rara que come bichos extremadamente asquerosos. Si alguien viera mi algoritmo y las cosas que me entretienen, me pagarían la terapia sin darme opción a negarme.

Apenas entré a la plataforma el algoritmo no me falló, y me mostró ese mismo estilo de videos que tanto me entretienen como para dejarme colgado unos largos minutos. Un par de minutos después, me saltó un vídeo que acaparó toda mi atención y lo tuve que reproducir en loop unas reiteradas veces.

Olivia había subido un nuevo tiktok, donde se la veía haciendo la mímica de un tema mío; el mismo del que se apropió apenas lo escuchó. Only g. Canción que actualmente no me representa en lo absoluto y la trato de dejar en el olvido lo máximo posible, pero que me dejó un buen rato embobado al ver lo que la pantalla me mostraba.

Estaba vestida con una pollera negra engomada, y un top de la misma tela con unos cordones en el espacio de sus pechos. Estaba muy producida en cuanto a maquillaje, y dos trenzas en su pelo que caían sobre sus hombros. Parecía haberse lookeado para salir, pero entendí que ese vídeo había sido grabado con varios días de anticipación y para publicitar una marca de ropa; esa misma que le había dado ese conjunto para el canje, la cual ella etiquetaba en la descripción.

No puedo expresar muy bien con palabras lo que me provocó verla. Si yo quedé enviciada con ese puto video y con lo extremadamente sensual que se veía, no me quería ni imaginar la cantidad de pibes que le habrán puesto el ojo. Ahí entendí porque había llegado a las 80.000 vistas, y más de la mitad de likes.

Entré a los comentarios mientras mi parte de la canción se reproducía en loop con su baile de fondo, y se me hizo imposible contar la cantidad de pajeros que se le tiraban con sus comentarios de mierda. Ella solo había faveado el de algunas mujeres que le halagaban el outfit, y algún que otro vago que tiraba un "no se mira a la wacha del trueno". Ese pequeño porcentaje que ya especulaba sobre nuestra relación y tiran la buena, tienen gran parte de mi corazón.

Los dos decidimos dejar de preocuparnos a muerte por lo que el resto vaya a especular de nuestro vínculo después de haber tomado esa desición absurda de dejarla de seguir para que nadie sospeche nuestra relación. Si bien no interactuamos mucho para tratar de estar lo más privados posible, algún que otro like se me hace inevitable poner y ahora el teclado me estaba pidiendo a gritos que tire una bombita que deje durmiendo a todos los chamuyeros. Tampoco iba a permitir que todo TikTok se le tire a mi mujer y yo me quede mirando sus comentarios como un pancho.

Sintiendo como mis dedos se dejaban llevar por puro impulso, tecleé una oración y la comenté en aquel video para marcar un poquito de territorio.

"me estás matando mamii🤤".

serendipia; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora