Olivia.
—¿Seguís enojada? —preguntó Ignacio, formando un puchero en sus labios que me daban ganas de romperle toda la boca de un beso. Me violenta que sea tan lindo.
Como si realmente lo estuviera, él aprovechaba que me encontraba encima suyo para deslizar sus dedos sobre mis muslos por debajo de mi short para provocarme. Yo suspiré.
—No, estoy bastante de buen humor para seguir enojada. Pero si se agarran así otra vez, no...
—Bueno, bueno, sh. —me calló, impactando sus labios contra los míos para prohibirme decir una sola palabra más. No voy a negar que el ambiente que se sentía en mi habitación era súper cálido y lindo, con unas vibras súper positivas.
Sus labios se movían al ritmo de los míos y aunque su lengua ya estaba introduciéndose para profundizar la situación, yo me separé por falta de aire en cuanto él intentó bajar su mano a mi culo para avanzar un poco más. Si me seguía calentando, jamás iba a poder decirle lo que quería.
—¿No tenes ganas? —preguntó, con una mueca de pena. Yo me mordí el labio inferior, y le di un intenso pico.—¡Ya no te caliento! —exageró. Sabía que lo decía jodiendo, pero yo enseguida le pegué suave en el hombro para que deje de decir boludeces.
—No es eso. Antes quiero que hablemos de algo, dramaqueen. —lo jodí. Él me miró con cara de culo, aunque se le borró en cuanto volví a darle un besito en la boca. Es una mina.
—Decime, ¿Qué pasó? —se intrigó, y automáticamente una sonrisa se formó en mis labios, contagiándole el gesto con un poco de confusión.
—Papá me dejó que lo ayude con la venta de la casa de Miami. Vamos a poder ir con los chicos al menos una última vez, y la vamos a tener para nosotros solos. —sonreí, y el morocho se alegró un poco por mí. No entendía muy bien el significado de esa casa y de todo lo que hay detrás, pero aún así me vio sonreír y se contentó conmigo.
—Bien ahí, gorda. Al menos te despejas un poco y disfrutas de la playa. —sonrió. Yo mordí mi labio inferior.—Pero pará, cuando me hablas de los chicos también está...
—No, Mateo no. —aclaré, determinante.
—Ah.
—Pero vos sí. —retruqué, y sus ojos se abrieron de par en par. A mí la sonrisa ilusionada no se me borraba.
—No, Oli. Ni en pedo, olvidate. —determinó, con tanta seguridad que me indigné un poco, haciendo fruncir mi ceño.
—¿Por qué no? —alcé mi ceja, él suspiró. Mis brazos se mantenían cruzados sobre mi abdomen.
—Porque vas con tus amigos, gorda. Yo no pinto nada ahí, aparte sé que no les caigo muy bien.
Suspiré, caprichosa.
—No te conocen, es una buena oportunidad para que lo hagan. No es que no les caes bien, opinan de más porque están empecinados con que yo esté con el otro pelotudo. —justifiqué, y creo que lo aterré peor.
—¡Peor! ¿Mirá si te quiero dar un beso y después me cagan a trompadas entre todos en el baño? —exageró, dramático, y se me hizo imposible no soltar una fuerte carcajada.
—No seas cagón, dale. —insistí, dando saltitos en mi lugar cual caprichosa. Él abrió sus ojos de par en par, y me levantó ambas cejas.
Me olvidé de un pequeñísimo detalle; no estaba sentada sobre el colchón, sino sobre su regazo, y los saltos no ayudaban demasiado a la situación.
—No saltes así.
—¿Por qué? —pregunté, arqueando una ceja, tan solo para hacerme la pelotuda. Y ahora ya no daba saltos, sino que me movía sobre su pantalón mientras sacudía sus hombros, para insistirle.—Dale, Na, en serio. Quiero que vengas conmigo.
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serendipia; trueno.
FanfictionDonde Mateo regresa a sus raíces y planea recuperar su vínculo con su mejor amiga, pero el final no termina siendo como él lo planeaba...