1. recién casados

2.3K 192 28
                                    

2004

Sin apenas abrir un ojo, Marie se prometió a sí misma no volver a beber nunca más.

Reconocía muy bien esa jaqueca. Era la jaqueca que le daba siempre que se excedía con los chupitos de whisky de fuego. No la tenía hace años, desde que había dejado de tomar whisky de fuego.

Después de todo, el que siempre la convencía de tomar whisky de fuego era Fred.

Fred.

Abrió los ojos y se sentó. Anoche había bebido con Fred Weasley. El pánico reptó por su nuca al tratar de recordar los sucesos de anoche: lo último que recordaba era a Fred hablando muy cerca de su cara.

Pero no había pasado nada entre ellos, ¿verdad? No podía ser. Fred Weasley estaba hace mucho tiempo relegado a un rincón muy olvidado de su mente. No podría haber pasado nada entre ellos. ¿Verdad?

¿Verdad?

Antes de si quiera poder ponerse de pie, lo escuchó: los suaves ronquidos de alguien junto a ella.

Se dio vuelta con con el estómago pesándole como hierro y el corazón en la garganta.

Joder.

Ahí estaba: Fred Weasley. Sin camisa, dormido, aferrándose a la almohada que ella nunca usaba porque dormía en el lado derecho de la cama, los tatuajes de sus brazos y su pecho bailando sobre su piel como las sombras alrededor del fuego.

Su ex.

Fred, por su parte, despertó con el grito de Marie.

"¡Marie!" le gritó mientras caía de la cama. "¿Qué demonios te pasa?" se tomó un segundo para observar su alrededor. "¿Qué demonios hago aquí?"

"¡Es lo que me gustaría saber a mí!" le respondió.

Tiró del edredón para cubrirse por puro instinto. Llevaba una camiseta y su ropa interior, por lo que supuso que no se habían acostado, pero la camiseta era bastante delgada, y no quería que Fred pillara una vista a la que ya no tenía derecho.

Aunque era ridículo, claro que lo sabía. Fred y ella se habían acostado muchas veces cuando eran novios. El pelirrojo que la miraba lleno de confusión había sido su primera vez cuando ambos tenían diecisiete.

Pero había pasado mucho tiempo desde eso.

Nueve años, para ser exactos.

"Joder" dijo Fred sentándose en el piso y apoyando el cuerpo contra la muralla. "No recuerdo nada. ¿Y tú?"

"Te recuerdo a ti ofreciéndome chupitos de whisky de fuego" le dijo en tono acusador.

Fred sonrió.

"Yo no recuerdo ninguna resistencia de tu parte, Mar"

"No me llames así" replicó ella. "Y ponte una camisa, por el amor de Dios"

Cuando Marie se puso de pie, arrastró todo el edredón con ella, haciendo todos sus esfuerzos por que no la viera semi desnuda.

"No sé qué tanto pretendes cubrir, Marie" le dijo Fred, divertido. "No es nada que no haya visto antes"

Marie cerró la puerta del baño furiosa, pero aún así alcanzó a escuchar a Fred preguntándole por el tatuaje que él mismo le había hecho en el trasero cuando estaban en séptimo año.

Se miró al espejo, presa del pánico.

¿Qué había ocurrido anoche?

Estaba bastante segura de que no se había acostado con Fred, pero bastante segura no era lo mismo que completamente segura.

Joder. ¿Se había acostado con Fred o no?

Vale. No había por qué entrar en pánico. Sólo tenía que salir ahí afuera y decirle que se fuera. Seguro que ambos podían hablar de ello como adultos y acordar seguir dándose el tratamiento que se habían dado durante los últimos cuatro años. 

O sea, pretender que el otro no existía.

Salió del cuarto esperando que Fred se hubiese ido. Ojalá que hubiese ocupado la pizca de sentido común que parecía tener y se hubiese aparecido fuera de su departamento.

Pero Fred seguía ahí.

"¿Qué haces todavía aquí?"

"¿Qué?" le preguntó él. "¿Ni si quiera me vas a invitar una taza de café?"

No era gracioso. De verdad que no era gracioso. Marie no podía creer que después de todos esos años, Fred Weasley hubiese reaparecido en su vida.

Hacía un esfuerzo activo por evitarlo. De verdad que sí. Tenía un millón de conexiones a él, manteniendo sus amistades del colegio y jugando en las Arpías de Holyhead con su hermana, pero Marie cuidaba mucho sus pasos para poder evitar a su ex todo lo posible. Eso incluía vivir a quinientos kilómetros de distancia. Sí, Marie había estado a salvo.

Hasta ayer, que habían ganado el campeonato de la Liga Nacional de Quidditch y el hermano de Ginny había llegado a las celebraciones.

"Tranquila, Marie" le dijo mostrándole las manos en señal de rendición. "Me iré en cuanto encuentre mi varita"

Pero algo más llamó su atención. El destello dorado en la mano de Fred cuando le mostró las palmas. Una argolla, para ser exactos, en el dedo anular.

"¿Qué es eso?" le preguntó escandalizada. "¿Estás casado?"

Fred se miró la mano como si fuera la primera vez que viera sus propios dedos. Su mirada se perdió en el vacío, como si estuviera pensando en algo que había pasado hace mucho tiempo y no pudiera recordar bien, y entonces la miró a ella.

Hacia abajo. A su mano.

"Así parece" respondió él, arrastrando las sílabas. Extendió la mano y tomó la de Marie, mostrándosela a ella misma. "Y creo que es contigo"

Marie había tenido muchos momentos en su vida en los que había deseado estar soñando. Cuando reprobó sus MHB en Pociones, cuando se encontró al profesor Flitwick en sus vacaciones en la playa, incluso una vez que Molly abrió la puerta mientras ellos estaban haciendo algo que definitivamente desearían que ella no hubiese visto... Muchas veces cerró los ojos y deseó que todo fuera un sueño. Una pesadilla.

Pero nunca tanto como en ese momento.

Fred sostenía su mano frente a ella, y ahí, ante sus narices, estaba la prueba irrefutable de lo que había pasado anoche.

Una argolla de oro en su dedo anular.

Se le heló la sangre. Perdió toda percepción de la realidad. Sintió la cabeza ligera y no pudo hacer más que mirarse la mano.

Lo único que pudo traerla de vuelta a la tierra fue la voz que escuchó fuera de su cuarto.

"Aló, chéri" el inconfundible acento francés en esa voz femenina... "Ya llegamos"

Joder. Sus padres habían llegado de visita.

recién casados • fred weasley fanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora