No había nada que a Marie le gustara menos que esas cenas de beneficencia.
La beneficencia estaba bien, claro. Nada como apoyar a comunidades vulnerables, a niños de escasos recursos, a personas enfermas que están al borde de perder la esperanza. Las Arpías hacían su cuota, también, pero Marie siempre había preferido el trabajo en el campo. De hecho visitar a las personas, preguntarles qué necesitaban, escucharlas.
Esto... Era una cena para gente rica. No. Corrección: era una cena para que la gente rica se sintiera menos culpable por ser rica.
Solía rehuir ese tipo de eventos. Pero claro, ahora que su esposo era parte de la organización... Y se lo había pedido como favor.
No terminaba de entender (o de descifrar) si Fred se sentía a gusto en ese tipo de lugares, con ese tipo de gente. Pensaba en el niño que creció en Ottery, en la granja familiar, corriendo descalzo por el césped mojando y alimentando cerdos con la mano, y no tenía sentido con el hombre vestido de traje que se encontraba a su lado.
"Te ves preciosa, Mar"
Ella estaba a punto de fruncir el ceño cuando recordó que el lugar estaba hasta las cachas de cámaras, listas para capturar cada gesto, cada movimiento. Así que sonrió dulcemente y desvió la mirada fingiendo timidez.
La mano de Fred se había deslizado por su cintura hace diez minutos, y la de ella había encontrado su hombro, posando igual que como lo habían hecho para las fotos de fin de año cuando Marie se graduó de Hogwarts.
Esa noche llevaba un vestido negro largo y ceñido, de una tela suave muy parecida a la seda, de espalda baja que dejaba toda la piel a la vista, y de un cuello alto que se le cerraba alrededor de la garganta. Su cabello castaño estaba recogido en un elegante moño en la parte de atrás de la cabeza. Sí, se veía preciosa, y elegante. Recatada y sobria, pero a la altura del evento.
"No puedo creer que me hayas arrastrado hasta aquí" murmuró entre dientes y Fred soltó una risita.
Los flashes casi la cegaban. Un año en la capitanía de las Arpías, tres bajo el ojo público y todavía no se acostumbraba a los flashes, no a ese nivel, al menos.
Entonces, la mano de Fred se deslizó fuera de su cintura, atravesó su espalda, su mano rozando su piel como una provocación que sólo podía sentir ella, ella y todos los nervios que se le crisparon bajo ese toque, y Marie tragó saliva tratando de no arquear la espalda.
La mano de Fred se detuvo en su hombro izquierdo, el del lado de la mano que ella tenía en su hombro, y Fred, desde su altura imponente a su lado, la miró hacia abajo.
Marie se sentía un ciervo desorientado bajo esa mirada.
El fuego en los ojos de Fred siguió bajando, bajando no hacia su escote completamente cubierto, sino a su brazo desnudo que desaparecía detrás de él, a la piel dorada acariciada por el Sol del verano, al lunar que tenía justo debajo del hombro.
Se inclinó y lo besó. Fue tan íntimo, tan cercano, que a Marie se le apretó la garganta.
Más flashes. El calor en sus mejillas le quemaba, como cuando pasaba un día completo bajo el sol y podía sentirlo todavía en su piel cuando llegaba la noche. La idea de que ese momento haya sido capturado por las cámaras le produjo un pudor tan grande como si se hubiese filtrado un video sexual suyo.
Tenía la respiración agitada cuando entraron a la Galería de las Hespérides, el museo más completo del mundo mágico y el precioso lugar donde se celebraría la gala.
La gente iba de acá para allá con vestidos preciosos y túnicas elegantes, los meseros se paseaban con bandejas de champaña y entremeses, y la habitación estaba inundada de una música suave que venía de un piano en la esquina.
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recién casados • fred weasley fanfiction
FanficFred y Marie se reencuentran años después de haber terminado su relación y creen que ir por un par de tragos para recordar viejos tiempos es una buena idea. Algo inocente. Es una pésima idea. Al día siguiente, Fred y Marie despiertan juntos, en la...