24. la madriguera

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Marie tenía veintiséis años. Vivía sola desde los veintidós. Era jugadora de Quidditch profesional. Era capitana de las Arpías de Holyhead. Era un adulto funcional.

¿Por qué demonios estaba tan nerviosa acerca de esta cena?

La mirada gélida de Molly Weasley aquella noche del partido se repetía una y otra vez en su mente mientras se colocaba los pendientes de madre perla con manos nerviosas. Cuando los dedos le fallaron por tercera vez al cerrar el broche de su collar, Fred le quitó la cadena de las manos y lo cerró él.

Sus dedos fueron un cosquilleo por encima de su cuello, y aún así...

Marie no se permitiría pensar en Fred de esa manera. No. No cuando los recuerdos de aquella noche seguían tan frescos. No cuando la oferta seguía en pie. No cuando tenían que ir y enfrentar a Molly Weasley en unos minutos.

Pero no pudo evitar derretirse un poco cuando Fred le puso las manos en los hombros y la miró en el reflejo del espejo para susurrar en su oído.

"Sobrevivirás, Marie"

No era un susurro coqueto ni conquistador. Era reconfortante y familiar, un susurro que sólo alguien que tenía ese nivel de intimidad con ella podría hacerle.

El vello de la nuca se le erizó de todos modos. Sintió sus manos en sus hombros incluso cuando ya no estaban ahí.

"¿Lista?"

Marie quería decir que no. Quería pedirle por favor que se quedaran en casa. Que prefería salir a la calle en pijama, volar toda la noche hasta Hogwarts, masajearle los pies a Filch, cualquier cosa antes que una cena familiar con los Weasley. Cualquier cosa antes que enfrentar a Molly.

Pero estaba lista, técnicamente. Así que fueron.

Llegaron a la Madriguera por la red flu. Marie dio un paso dentro de la sala de estar y se le encogió el corazón.

Estaba exactamente igual que la noche en que la dejó. Los sillones de felpa alrededor de la mesa de café, la madera lustrosa pero vieja alrededor de las ventanas, el croché de Molly Weasley por toda la casa.

"¡Marie!"

La voz llegó un segundo antes que los brazos alrededor de ella. Sus pies se levantaron del piso y la sala dio vueltas alrededor de ella, con rizos del color del cobre asomándose en su visión periférica.

"Suficiente, Charlie. Vas a hacer que mi esposa vomite antes de la cena"

Charlie la dejó en el suelo y se apartó. Sus grandes manos se aferraron a sus hombros y la miró de pies a cabeza.

"Joder, Marie, la última vez que te vi eras una niña y ahora eres capitana de las Arpías. Qué cosa loca es la vida"

Marie le sonrió.

"Eso es lo que pasa cuando te vas a Rumania sin boleto de vuelta" comentó y siguió mirándolo. "Te dejaste el pelo largo"

Charlie se llevó una mano a la cabeza, pasándola por esa mata de pelo rojizo incontrolable y llena de rizos.

"Los dragones no me dejan mucho tiempo de ir a la peluquería"

Fred pasó un brazo por sus hombros.

"Sí, sí, Charlie, eres el más genial de todos"

Charlie sonrió y le dirigió una mirada cómplice a Marie mientras la tomaba del codo y la alejaba de su hermano.

"Quiero oírlo todo sobre la mejor cazadora de la década" le dijo inclinándose hacia ella, poniendo su brazo alrededor de sus hombros.

Marie tuvo que reprimir una sonrisa.

recién casados • fred weasley fanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora