10. hora de dormir

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"¿A dónde crees que vas?" le preguntó desde la cama.

Marie tenía puesto su pijama de siempre: una camiseta vieja y grande que ya no estaba en condiciones de ser usada en público. Tiró de las mantas hacia arriba cuando vio a Fred, en un pantalón de pijama y una musculosa blanca, en el umbral de su puerta.

"¿A dormir?"

Dio un paso hacia la cama y Marie se incorporó, tratando de detenerlo.

"¿Conmigo?"

Él le sonrió. Una sonrisa tranquila y genuinamente divertida.

"No veo que tengas habitación de huéspedes"

Tiró más de las sábanas. Ya casi le llegaban a la barbilla.

"Hay un sillón"

Él soltó una risa despreocupada.

"No voy a dormir por meses en tu sillón, Mar"

"No me llames así" ladró.

Fred le dedicó una mirada conocedora.

"Marie" le dijo poniendo una inflexión en su tono que le irritó de inmediato. "No voy a dormir una sola noche en tu sillón. Mucho menos más de un mes"

La esperó. Estaba a los pies de la cama, con nada más que su pijama y el olor a limpio de la pasta de dientes.

"Si quieres, puedo volver a mi departamento"

Ella puso los ojos en blanco. Claro que no quería eso. Solo era cuestión de tiempo para que algún reportero chismoso se paseara por Sortilegios Weasley y se diera cuenta de que los recién casados Marie Mercier y Fred Weasley dormían en casas separadas.

"Está bien" le dijo orillándose hacia su lado de la cama, generando el mayor espacio posible en la cama doble.

La cama doble era innecesaria, en realidad. Marie acostumbraba dormir sola. El lado izquierdo de la cama seguramente estaba tan suave y acolchado como el día que la compró, porque nadie había dormido ahí nunca.

Marie no tenía clara la última vez que alguien había estado en su cama. ¿Habría sido el guardián de las Flechas de Appleby? O quizás el primo de su vecino que vino de visita hace un par de años, no podía recordarlo con claridad. Había pasado demasiado tiempo.

Generalmente, cogía sus polvos afuera. En un hotel, que para eso estaban, ya que a ella no le gustaba llevar a hombres a su casa y no le gustaba ir a la de otros hombres.

Reservaba su cama para dormir y para ocasiones desesperadas. Tomaba aquellos encuentros por lo que eran: un rato agradable que le ayudaba a liberar tensiones y olvidarse un rato de la cancha. Nunca demasiado, eso sí. La mayoría de las veces eran poco memorables.

Y Fred... Las veces con Fred sí las recordaba. Recordaba su primera vez. Recordaba los veranos en La Madriguera cuando tenían que ser extra silenciosos y rápidos en caso de que a George se le ocurriera irse a la cama temprano (bendito sea, se quedaba en la sala de estar hasta que los ojos no le daban más). Recordaba la primera semana que tuvieron el departamento sobre la tienda, cuando estaban tan cansados por acomodar todo que no hicieron el amor durante toda una semana, y luego todos los días de la siguiente para compensar. Recordaba su primer departamento, un estudio de un poco menos de treinta metros cuadrados, en el que bautizaron cada superficie útil durante la primera noche.

Estar con Fred no siempre era explosivo. Las primeras veces fueron incómodas, inclusive. Pero Marie siempre se sintió a gusto. Siempre se sintió segura. Siempre estaba convencida de estar en las manos correctas.

Ahora, el solo hecho de tenerlo en su habitación le ponía los nervios de punta. Se tensó cuando Fred caminó al otro lado de la cama y se metió debajo de las sábanas.

Él alzó la cabeza de la almohada y reparó en el libro sobre la mesita de noche.

"¿Qué estás leyendo?"

Le costaría acostumbrarse a su presencia. A la cháchara. Por Merlín, Fred hablaba hasta por los codos, y ella se había acostumbrado demasiado al silencio durante los últimos años.

"Es una novela" le explicó, todavía acurrucada hacia la orilla de la cama, casi dándole la espalda.

"¿Sí?" le preguntó distraído mientras se acomodaba en la almohada y se arropaba con las mantas. "¿De qué trata?"

Ella levantó una ceja. ¿Estaba hablando en serio?

"Es sobre... Una chica"

"Mhm..." Fred había cerrado los ojos. "¿Qué hay con ella?"

"¿Quieres saber o te vas a dormir?"

Él abrió los ojos con el ceño fruncido.

"Quiero saber" afirmó. "Solo me estoy preparando para dormir. Pero te estoy escuchando"

Ella lo miró reticente.

"Anda, cuéntame"

"Trabaja en un hotel"

"¿Es un libro de muggles?"

"Sí, es un libro de muggles"

"Vale" le dijo, respirando profundamente. "¿Y qué pasa en este hotel?"

"Está en los alpes" le contó Marie, sin saber por qué accedía a su petición tan infantil de contarle la historia. "Hay mucha nieve y el hotel es muy viejo"

"Mhm..."

Ella no pudo evitar sonreír. Su cuerpo se relajó un poco mientras él no la veía.

"Se han robado una joya carísima de uno de los huéspedes"

Fred frunció el ceño, como si el problema del robo lo preocupara.

"¿Y ella está descifrando el misterio?" preguntó todavía con los ojos cerrados. La almohada en su mejilla le apretaba los labios y su voz salía amortiguada.

"Sí"

"¿Quién crees que lo hizo?"

"Aún no lo sé, no he llegado a eso"

"Se llama adivinar, Marie"

Ella miro la portada del libro y pensó.

"Quizás fue el conserje" aventuró. "Es un hombre amable y la quiere mucho. Se conocen hace años. Tal vez es un giro en la trama" 

Fred soltó un ruido parecido a un ronroneo. Ya se estaba quedando dormido.

"Siempre tan desconfiada, Mercier"

Ella no respondió. No tenía nada que decirle. Lo miró mientras Fred se alejaba cada vez más de ella hacia el mundo de los sueños.

Miró el libro y por algún motivo, dudó en tomarlo.  Había una inquietud dentro de ella que la había paralizado.

Se quedó ahí, despierta, con la luz de la mesita encendida, sin hacer nada.

Al poco andar escuchó los ronquidos de Fred. Suaves, pero presentes. El sonido que durante mucho tiempo le había ayudado a dormir.

Apagó la mesita de noche y se acostó en su lado de la cama. Aunque Fred se veía cómodamente arropado en su lado, de cara a ella, Marie le dio la espalda y se tapó hasta el cuello, procurando ocupar la menor cantidad de espacio posible. Procurando mantener la mayor cantidad de distancia con él.

«Sigue roncando» pensó mientras cerraba los ojos.

recién casados • fred weasley fanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora