11. entrenamiento

1.4K 156 12
                                    

Fred se había tomado en serio lo de la mudanza.

Durante los días siguientes estuvo trayendo más cosas desde el departamento. Le pidió el espacio en el armario que Marie había ofrecido, y lo llenó de camisas y abrigos, a pesar de estar en pleno verano.

En el resto de la casa también habían cosas nuevas. Un tocadiscos en la sala de estar, junto a una impresionante colección de vinilos (ninguno que Marie reconociera de sus años con él). En la cocina, los cabinetes tenían tazas desconocidas, y en la alacena ahora habían cosas con las que cocinar. En la mesa del pequeño comedor habían unos pocos libros, y en la mesita de la entrada había dejado una foto de su familia.

Marie reconocía la foto. Era la boda de Bill y Fleur. Ella misma estaba en la foto, a un costado a la derecha, con su vestido azul de volantes, los brazos de Fred rodeándole la cintura y sus manos en su estómago a la altura de su ombligo. Había apoyado el mentón en su coronilla y Marie todavía podía recordar el beso que le dio en la sien luego de que tomaran la foto.

Era el objeto más invasivo de todos. Era el único que servía de recordatorio de todo el pasado que tenían. No entendía por qué Fred lo había traído, por qué creyó, entre todas las cosas que tenía en su departamento, que esa merecía la pena el viaje.

Marie la observó con el ceño fruncido.

"¿Planes para hoy?"

Se dio vuelta y vio a Fred acercarse a ella por el pasillo que daba a la habitación. Venía arreglándose una corbata alrededor del cuello de una camisa.

"¿Tienes una audiencia ante el Wizengamot o algo así?"

Fred puso los ojos en blanco.

"Soy un hombre de negocios, Marie" le recordó. "Creo que merezco algo más de tu respeto"

Ella levantó una ceja.

"Iré al banco" se rindió él y ella sonrió al saber que tenía la razón. "¿Y tú?"

"Iré a entrenar"

"Creí que los entrenamientos no empezaban hasta dos semanas más"

"La capitana tiene que adelantar trabajo" explicó.

Él asintió y se puso encima la chaqueta de su traje.

"Bien" se detuvo en la puerta del departamento y la miró. "Que tengas un buen día, cariño"

Marie puso los ojos en blanco mientras Fred cerraba la puerta tras de sí con una sonrisa demasiado divertida en el rostro.

Llegó al estadio después del desayuno y corrió un par de vueltas al campo para entrar en calor. Estiró y comenzó con las pesas. La entrenadora Syches no estaba ahí, pero Marie sabía qué hacer. Procuró no sobre exigirse, pero necesitaba el entrenamiento. Para su cuerpo y su mente.

Sobre todo, necesitaba la distracción. Fred había hecho la cena todos los días de esa semana, y antes de dormir, le preguntaba algo nuevo sobre su libro y le pedía que le contara sus avances. En la mañana tenía olor a loción y perfume, y dejaba todos los platos limpios después del desayuno (que también preparaba él) antes de irse a trabajar. La verdad era que vivir con Fred no era tan desagradable como ella creía que sería.

Eso la preocupó y le puso los nervios de punta.

En la última repetición le temblaron los músculos de los brazos. Empujó la barra lejos de su pecho y logró colocarla de vuelta en el soporte con una última sacudida. Respiró jadeando cuando pudo bajar los brazos sin ningún peso encima de ellos.

"No deberías hacer eso sola" 

Marie dirigió la cabeza hacia la dirección de la voz, y encontró a Inger, su guardiana, mirándola a un par de metros de distancia. Le sonrió de lado.

"Sólo eran treinta kilos" le dijo relajada, "es mi peso de calentamiento"

Inger le sonrió de vuelta.

"Presumida"

Inger llegó hasta ella y se cruzó de brazos.

"¿Qué dijo Weasley?" le preguntó señalando la mano de la argolla con el mentón.

Marie se miró la mano. Debajo del anular tenía callos por la barra.

"Debe estar furiosa, porque todavía no ha ido a verme"

Podía imaginar a Ginny dando vueltas en su apartamento al otro lado de Holyhead. Podía imaginar a Harry calmándola, diciéndole que no era el fin del mundo, riéndose por su histeria. Podía imaginar a Ginny mandándolo a la mierda.

Era una relación complicada, la que tenía con Ginny Weasley. Durante los años en que fueron cuñadas, Marie se sentía su hermana mayor, y solía consentir a Ginny en cada capricho que podía, al igual que el resto de los Weasley. Durante ese tiempo había días en los que incluso pasaba más tiempo con Ginny que con Fred.

La distancia entre ellas creció cuando terminaron. Marie seguía queriendo a Ginny igual que siempre, pero pronto descubrió que no sabía cómo ser su hermana mayor cuando sentía que había perdido esa posición, cuando se enteraba de que todas las semanas había una nueva chica deseosa de ocupar su plaza. Sobre todo porque Ginny le contaba todo.

"Es una zorra, Mar. No te preocupes por ella" le decía Ginny al teléfono cada vez que había una chica nueva. Marie no sabía cómo decirle que no quería saberlo. No quería escuchar lo fácil que había sido para Fred reemplazarla.

Así que cada vez llamó menos. Y cada vez dejó pasar más tiempo antes de contestar. Hasta que por fin dejó de llamar, y el teléfono dejó de sonar.

"Deberías habernos dicho"

Lo dijo con tranquilidad, pero Inger era siempre así. La guardiana había llegado el año anterior al equipo, apenas nombraron capitana a Marie, y desde el inicio se convirtió en su mano derecha por su disciplina y su impresionante sentido del deber. Inger era una roca. Su roca.

"Lo siento" se disculpó. "No creí..."

No supo cómo terminar.

"Somos tu equipo" le dijo Inger. "Nos alegramos por ti"

Marie sonrió.

"No quiero distraerlas"

Inger frunció el ceño.

"No eres una distracción, cap. Eres un ser humano como todas nosotras"

Marie suspiró. No era verdad. No del todo. Ella llevaba una carga que el resto de sus compañeras no. Si ganaban, era una victoria colectiva. Si fracasaban, era culpa de ella.

"¿Qué haces aquí?" le preguntó.

"Lo mismo que tú, supongo"

Inger tenía una disciplina de hierro. Ahí estaba. Entrenando en su tiempo libre. Era tres años menor que Marie, y aún así no podía dejar de pensar que ya estaba a su altura, y que en cualquier momento le sacaría ventaja. Se preguntó si sería una mala compañera por pensar así.

"¿Quieres ir a dar unas vueltas en escoba?" le ofreció su guardiana.

Marie asintió y se pusieron en marcha. Volaron mucho rato, haciendo carreras y trazando círculos cerrados sobre el campo. Inger podía mantenerse sobre la escoba como nadie que Marie conociera. Si no fuese porque las normas lo prohibían e Inger era una persona tan honesta, se habría preguntado si le había puesto un encantamiento a la escoba para pegarla a su cuerpo.

Inger le estaba enseñando el truco del mono, como le había bautizado la prensa durante el último año. Un movimiento arriesgado al que Marie no se atrevía porque incluso después de tantos años le daba miedo caer. Pero Inger recurría a él cada vez que era necesario, y les había atajado muchos tantos a los rivales con él. Se lanzaba de la escoba lo suficiente para agarrar la pelota, tan lejos que, cuando caía, quedaba colgando de la escoba por una sola pierna, encajada la madera detrás de la rodilla, como un mono columpiándose de una rama con la cola.

Cuando Inger volvió a subirse a la montura de la escoba, su mirada se desvió al palco superior, el que reservaban para invitados y familiares.

"Creo que tenemos público, cap"

Marie se giró y al otro lado de los cristales que cerraban el palco vio a su esposo.

recién casados • fred weasley fanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora