6. el favor

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Fred tomó asiento al otro lado del escritorio. Marie se removió incómoda en la puerta de la oficina antes de decidirse a cerrarla y tomar asiento frente a él.

"Supongo que ya habrás hablado con tu abogado" lanzó Fred, acomodando papeles y guardando cosas en cajones.

Con su abogado. ¿A caso no sabía lo que habían hecho? El anillo que no salía... Un abogado no sería suficiente.

"No"

Él se detuvo. Cerró suavemente el cajón a su lado y la miró atento.

"¿No quieres un abogado?"

"No quiero el divorcio"

Fred levantó las cejas y se echó hacia atrás en su silla.

"Marie, no sabía que todavía sentías cosas..."

"Deja de ser un idiota" lo interrumpió y su irritación creció cuando lo vio sonreír, divertido. "Por favor, Fred. Esto es serio"

Su sonrisa se suavizó, y sus ojos también. Entrelazó los dedos y puso su mejor cara de niño bueno. Una cara que utilizaba estratégicamente en el colegio cuando los profesores le llamaban la atención.

"Te escucho"

"La liga europea de Quidditch es en tres meses" comenzó. "Las Arpías estamos en medio de la renovación de contratos con patrocinadores. Es un momento muy importante para nosotras"

Fred asintió.

"Es un momento en el que tenemos que demostrarle a todo el mundo de lo que estamos hechas. No podemos cometer errores"

Él la escuchaba atento.

"Tenemos que estar concentradas, y tenemos que asegurarnos de que el público le preste atención a nuestro rendimiento, y que los patrocinadores quieran apoyarnos"

Seguía sin decir nada.

"Entonces..." suspiró. "No podemos tener ningún escándalo en este momento. No de este tipo"

Fred se veía imperturbable. Si entendía lo que Marie trataba de explicarle, no daba señas de hacerlo. Y ella necesitaba que entendiera, lo necesitaba porque hubiese preferido cortarse la lengua antes de pedirle un favor a Fred Weasley.

Como se quedó callada, Fred habló.

"No le diré a nadie, Marie" le aseguró con una sonrisa, como si lo encontrase divertido, como si sus preocupaciones fuesen exageradas.

Ella suspiró.

"No es eso" le dijo mirándose las manos.

Fred no preguntaba, no presionaba. Esperó pacientemente, algo nada propio de él.

"No puedo divorciarme de ti, todavía. La prensa se enteraría. Harían un festín de ello. El mundo... No es tan amable con las mujeres como lo es con los hombres. Me destrozarán por esto, y no puedo permitirlo"

Se atrevió a alzar la mirada. Fred la miraba solemne, tomándose el asunto con toda la seriedad que ella necesitaba.

La ponía nerviosa ese Fred nuevo. Marie supuso que la gente podía cambiar, y definitivamente podía haber cambiado en el transcurso de cinco años, pero eso solo la ponía más inquieta. Si Fred había cambiado... No sabía en qué se estaba metiendo.

"Vale"

Ella ladeó la cabeza, creyendo haber oído mal.

"¿Vale?"

"Vale" se encogió de hombros. "¿Qué necesitas, Mar? ¿Cuatro meses? ¿Cinco meses, solo para estar seguros?"

Marie negó con la cabeza. Estaba tan anonadada que ni si quiera reclamó el uso de su apodo.

"¿Así como así?"

Fred se encogió de hombros de nuevo.

"Voy a necesitar más detalles, claro" le dijo como si estuviera planificando un cumpleaños y no su vida completa durante los próximos meses. "Pero sí, Mar. ¿Qué creías que iba a decir?"

Honestamente, no lo sabía. Creyó que Fred se iba a reír en su cara, que la mandaría de vuelta a su departamento a averiguar cómo salir solita de ese lío.

No se veían hace cinco años. No habían tenido una sola conversación real hace cinco años. Una labor titánica, considerando que se movían prácticamente en los mismos círculos.

Cuando habían sido novios, sin embargo, Fred era así. Marie lo recordaba. Nunca había dudado en darle lo que fuese que ella pedía, incluso si la petición era ridícula o infundada. Marie recordó una vez en que le pidió a Fred que la ayudara a construir su nueva cómoda en lugar de armarla con magia, y Fred solo puso los ojos en blanco, divertido, antes de sentarse en el suelo con ella a leer las instrucciones.

Nunca necesitaba explicarle nada. Marie recordaba por qué era tan fácil estar con Fred. Por qué habían durado tantos años, incluso durante la guerra, siendo felices.

"¿Le dirás a George la verdad?" preguntó en cambio.

Fred contempló la posibilidad.

"¿Puedo decirle a George la verdad?"

No podía negar que le enternecía que preguntara.  Si ella le decía que no, ¿guardaría el secreto ante su hermano?

"Creo que sí" dijo ella. "Confío en George. Solo dile que tiene que ser completamente secreto"

Fred asintió.

"¿Tú le dirás al resto del equipo?"

"No" decidió de inmediato. "Este es mi desastre. No quiero preocuparlas con lo que pasaría si alguien se entera. No. Las mantendré fuera de esto"

"¿Ni si quiera a Ginny?"

Lo pensó y lo dudó. No le gustaba guardarle secretos a Ginny. Luego de tantos años, Marie se había hecho muy amiga de la pelirroja. No sólo eran compañeras de equipo. Incluso después de terminar con su hermano, Ginny era su propia hermana pequeña, aunque la ruptura las hubiese distanciado. Siempre sería su hermana pequeña. Fred lo sabía.

Pero no quería preocuparla. No quería distraerla. Era la capitana del equipo, y su deber era asegurarse de que todas las chicas estuvieran en sus mejores condiciones para jugar.

"Ni si quiera a Ginny"

Fred asintió.

"Tienes mi silencio, Mar"

Marie asintió, de nuevo demasiado ensimismada en la telaraña de mentiras que iba tejiendo, como para molestarse por el sobrenombre.

"Así que" retomó Fred, "¿estamos enamorados de nuevo?"

Marie no alcanzaba a explicar lo mucho que esa pregunta, que esa perspectiva, le irritaba hasta picarle por debajo de la piel. Era como si algo se le hubiese metido en el pellejo y se estuviera abriendo paso hacia su cabeza para matarla cuando menos se lo esperara. No sabía cómo iba a sobrevivir los primeros meses.

Terminar con Fred había sido de las cosas más difíciles que había tenido que hacer en su vida. Dejarlo ir la había destrozado. La había dejado tan mal que había vuelto a Francia con sus padres solo para poner algo de distancia entre ellos. Una medida desesperada que había adoptado esa única vez.

Y ahora, ahí estaban de nuevo. Bailando el tango más peligroso de sus vidas.

Supuso que no podía hacer más que cuidar muy bien cada movimiento.

recién casados • fred weasley fanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora