A Marie le costaba trabajo concentrarse en el
campo.El estadio estaba vacío. Los entrenamientos de las arpías no comenzarían por otras dos semanas, habiéndose tomado vacaciones el equipo completo luego de su victoria en el campeonato nacional.
Aún así, le costaba concentrarse. Solo podía pensar en lo que ocurriría al llegar las ocho.
Fred había accedido a mudarse al departamento de Marie, en lugar de ella al de él. Supuso que nadie creería que estaban verdaderamente casados si él seguía viviendo en el departamento sobre la tienda y ella en su departamento del quinto piso en Holyhead, a quinientos kilómetros de distancia.
E iba a llegar a las ocho. Con maletas y bolsos, a irrumpir en su vida, a asentarse en su espacio, a ocupar sus tazas de café y su ducha y...
Se concentró en el campo. La imagen de Fred en la ducha no ayudaba en nada a sus nervios.
Nada de todo aquello ayudaba a sus nervios. Marie deseaba poder viajar de vuelta en el tiempo y borrar aquella noche estúpida en la que se había ligado indisolublemente a Fred Weasley.
Ese era otro problema: cómo disolver el vínculo que había creado entre ellos. Aquella mañana le había llegado la notificación del Ministerio de que el Departamento de Familias y Uniones Mágicas había detectado la creación de un vínculo no programado, y le daban un plazo de tres meses para oficializarlo ante el Ministerio o lograr la disolución del vínculo.
Eso le dio algo de esperanza. Si el Ministerio le daba la opción de disolver el vínculo, era porque era posible.
Lo que no sabía era cómo.
Su abuela le había contado de la creación del vínculo eterno. Ella se había casado con su abuelo mediante uno, y le había contado a Marie todo el proceso del encantamiento. Se lo contaba como un cuento de hadas.
"Sólo funciona si es tu verdadero amor, mon ciel. No funciona con nadie más"
Qué montón de patrañas y cuentos infantiles. Era un encantamiento estúpido utilizado por los románticos empedernidos para demostrar un punto.
Desgraciadamente, Marie parecía recordar muy bien la historia, porque ahora estaba unida a Fred.
Los rayos del Sol le arrancaron un reflejo a la argolla dorada en su dedo anular, y Marie bufó. La Quaffle pasó volando a su lado y Marie se lanzó detrás de ella.
Concentración. Disciplina. Precisión. Cuando estaba en el aire, Marie sabía que tenía todo bajo control. Sabía la fuerza exacta con la que tenía que inclinarse hacia adelante para coger velocidad, la curva que tenía que hacer para cambiar de rumbo, la trayectoria de su brazo para lanzar la Quaffle directa al anillo central, que le daba más puntos que los laterales. En el aire, Marie era una persona compuesta y centrada. Y últimamente necesitaba mucho de eso.
Fred llegó a las ocho en punto a su departamento. No tocó el timbre, como habían acordado para que nadie viera que el pelirrojo se estaba mudando con ella tan tarde. Querían crear la ilusión de una relación larga que precedía el escándalo del matrimonio, así que Marie desactivó los encantamientos anti-aparición y Fred se materializó en su sala de estar apenas el reloj marcó las ocho.
Aunque lo estaba esperando, saltó en su asiento con el fuerte ruido de la aparición. Fred llegó con grandes maletas en las manos y una sonrisa en el rostro.
"Así que" habló, "¿cuál es mi cajón?"
Marie puso los ojos en blanco. Lo guió hacia su habitación, un espacio que hace años utilizaba de manera exclusiva para ella misma, y ahora no sabía bien cómo compartir. Había despejado un cajón de la cómoda para él, sin pensar que Fred iba a llegar con dos maletas llenas de ropa.
"De verdad me dejaste un cajón" comentó divertido.
Marie desvió la mirada.
"No pensé que llegarías con tantas cosas"
"Estaré viviendo aquí, ¿no?"
Estaría viviendo ahí. Qué tragedia. Por más que lo pensara y le diera vueltas, no conseguía acostumbrarse a la idea.
Rindiéndose, Marie apuntó a la cómoda con la varita y los cajones se abrieron para dejar salir la ropa de ella, que se dobló a sí misma en el aire en los fragmentos más delgados posibles y se apretujaron en la mitad del espacio.
"Cuando termines con estos, te haré espacio en el armario" le dijo y lo dejó solo para que desempacara.
La sala de estar estaba iluminada y limpia. Sus pocas pertenencias creaban un lugar pacífico en el que podía pensar. Se sentó en el sillón índigo y recogió las piernas hacia el pecho. Escuchaba los ruidos de Fred en su habitación, colocando cosas en los cajones, y se recordó a sí misma que sólo sería un tiempo. Sólo hasta ganar la liga europea y probarles a todos que eran el mejor equipo del continente.
Luego, del mundo.
Un divorcio no pesaría nada contra una copa europea, ¿verdad?
Pero la verdad era que no lo sabía. No sabía hasta cuándo tendría que mantener la mentira, hasta cuándo el escándalo de su matrimonio podría seguir afectando su carrera si alguien se enteraba de la verdad.
Y no sabía cuánto tiempo sería capaz de aguantar todo eso.
O, más importante que eso, cuánto tiempo era capaz de esperarla Fred.
Marie se acomodó en el sillón. Apoyó la cabeza en el respaldo de felpa, mirando por la ventana que tenía vista al antiguo edificio al otro lado de la calle.
No se dio cuenta en qué minuto su cansado cuerpo se rindió y se quedó dormida, con los ruidos de Fred acomodando sus cosas todavía viniendo de un lugar lejano.
Solo sintió la voz que la despertó.
"¿Mar?" preguntó Fred suavemente, "Marie, despierta"
Ella se incorporó de su posición recostada para decirle que dejara de llamarla así, pero la detuvo el olor a comida. Miró extrañada en dirección a la cocina, y vio la mesa puesta y la comida servida. Espagueti y albóndigas.
"La cena está lista"
"¿Pediste comida?" preguntó con la voz cortada de sueño. Entonces se dio cuenta de que estaba tapada con una manta que habitualmente tenía doblada a los pies de su cama.
"Dame algo de crédito, Mar. Puedo cocinar cosas sencillas"
Ella no dijo nada, porque la comida en los platos era más de lo que ella lo habría creído capaz.
"¿Hiciste... de cenar?"
"Pensé que tendrías hambre" respondió él mientras se encogía de hombros y se sentaba en la silla frente a ella.
Marie se puso de pie con cautela. Fred estaba partiendo una hogaza de pan para untar en la salsa de tomate. ¿Había ido de compras? Estaba segura de que en su alacena solo habían latas de atún y avena instantánea.
"¿Qué hora es?"
"Las diez" contestó, dando un sorbo a la copa con agua. "Es una cena tardía. Siéntate, vamos"
Ella no pudo explicar lo extraño que se sentía sentarse ahí con él. La comida... Olía delicioso. Pero ese no era el Fred Weasley que ella conocía. No. Ella conocía al Fred Weasley que dejaba todo tirado por doquier, que le pedía comida a su madre y se la llevaba congelada a su casa, el que más de una vez se había quedado sin ropa interior porque había olvidado hacer la colada.
Era su Fred y lo amaba. Lo había amado muchísimo. Pero su Fred era un desastre. Este, en cambio...
Marie cogió el tenedor y trató de que no se le notara lo rico que estaba todo.
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recién casados • fred weasley fanfiction
FanfictionFred y Marie se reencuentran años después de haber terminado su relación y creen que ir por un par de tragos para recordar viejos tiempos es una buena idea. Algo inocente. Es una pésima idea. Al día siguiente, Fred y Marie despiertan juntos, en la...