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Estaban por llegar al campamento del Primer Ejército.
Nova estaba demasiado nerviosa, puede que tenga gente de su lado y haya logrado convencerlos, pero esta vez sentía que algo saldría terriblemente mal, esperaba estar equivocada.
—Ya casi llegamos.— informó Elio.
Meissa soltó un suspiro cansada —Gracias a los Santos.—
Elio hizo que su caballo galopará más cerca de la pecosa —¡Ey! ¿Te encuentras bien?—
La pelinegra fijo su vista en el rubio —Si, estoy bien.—
Meissa se puso del otro lado de Nova —Oye esta bien sentir nervios, además no estás sola cuentas con nosotros.— centro su vista en el chico —¿No es así Banana Head?—
El comentario de Meissa, sumado a la expresión de Elio hizo reir a Nova.
El rubio la vio por un momento, su risa no era para nada armoniosa, al contrario, era escándalosa, pero eso no evitó que su corazón latiera.
Meissa notó como el chico veía a su amiga, esto definitivamente no acabaría bien para él.
—Gracias Mei, enserio.— la pelinegra le dedico una gran sonrisa a la castaña.
Elio se aclaró la garganta llamando la atención de ambas chicas —También puedes contar conmigo.—
Nova lo analizo con la mirada para después sonreirle.
Un grito ensordecedor hizo que Nova palideciera por el susto, mientras los otros dos se ponían alerta.
—¿Qué están haciendo?— Meissa señalo a un grupo de 20 hombres a lo lejos, estos estaban alrededor de una chica en pésimas condiciones.
—Fjerdanos.— mencionó Elio disgustado.
—Deberíamos ayudarla.— declaró Meissa angustiada por la pobre chica.
Nova solo se quedó callada, incapaz de formar una palabra. El ver a la chica le recordó el día que su madre fue ejecutada, su corazón latía con fuerza mientras palidecía cada vez más. Se sentía débil e insuficiente.
Elio y Meissa centraron su mirada en la pelinegra al no recibir respuesta, notando lo mal que se veía.
—¿Nova? ¿Qué te pasa?— le preguntó Meissa preocupada, mientras Elio la veía igual de preocupado.
