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Lloró toda la noche debajo de un árbol, recordando cuando ella y Kaz eran niños, cuando todo parecía tan fácil.
Estaba cansada, ya no quería seguir llorando, pero la traición de parte de Kaz la atravesaba como un cuchillo. Ella jamás le pidió que la amará de regreso, estaba bien con estar a su lado, pero el que usara sus sentimientos para hecerla creer que el también sentía algo fue bajo, incluso para él.
Los primeros rayos de luz calentaron su cuerpo, esa fue su señal.
Se paró mietras se limpiaba las lágrimas, evitando que más salieran, tenía que hacer algo más importante que llorar por alguien que no lo valía.
Siguió el rastro de su pulsera para encontrar a Alina.
Y así lo hizo.
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Aleksander se encontraba en su tienda esperando.
Creía que su hija vendría a él después de meterse en su mente, aunque lo que le dijo era verdad. Ese Bastardo no merecía a su linda lunita. Pero empezó a perder esa esperanza.
Estaba por salir, para ir directo por su hija, pero se detuvo.
Ivan y Zoya estaban a cada lado de Nova, la sostenían con fuerza.
—Hola padre, ¿me extrañaste?— ella le sonrió.
Aleksander les hizo una seña a los dos grisha que sostenían a su amada hija para que la soltaran y salieran, dándoles privacidad.
Cuando estos salieron El Oscuro no espero más, abrazó a su hija con fuerza, aspirando su olor a cerezas mientras acariciaba su cabello.
—Te extrañe, no pude decirtelo cuando nos vimos pero me alegra que no estes muerta.