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PASADO.
Unos niños de 9 años se encontraban jugando en un gran bosque.
—¡Kaz! Esperame, sabes que odio correr — la pequeña niña estaba cansada de perseguirlo.
—POR ESO LO HAGO — le gritó el niño para que pudiera escucharlo.
Nova indignada paró de correr.
—BIEN, OJALÁ TE PIERDAS EN EL BOSQUE — y con eso se alejo.
Kaz al ver que la molesta niña ya no lo seguía paró de correr, y se puso a jugar por su cuenta sin darle importancia a sus palabras.
Pronto empezó a caer la noche, el niño al notar esto decidió regresar, pero cuando trato de regresar para ir con su hermano, no recordó el camino. Nova era la que siempre guiaba el camino, él nunca le dio mucha importancia, ya que estaba seguro de que la niña jamás lo dejaría, y si lo hiciera se creia capaz de encontrar el camino.
Pero no fue así, él no sabía como regresar y Nova se había ido dejandolo solo, asi que optó por quedarse donde estaba, tal vez alguien vendría por él.
Los segundos se volvieron minutos y los minutos en horas, la Luna ya estaba en todo su esplendor. En todo ese tiempo se dedicó a jugar con una rama, pero dejo de hacerlo al ver que nadie venía por él, ni siquiera ella.
Enterró su cabeza entre sus brazos empezando a llorar, tenía miedo de quedarse ahí y ser alimento de algun animal.
Nova se preocupó al ver que Kaz no llegaba, pensó en dejarlo para que aprendiera su lección, pero la niña no pudo. Asi que salió de la habitación que compartía con su hermana, la cual aún no llegaba (sospechaba que estaba con Jordie), para dirigirse al bosque.
Siguió el camino de siempre, incluso de noche podía ubicarse sin problema. Llego al lugar donde había dejado a Kaz, notando que este no estaba. Palideció al instante pero alejó los nervios, tenía que encontrar a Kaz, se agachó al suelo tratando de averiguar por donde había ido. Siguió el rastro por un momento, hasta que el sonido de un sollozo la detuvo, se acercó lentamente al origen de este encontrando al niño.
Soltó un suspiro aliviada, se acercó a él para después sentarse a su lado.
Kaz se sobresaltó un poco al sentirla a su lado, pero no levanto la cabeza.
—Perdón por dejarte, prometo que no lo haré de nuevo, no importa que tan molesta este — le tendió su dedo meñique.
El niño levantó la vista para mirar su dedo y entrelazarlo con el suyo.
