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Estaban en la Sombra, la pecosa sintió un ligero deja vú.
Uso su ciencia como Invocadora de la Luna para crear un campo de fuerza para protegerlas de los volcra.
Meissa veía fascinada el campo creado por la pelinegra. La luz se sentía fría y cálida al mismo tiempo, era extraño pero hermoso.
Nevaeh sonrió al ver como su hermana lo hacía con tanta facilidad, estaba orgullosa de ella.
Nova le hizo una seña a Nevaeh para que subieran con Meissa y contar los detalles del plan.
Meissa al verlas les sonrió.
—No tardaremos en cruzar.
Ambas hermanas asintieron, la menor correpondiendo su sonrisa con otra.
—Entonces, ¿el plan es ir directo al palacio?— preguntó Meissa.
Nova negó.
—Lo era en un principio, pero lo mejor sería ir a la Rueca.
Nevaeh enarcó una ceja.
—¿Qué te hizo cambiar de oponión?
—Recordé la vez que mi madre me habló sobre ser Reina, ella siempre decía que...
—Lo que te hace ser Reina no es la corona o el trono, si no la gente...— interrumpió Nevaeh recordando las palabras de la dulce mujer que la cuidó como si fuese su hija.
—La gente debe confiar en ti, en tu liderazgo. Eso te hace ser Reina — finalizó Nova con una gran sonrisa.
Meissa se sorbió la nariz.
—Eso es hermoso, mi madre solía decir que la Reina Selene fue la mejor de todas.
Ambas hermanas hicieron sonidos de confirmación.
—Realmente lo fue — habló Nevaeh con tono nostálgico.
Nova miró a su hermana por un momento antes de sentir una fuerza oscura.
—Shhhh, no hagan ruido — desapareció el campo de luz que las mantenía a salvo para no ser vistas por lo que sea que estuviera allí.
Meissa tragó en seco.
—¿Qué pasa?
Nova empezó a ver en todas las direcciones, tratando de localizar aquella presencia.