Capítulo 29

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Una semana, había pasado una semana desde que habían sido secuestrados los cuatro chicos, ambos grupos se reunían cada día para intentar hacer el plan perfecto, no querían que nada saliera mal, pero el miedo iba creciendo a medida que pasaban los días y no lograban encontrar una forma de atacar asegurándose su victoria, sin ninguna pérdida si es que no las había ya. Habían pactado que usarían dos furgonetas oscuras e irían ambos juntos, los chicos que irían a realizar el intercambio serían Bible, Jeff, Net y Tommy, decidieron eso debido al riesgo de, si veían que iban muchos, podrían sospechar de que tramaban alguna cosa, si solo iban cuatro, pensarían que los superaban en número.

Decidieron que irían en la mañana siguiente, dejaron las armas grandes en ambos maleteros y decidieron que llevarían una arma blanca escondida, de esta manera podrían acabar con los primeros responsables de forma silenciosa, aunque no sabían lo que podrían encontrarse, tal vez los superaban mucho en número y no ir armados correctamente era un error, pero preferían confiar en su suerte y apostar por lo que fuera más seguro. Se reunirían en aquel punto a primera hora, justo al amanecer, e irían hacia el lugar indicado en el máximo sigilo que pudieran.

* * *

Sus rostros fueron destapados cuando los cuatro chicos fueron escondidos en el sótano del almacén en el cual se encontraban. Los chicos se miraron entre ellos, todos con lágrimas en los ojos, sus manos estaban atadas a sus espaldas, por lo que no podían moverse fácilmente y eso les creaba más sensación de miedo en sus pechos. No había ninguna ventana que les permitiera saber si era de día o de noche, no había relojes, no había ninguna forma de poder controlar el tiempo que podían llevar aproximadamente desaparecidos y lejos de los suyos. Los encerraron sin darles ningún tipo de información, ni siquiera se molestaron en darles una explicación del porqué estaban en aquel lugar, absolutamente nada, los dejaron completamente solos bajo la oscuridad del lugar.

El miedo les impedía descansar, por muy cansados que se sintieran, sus corazones latían rápido y con fuerza y eso les obligaba a estar en completa alerta, escuchaban pasos, acercarse de vez en cuando, pero nadie abría esa puerta, intentaban no llorar, no mostrar ningún tipo de sentimiento, mostrarse fuertes, el miedo podía ser su peor enemigo en ese momento y aunque resultara complicado, iban a intentarlo todo el tiempo que pudieran. No sabían el tiempo que había pasado desde que llegaron, solo habían entrado para darles algo de comida y agua, lo hacían varias veces, aunque empezaban a sentirse completamente desorientados, "No lo hagas", la voz de Build llamó la atención de Jimmy y James, "Es la única forma que tenemos", Nodt intentaba convencer a su amigo de dejarle hacer lo que había rondado en su cabeza, "Cuando la puerta vuelva a abrirse intentaré golpear a la persona que entre, será el momento perfecto para intentar sacarle información o escapar".

"Es peligroso, ellos están armados, nosotros no tenemos nada...", la voz de James sonaba débil, mantenía a Jimmy apoyado en su hombro, el cual asintió con la cabeza ante las palabras de su amigo, pero Nodt estaba decidido a hacer lo que había planeado sin escuchar al resto de los chicos. Se levantó con dificultad y se colocó detrás de la puerta, esperando a que esta volviera a abrirse dentro de poco y cuando lo hizo saltó encima de la persona que entró, cerrando la puerta antes de hacerlo, pero la suerte no estaba con ellos en ese momento y un fuerte golpe en la cabeza hizo que el chico cayera inconsciente al suelo.

Cuando Nodt recuperó la consciencia notaba un fuerte dolor en la cabeza, necesitó unos segundos para ser capaz de focalizar la vista, sus manos seguían atadas a su espalda, pero no podía moverse en absoluto, estaba de pie, atado a una de las columnas del lugar, sus amigos sentados en una silla justo delante de él. No entendía qué sucedía hasta que vio el pánico en los rostros de los chicos, un dolor punzante recorrió todo su cuerpo empezando desde sus manos. Los chicos apartaban la mirada cada vez que un golpe caía sobre el chico, si pudieran cubrirían sus oídos para no escuchar los gritos desgarradores, pero no podían hacer absolutamente nada, solamente cerrar con fuerza sus ojos.

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