Joël Dicker. VIII

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176. Creo que en realidad en mi novela aparecen ambas cosas al mismo tiempo. Ni uno ni otro precede. Lo primero son las ganas, vuelvo a este tema. Es bastante importante para mí pensar qué haré primero, qué surge, qué me gusta, ¿más bien lo romántico, lo detectivesco? ¿Ambos? Luego las cosas llegan juntas. No hay en realidad una prioridad en uno u otro, en la creación o en la decisión.

177. No hay un autor que relea para hallar respuestas sobre la construcción de un policial, los giros, las diferentes escenas, los indicios. Sí hay un libro que releo muy seguido, que es el libro que más me marcó y al que rindo homenaje también en El enigma de la habitación 622: Bella del Señor, de Albert Cohen. Es un libro absolutamente extraordinario al que vuelvo no tanto por los giros, las escenas y los indicios, sino por la pasión. Leí ese libro con una pasión completamente loca y cada vez que lo leo me habita esa misma pasión. Ese es el libro que releo al menos una vez por año.

178. La verdad de la novela es interpretada por cada lector. El lector es quien decide cuál es su verdad y cuál es su percepción. Por eso no me gusta mucho pronunciarme al respecto. Me gusta dejarle al lector una forma de virginidad, que quienes lean esta entrevista no tengan una predisposición y puedan tomar el libro como quieran, charlarlo con quienes lo hayan leído y comparar luego cómo lo interpretó cada uno, si es cómico o no. La interpretación y la libertad del lector son muy importantes para mí.

179. Todos los que estamos en el mundo de la literatura tenemos que hacer que la gente vuelva a leer.

180. Conozco poco de América Latina, pero la lectura de "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez me inspiró a convertirme en escritor.

181. Es curioso, porque hay un debate entre los propios escritores sobre este tema. Algunos de ellos creen que deben sentir la lucha interna, la desesperación. Según ellos, sentirse incómodos les da la energía necesaria para escribir.

182. Pero si tengo que ser honesto, para mí es totalmente lo opuesto: para mí el placer de escribir es el mismo placer que da sentirse feliz. Estar en un proyecto, ya sea una novela o un libro de relatos, es para mí algo que me produce una inmensa alegría. El placer de ver hacia dónde va la historia, el placer de crear un personaje.

183. Hablando del placer de escribir, una de las cosas que más me gustan cuando estoy en medio del proceso creativo de un libro es hacer algo distinto.

184. O sea, crear algo que sea totalmente diferente a lo que es mi vida. Eso es algo bastante importante para mí. Si escribiera sobre cosas que me ocurrieron cuando vivía en Ginebra, no lo haría como yo quisiera o no sentiría esa misma felicidad.

185. Para mí la artesanía de la escritura consiste en crear un universo nuevo. Por eso ubicar las novelas en lugares lejanos me permite volver a lugares que conocí muy bien y al placer de recordar lo acontecido cuando estuve allí.

186. Creo que tiene que ver con el contexto que uno quiera crear. Mis historias pueden ocurrir en cualquier parte del mundo. Yo las quise ubicar en Estados Unidos, pero no son exclusivas de ese país.

187. Para mí fue un reto personal escribir en primera persona. ¿Cómo iba a escribir algo que quería decir, pero que además fuera creíble y que no sonara como algo tonto?

188. Entonces apelé a un personaje que se pareciera a mí en la edad y en el entorno en que yo vivo, pero ante todo tuve la intención de crear un personaje en el que la gente creyera. No siento que me parezca a Marcus o que sea mi álter ego.

189. Creo que, más que lecciones, lo que estoy es haciéndome preguntas. Y no hay respuestas. De hecho no hay una sola respuesta en el libro. Es simplemente el hecho de preguntarse sobre el proceso creativo de escribir un libro.

190. Entre menos uses tu ego de escritor mejor para el texto. Es importante olvidar quién eres cuando escribes y tratar de hacer cosas nuevas con eso. Pero a veces puede ser bueno tener un poco de ego para darle valor a las cosas que estás haciendo. Creer que lo que escribes es importante y no ser menospreciado.

191. Es cierto que podríamos llamarlos personajes secundarios, porque no aparecen tanto tiempo en la novela como Marcus o Harry Quebert o como el trío de jóvenes en "El libro de los Baltimore", pero en la realidad no lo son. Son fundamentales, vitales para la historia, necesitan estar allí. Yo siempre me hago la pregunta, cuando estoy en el proceso de crearlos, de qué pasaría si quitara a ese personaje y si la historia podría continuar funcionando. Si continúa funcionando, es que no lo necesito, es que no respira, como dices, por sí mismo.

192. Tienes que recordar que yo antes de escribir "La verdad sobre el caso de Harry Quebert" tenía cinco novelas mías que habían sido rechazadas.

193. Todos los libros que envié a las editoriales me los devolvían sin publicar, así que cuando escribí "Harry Quebert..." estaba esperando la misma respuesta. No creía que iba a ser publicado o que iba a tener éxito.

194. Para mí la historia era fundamental, quería demostrar que no importa la edad o la profesión, cuando hablamos de amor no existe nada de eso.

195. Y después pensé que el hecho de que hubiera una menor haría que mucha gente dejara de leer el libro. O no lo comprara. Pero decidí dejarlo así, porque ese era el modo en que quería escribir la novela.

196. Lo que descubrí y me sirvió profundamente para mis siguientes libros es que tienes que trabajar y continuar trabajando con toda tu energía sobre el texto.

197. El consejo que más me sirvió fue el que decía de volver a releer lo que había escrito. Algo que yo no hacía, pero que fue fundamental para que al libro de "La verdad sobre el caso Harry Quebert" le fuera tan bien.

198. Un error que había cometido es que no me había dado el tiempo de releer mis manuscritos.

199. Algunas veces las personas a las que les daba a leer mis libros no pasaban de las primeras dos páginas, entonces tenía que volver a sentarme a leer, a escribir de nuevo, a releer de nuevo. Escribir es un proceso muy largo.

200. Curiosamente, yo siento que disfruté más escribiendo este último libro, me sentí más libre. Más cerca de lo que quería escribir.




Joël Dicker

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Joël Dicker.

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