1. Un escritor profesional es un aficionado que no se rinde.2. Más de una vez he dicho que no disfruto escribiendo, aunque el asunto merece una explicación. Yo creo en la existencia de un autor interior: esa criatura que es la que se inventas las historias y te las va contando. Tú no tienes más que escucharlas e intentar visualizarlas, y cuando tienes la idea y la imagen suficientemente completa, entonces sí, entonces te sientas a escribirla seis o siete horas diarias, pero no antes. Yo no me considero un autor, sino un escritor.
3. Digamos que, como escritor, me limito a transcribir lo que escucho y veo, y ese trabajo es duro y físico, nada que ver con volar en un avión.
4. He aprendido a distinguir entre el éxito como escritor y el éxito comercial. Para mí, el éxito se alcanza cuando logras la última línea del libro y abrazas a la criatura con esa sensación de plenitud.
5. No me quiero esconder de mi lector. Quiero decirle: aquí tienes lo mejor de mi humanidad, en este espacio privado que compartimos. Aspiro a ser un espejo para el lector, que vea de algún modo reflejadas sus experiencias, sus triunfos y sus fracasos, que pueda llorar o palpitar conmigo, como me ocurre a mí como lector cuando lloro o palpito con un libro. Un buen libro es una ocasión para cambiar tu visión del mundo, o al menos eso pienso yo.
6. Me halaga esa última definición, aunque la verdad es que mis libros son mucho más largos originalmente. Gran parte de la edición consiste simple y llanamante en cortar. En 'Alas para vivir', por ejemplo, suprimí los primeros quince capítulos y decidí empezar por el capítulo 16. Siempre me estoy cuestionando: ¿es necesaria esta frase? ¿son necesarios este párrafo o este capítulo?
7. No tengo muchos amigos escritores, ni me relaciono con el mundillo literario, pero Ray Bradbury me viene constantemente a la cabeza. "El vino del estío" es uno de esos relatos que te impregnan para siempre. De Ray aprendí también a aplicar a rajatabla mi primer principio como escritor: «No pienses, deja que las ideas fluyan». El segundo principio es: «Diviértete». Y el tercero: «No te preocupes, sigue el impulso y piensa que la historia te ha venido dada de algún modo, no te preocupes por lo que pueda pensar el editor o los lectores». Si hubiera tenido en mi mente a los editores cuando escribí "Juan Salvador Gaviota", posiblemente habría arrojado el libro por la ventana.
8. Escribir no me produce ningún placer. Si pudiera volverle la espalda a la idea agazapada en la oscuridad, si pudiera abstenerme de abrirle la puerta para dejarla entrar, ni siquiera agarraría la pluma. Pero alguna que otra vez se produce una gran explosión: cristales, ladrillos y astillas atraviesan violentamente la fachada y un personaje se yergue sobre los escombros, me agarra por el cuello y me dice dulcemente: "No te soltaré hasta que me pongas en palabras, sobre el papel".
9. Un bichito pequeño, de nariz puntiaguda, camina muy decidido sobre la página en que escribo, dirigiéndose definitivamente hacia algún lado. ¿No estaremos nosotros también trepando la página de algún cuaderno cósmico? Y todo lo que nos sucede, ¿no formará parte de un mensaje que podríamos comprender si solo encontráramos la perspectiva correcta?
10. El mundo es tu cuaderno de ejercicios, en cuyas páginas realizas tus sumas. No es la realidad, aunque puedes expresar la realidad en él si lo deseas. También eres libre de escribir tonterías o embustes, o de arrancar las páginas.
Richard Bach.
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BIBLIA DEL ESCRITOR.
Conto¿Quieres escribir? Entonces lee la Biblia del Escritor donde encontrarás todos los consejos de escritura dictados por las grandes maestras y maestros de la literatura. Después de haber leído estos aforismos que se convertirán en tus versículos, p...