Joël Dicker. II

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26. Algunos escritores quieren cambiar el mundo. No seas uno de ellos. Escribe para todos aquellos que, en su vida diaria, pasarán un buen rato con tu novela.

27. Cuando llegues al final del libro, ofrece a tus lectores un giro argumental inesperado. Mantén al lector en vilo hasta el último minuto.

28. Menciona en tus libros tus grandes acontecimientos.

29. A veces te vencerá el desaliento. No dejes nunca que te venza el cansancio o el miedo, utilízalo para avanzar, para seguir escribiendo.

30. El poder de los escritores está en decidir el final del libro, por ello, el último capítulo, siempre debe ser el más hermoso.

31. Si los escritores son seres tan frágiles, es porque pueden conocer dos clases de dolor afectivo, es decir, el doble que los seres humanos normales: las penas de amor y las penas del libro. Escribir un libro es como amar a alguien: puede ser muy doloroso.

32. Quizás su destino no era ser escritor sino ser amado por esa joven fuera de lo común; ¿podía existir un destino más hermoso?

33. No sé si los escritores son solitarios o es la soledad la que empuja a escribir.

34. Su editor es a la vez su mujer y su jefe: sin ellos no es nada, pero no podrá evitar odiarlos.

35. Y ya verá, algunos querrán hacerle creer que un libro tiene relación con las palabras, pero es falso. Se trata de una relación con la gente.

36. Los enamorados se separan y no se vuelven a encontrar, y así terminan las historias de amor.

37. Lo que sí es cierto es que no quiero obligarme a cambiar sólo para sorprender o para poder decir que soy ecléctico. No escribiré un libro de poemas porque sí, sino sólo si siento placer al hacerlo.

38. Y si todos los escritores debieran limitarse a sí mismos, la literatura sería espantosamente triste y perdería todo su sentido. Tenemos derecho a hablar de todo, de todo lo que nos conmueve. Y no existe nadie que pueda juzgarnos por eso.

39. Somos escritores porque hacemos diferente una cosa que todo el mundo a nuestro alrededor sabe hacer: escribir. Ahí reside todo nuestro ingenio.

40. ¿Cómo se sabe si un libro está terminado? Los libros son como la vida, nunca se terminan del todo.

41. Después de los hombres, habrá otros hombres. Después de los libros, hay otros libros.

42. ¿Qué es un editor? Un editor es un escritor frustrado que tiene un papá con suficiente dinero como para permitirle apropiarse del talento de todos los demás.

43. Me gustaría enseñarle a escribir, no para que sepa escribir, sino para convertirle en escritor.

44. Cuando decía que quería ser escritor me decían que eso no era un oficio; ahora que soy escritor me dicen que tengo que elegir un género. Es una problemática permanente.

45. Un buen libro, Marcus, no se mide sólo por sus últimas palabras, sino por el efecto colectivo de todas las palabras precedentes. Apenas medio segundo después de haber terminado el libro, tras haber leído la última palabra, el lector debe sentirse invadido por un fuerte sentimiento; durante un instante, sólo debe pensar en todo lo que acaba de leer, mirar la portada y sonreír con un gramo de tristeza porque va a echar de menos a todos los personajes.

46. Un buen libro, es un libro que uno se arrepiente de terminar.

47. Sí, siempre estoy escribiendo, siempre tengo un proyecto entre manos. Eso no quiere decir que ese proyecto vaya a ser el siguiente libro; tampoco me planteo saber cuál será el próximo.

48. De repente, como tengo éxito, todo el mundo piensa que tengo que escribir un libro cada año. Pero yo escribo porque me gusta y, a lo mejor, en un momento dado, me dedico a pintar o decido regresar al Derecho.

49. De momento, me interesa la literatura y escribo sin parar. Es cierto que en el caso de este libro las ideas me vinieron rápidamente porque tenía ganas de continuar con el personaje.

50. Es curioso lo que dice, porque parte de la idea, y estoy de acuerdo, de que uno escribe un libro, se edita e inicia su vida propia. Y a partir de ahí uno ya no puede hacer nada, los personajes son los embajadores de la historia que uno cuenta y hay que aprender a delegar en ellos.





 Y a partir de ahí uno ya no puede hacer nada, los personajes son los embajadores de la historia que uno cuenta y hay que aprender a delegar en ellos

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Joël Dicker.

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