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Alex:

Me desperté por la vibración de mi teléfono.

―¿Hola?―pregunté medio adormilada, la noche anterior me había quedado despierta preparando los demás pedidos que habían llegado a la página. Gracias al cielo, teníamos cierto éxito y después del gran pedido, vinieron otros más.

Llevaba días durmiendo solamente tres horas.

¿Alex?―dijo Estela, su voz sonaba rara.

―Hola Estela, ¿qué pasa?―pregunté con un bostezo. Estela nunca llamaba, era fan de mandar mensajes.

Creo que estoy a punto de tener un ataque de pánico.

Eso hizo que me despertara completamente.

―¿Qué? ¿Estás bien?―pregunté frotándome los ojos.

No lo creo, ¿podrías venir por mí, por favor?―Estela sonaba extremadamente nerviosa.

―Por supuesto―dije y me levanté tan rápido de la cama que casi me caí―. Mándame la ubicación.

Estela colgó e inmediatamente me llegó un mensaje con su ubicación. Ni siquiera consideré el cambiarme, me recogí el pelo, tomé mis pantuflas y bajé casi corriendo a la cocina para buscar las llaves del auto.

Solo me tomó diez minutos encontrar a Estela.

Se subió rápidamente al auto.

―Te traje agua―dije en cuanto la vi―. No sabía que tipo de emergencia era―Estela me abrazó.

―Creo que estoy a punto de desmayarme.

―¿Puedes, por favor, decirme qué está ocurriendo?―pregunté nerviosa, mientras le daba un repaso general. No parecía herida.

―Creo que estoy embarazada―soltó Estela.

Y de todas las cosas que podría haberme dicho, eso definitivamente no lo había imaginado.

―Wow ―solté―. ¿Cómo puede ser posible?

Estela me miró con pánico.

―Bueno pues, cuando una abejita y una flor...

―¡Eso ya lo sé!―solté y una risa se me escapó―. ¿Cómo puede ser posible que estés por tener un ataque de pánico y aún así puedas bromear?

―Lo siento―dijo Estela llevándose una mano a la cabeza, ella también estaba aguantando una risa nerviosa―. Cuando me pongo así, tiendo a decir lo primero que se me cruza por la cabeza...

―Pues bueno, dijiste creo. ¿No te hiciste una prueba?

―Acabo de comprar una en la farmacia.

―¿Te llevo a tu casa para que puedas hacértela?

―¿Podría hacerla en tu casa?―preguntó Estela―. Si Romeo se entera va a matarme.

Aunque no creía que su hermano fuera capaz de hacerlo porque la adoraba, entendía a Estela.

―Claro―dije y arranqué el auto para dirigirme a casa.

―Dios, creo que voy a vomitar.

―¿Síntomas?

―Alex, no lo digas...

Cuando llegamos a mi habitación, Estela ya se había tomado toda la botella de agua que le había dado y ya iba por la segunda.

―Sabes, creo que no deberías tomar tanto...

―Necesito saberlo ahora.

Yo solo asentí.

IT'S JUST A GAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora