Lover

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Alex:

Me desperté con la cara húmeda.

¿Acaso alguien estaba lamiéndome?

―¿Qué?―pregunté mientras abría mis ojos.

―¡FELIZ CUMPLEAÑOS!

Papá, Benja y Pedri estaban en mi habitación, llevando gorros de cumpleaños.

Sonreí al verlos, pero mi corazón saltó cuando vi que en los brazos de Pedri estaba uno de los seres más hermosos que yo había visto en mi vida.

―Feliz cumpleaños, hijita―dijo papá mientras me daba un beso en la frente―. Diecinueve añotes. Si te preguntan yo sigo teniendo veinticinco.

Sonreí ante su comentario.

―Feliz cumpleaños, Alex―dijo Benja mientras me abrazaba, correspondí a su abrazo con fuerza―. Aprovecha porque no te vuelvo a abrazar hasta dentro de un año―dijo y se me escapó una risa.

Pedri se acercó con una sonrisa a mi y sostenía a una bola de pelos rubia.

―Feliz cumpleaños, cariño―dijo colocándolo en la cama y a mi se me escapaban las lágrimas con sólo ver lo precioso que era el perro.

Me abalancé sobre Pedri en cuanto lo soltó y el se aferró a mi.

―Muchas gracias―susurré y Pedri me dio un beso.

―Se lanza sobre su novio―escuché que le decía papá a Benja en voz alta―. Ah, pero háblenle de abrazar a la persona que le dio la vida, ahí ni se diga―dijo con un tono de broma.

Pedri y yo reímos.

Me separé de Pedri sólo para ver al perrito que se estaba metiendo entre nosotros.

―Hola, mi amor―dije despacito, mientras dejaba que me olfateara. Era el mejor regalo que me habían hecho en la vida―. ¿Cómo?―pregunté mirando a Pedri, no podía dejar de sonreír.

―Benja me lo dijo, cuando le pedí que me ayudara con tu regalo―contestó Pedri y yo miré con una sonrisa a Benja, que se había sentado sobre mi cama y dejaba que el perrito se le acercara.

―Sé que te pusiste mal con la muerte de Toña―dijo Benja mientras se encogía de hombros.

Mi perrita aún era una punzada en mi corazón.

―María Antonieta ya era viejita, Alex. Estuvo desde que tenías cinco años―dijo papá que miraba al perrito sobre mi cama con una pequeña sonrisa―. ¿Qué nombre le piensas poner?

Una sonrisa se dibujó en mi rostro y miré a Pedri, que también me sonreía.

―¿Puedo ponerle pedrito?―pregunté y a Pedri se le borró la sonrisa.

Benja en cambio soltó una carcajada.

―Ni se te ocurra―me advirtió.

Lo pensé durante un momento.

―Por favor no lo llames Luis XVI ―volvió a interrumpirme Pedri.

―Me dejan sin opciones―me quejé, pero mi corazón saltó de felicidad en cuanto lo vi caminar hacia mí para que le hiciera cariño―August ―dije y lo acaricié detrás de la oreja, lo que pareció gustarle porque soltó un mini ladrido cuando dejé de hacerlo―, pero le diremos Auggie.

―¿Por qué ese nombre?―preguntó Benja con una ceja levantada.

―Por una canción de Taylor―dijo Pedri por mí.

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