Extra

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Alex:

―¿Lista?―preguntó Pablo antes de que bajáramos del auto.

Mis latidos estaban comenzando a acelerarse.

Cuando me levanté esta mañana estaba tranquila, calmada, expectante por esta cena, pero a medida que el reloj avanzaba, mis nervios iban en aumento y estaba bien, estaba tratando de tranquilizarme y estuve a punto de lograrlo o por lo menos eso creía hasta que Pablo estacionó en frente de la casa de papá e hizo esa pregunta.

―¿Alex?―volvió a hablar.

―¿Y si volvemos otro día?―solté rápidamente―. Mira, ni siquiera se me nota y eso nos da más tiempo.

Pablo sonrió y me tomó de la mano.

―¿Y qué le vamos a decir cuando finalmente se lo contemos y nos pregunte cuánto tienes?―me dio un beso en los nudillos―. Ya casi tienes cuatro meses, eso no nos deja mucho tiempo. Estoy seguro de que se va a enfadar si no se lo contamos ahora.

Por mucho que quisiera alargar esto, Pablo tenía razón.

Solo me faltaban dos días para cumplir los cuatro meses y para el siguiente control con la doctora ya podríamos saber el sexo de nuestro bebé.

Aurora estaba emocionadísima con preparar la fiesta de revelación y no podíamos seguir con todos los preparativos mientras le ocultábamos la verdad a mi papá.

―Esta bien, vamos―respondí y ambos bajamos del auto.

Pablo abrió la puerta trasera para sacar el regalo.

Saqué mis llaves, abrí la puerta y ambos entramos.

―¡Hola familia!―dije para avisarles que ya habíamos llegado.

―Hola―respondió Benja apareciendo por las puertas de la cocina―. Que bueno que llegaste.

―¿Me extrañaste?―pregunté mientras le revolvía el cabello a mi hermano y éste chocaba los puños con Pablo.

―Yo no―dijo y tuve que voltear los ojos―, pero deberías venir más seguido, papá sí que te extraña, cuando desayunamos es: Alex esto, Alex lo otro, voy a llamar a Alex para preguntarle si...

Solté una risa porque era verdad, desde que Pablo y yo nos habíamos mudado juntos, papá llamaba a menudo.

―Voy a venir más seguido―respondí y me saqué la chaqueta―. Es solo que ir de Roma a Barcelona una y otra vez está acabando conmigo.

―¿Puedo ir contigo la próxima?―preguntó Benja.

―Claro.

―¿Qué es eso?―añadió Benja dirigiéndose a Pablo, que había dejado el regalo en el suelo para sacarse su abrigo.

―Es un regalo para su papá―respondió Pablo y vi como sonreía.

―Pero no es el cumpleaños de papá, ¿o sí?―preguntó, de repente alarmado.

―No, enano.

―Entonces...

―¡Hola!―dijo papá mientras bajaba las escaleras, tenía una gran sonrisa en la cara―. Hola, hijita.

―Hola, papi―respondí y me acerqué para darle un abrazo.

Extrañaba vivir con ellos.

―Pablito―lo saludó papá.

―Sergio―respondió Pablo y ambos se dieron un abrazo.

―Que bueno que vinieron a cenar―comentó papá y comenzamos a caminar hacia la cocina―. Justo le estaba diciendo a Benja que deberíamos hacer esto más seguido.

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