Long Story Short

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Pedri:

Fue duro no mirar hacia atrás.

Al llegar a casa, Fer estaba esperándome y ni siquiera habló, simplemente me dio un abrazo. Aunque los entendía, eso no evitaba que doliera, así que abracé a mi hermano y esperé que en el futuro las cosas mejoraran.


―Gracias, por todo―le dije a Joaquín cuando salimos del juzgado.

―No es nada―respondió quitándole importancia―, pero como te vuelvas a meter en un lío como estos, tío, te juro que renuncio―añadió haciendo que soltara una risa.

―Te lo prometo, no más problemas de ahora en adelante.

Joaquín asintió.

Decidí tentar a la suerte y extendí mis brazos.

―Sé que quieres uno―añadí y Joaquín levantó una ceja.

―Soy un hombre, no necesito abrazos...

―Si tú lo dices...

―Ok, está bien―respondió y ambos soltamos unas risas al darnos unas palmadas en la espalda―. Creo que me merezco un aumento.

―Y un bono de Navidad también―ofrecí.

Joaquín soltó una risa y nos separamos en el estacionamiento, tenía una cita con Estela.

―Lo siento―escuché a mis espaldas.

Cuando me di la vuelta vi a Karina de pie, sus abogados estaban marchándose.

No respondí porque no podía perdonarla, no después de que todas sus acciones hayan tenido una repercusión directa en mi vida.

―Fue verdad lo que dije en la corte―siguió―. No lo hice solamente para librarme, tú y yo no nos acostamos esa noche.

Agradecí su aclaración, aunque eso no hiciera que las cosas estuvieran remotamente mejor.

―Prometo desaparecer de tu vida, creo que he entendido que no puedo obligarte a que te enamores de mí. Me costó mucho y... Lo lamento.

No dijo nada más. Comenzó a caminar en dirección a la salida, el sonido de sus tacones resonó durante varios segundos y yo no me moví hasta que finalmente dejé de escucharlos.

Fue entonces cuando por fin, después de meses y meses de angustia, solté un suspiro de alivio.

Era libre.



Alex:

―Felicidades, campeón―dije sobre sus labios.

Pablo soltó una risa.

―Aún no puedo creer que prefieras estar sentado sobre una alfombra con una cena que en realidad no está tan buena...

―Está riquísima―me corrigió y yo volteé los ojos porque no era cierto.

Yo había seguido una receta de YouTube.

―A estar celebrando con tu equipo. ¡Son los campeones de la Copa! ¡Toda la ciudad está emocionada!―dije y Pablo afianzó su agarre en mi cintura, estaba sentada sobre sus piernas y tenía apoyada mi mejilla en su pecho, se había convertido en mi lugar favorito porque aquí podía oír los latidos acelerados de su corazón.

―Escucha, no hay otro lugar en el mundo donde prefiera estar―respondió.

―Que cursi―respondí, aún cuando su comentario me hizo sentir la mujer más afortunada en el mundo.

IT'S JUST A GAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora