Timeless

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Alex:

Había estado todo el día sentada poniéndome al día con los trabajos de la universidad. Elle se había sentido muy feliz de verme y me había puesto al tanto con el desfile de Mariah, así que desde que había vuelto no había parado y el dolor de mis hombros a causa del estrés no había hecho más que incrementar.

Me detuve alrededor de las ocho de la noche porque mi apetito había vuelto, pero no tenía ganas de cocinar, así que decidí salir a comprar algo de comida para Auggie y para mí.

Estaba poniéndome unos pantalones cortos cuando tocaron a la puerta.

Era Pablo.

Y estaba sonriendo.

No pude evitarlo y aunque no sabía porqué sonreía, yo también lo hice.

―¿Estás ocupada?―preguntó y me hice a un lado para dejarlo pasar.

―Estaba tomándome un descanso de las tareas―dije y la curiosidad me venció―. ¿Puedo saber por qué estás tan feliz?

―Ganamos el partido―respondió simplemente.

―Pero...

―Y anoté cuatro goles―añadió y Auggie se acercó para que le hiciera cariño.

―No tenía idea de que jugabas hoy―dije y no supe bien que era lo que me había impulsado a hacerlo, pero no importaba, quería abrazarlo―. Felicidades.

―Gracias―dijo Pablo y en el momento en el que sus brazos me tomaron de la cintura, me recorrió una sensación que no había experimentado antes con él.

Me puse nerviosa.

¿Qué estaba pasándome?

―Te invito a cenar para celebrar―dijo cuando nos separamos.

―¿Vos y yo?―pregunté.

Pablo asintió.

―Pero y... ¿el equipo?

―Bueno, en realidad es que hoy hay una fiesta de celebración.

―¿Y por qué no vas?―pregunté, porque Pablo se merecía celebrar y vivir. No tenía que estar atado a mí todo el tiempo para cuidarme.

―Porque me apetece pasar tiempo contigo―respondió simplemente.


Pablo:

Lo solté porque era verdad, quería pasar tiempo con ella. La hubiera invitado a la fiesta de celebración, pero Alex estaba en recuperación y sabía que no era buena idea exponerla a tanto, no tan pronto.

Alex me miró y frunció su ceño.

―Pablo―dijo como un tono que me hizo sonreír―. No tienes que cuidarme todo el tiempo, estoy bien y deberías ir a celebrar, anotaste cuatro goles, te lo mereces.

―Alex―dije con el mismo tono y ella volteó los ojos, pero me devolvió la sonrisa―. Sé que puedes cuidarte sola, pero soy yo el que quiere celebrarlo contigo.

Entonces su sonrisa desapareció poco a poco y pensé que me había pasado. Quizás había creído que estaba insinuándome, me puse nervioso y comencé a pensar en mil maneras de cómo arreglarlo, pero entonces pasó y finalmente, después de tanto tiempo lo vi.

Su brillo.

Y fui totalmente consciente de los latidos de mi corazón.

Se quedó un momento en silencio y cuando aceptó, mi pulso se aceleró.

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