Invisible

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Alex:

―¿Te pasa algo?―le pregunté a Pedri mientras nos dirigíamos a su auto, era un mini cooper de color verde, muy mono, la verdad.

Pedri levantó una ceja y me miró antes de quitarle el seguro al auto y subirse.

¿No va a abrirme la puerta?

No sabía por qué me sorprendía, el chofer nunca se había caracterizado por su caballerosidad en especial.

Arrancó el auto y salimos del estacionamiento del set,  el silencio era ensordecedor de alguna forma, era bastante incómodo, pero no iba a ser yo la que lo rompiera, lo había intentado hacia unos segundos atrás y él me había ignorado deliberadamente, no iba a suplicarle que me dirigiera la palabra, sobre todo después de que yo había dejado a Aurora por venir a ayudarlo.

―¿No vas a explicarte?―preguntó Pedri unos segundos después de que yo hubiera decidido no rogar por su atención.

―¿Qué tendría que explicar?―pregunté mientras miraba por la ventanilla. Barcelona era muy hermosa.

―Estabas coqueteando con Liam―dijo entre dientes y esta vez yo levanté una ceja para verlo, ¿por qué le molestaba?

―En realidad, era él quien coqueteaba conmigo―respondí.

―Pero tú le diste tu número―dijo y paró el auto porque el semáforo se había puesto en rojo, aún así no me miró―, y, se supone que te llamé para que evitaras que esa chica coqueteara conmigo y se crearan falsos rumores y ahora vas y dejas que alguien te coquetee.

Una sonrisa se dibujo rápidamente en mi rostro.

―Pedro González, ¿acaso estás celoso?―pregunté y solté una risa.

―Ya quisieras―respondió con apatía, pero vi que sus mejillas amenazaban con levantarse.

―¿Entonces?

―Esta establecido en el contrato―dijo y esta vez me miró a los ojos―. Nos debemos fidelidad―concluyó, en ese instante el semáforo cambió a verde y las luces le reflejaron el rostro y dejó de mirarme para avanzar.

Me aclaré la garganta, se me había secado la boca.

―No le di mi número―respondí, volví a aclararme la garganta y mirar al frente, esto era un poco vergonzoso―. Me lo pidió, sí, pero le escribí mi Instagram, no planeaba aceptar la solicitud, es privado.

Pedri no respondió y casi habíamos llegado a mi casa.

Tampoco dijo nada cuando estacionó en frente, supongo que esperaba que me bajara de una vez. Estuve a punto de abrir la puerta cuando habló:

―¿Puedo tener el tuyo?―preguntó, despacio.

―¿Qué?―pregunté, de repente el aire dentro del auto parecía ser demasiado escaso.

―Tu Instagram.

―¿Quieres seguirme?―dije y Dios era una pregunta muy estúpida, era obvio que quería, sino no me lo estaría pidiendo en este momento.

―Pues, sí―respondió, su tono era risueño y no me atreví a mirarlo a los ojos, porque estaba segura de que se burlaría de mi―. Digo, es raro que sea tu novio y no te siga en redes, ni tu a mi.

―Tienes razón―dije y saqué el teléfono de mi chaqueta, lo desbloquee y se lo pasé, él me dio el suyo y nos dimos click en seguir al mismo tiempo.

Nos quedamos un momento en silencio. Conté hasta diez mentalmente y como él no dijo nada decidí hacerlo yo:

―Bueno, creo que debo irme.

IT'S JUST A GAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora