Snow On The Beach

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Pablo:

De repente...

Ya no podía...

Es que era ella.

Para mí, siempre había sido ella.

No entendía. No entendí el motivo por el cual Alex salió casi corriendo de la clínica. Mi primer pensamiento fue que algo le hubiera incomodado durante la terapia o que hubiera sentido el deseo de dejarla, tal vez estaba teniendo un mal día, tal vez quería volver a hacerse daño. Nunca me imaginé que la escucharía decir que...

Se había enamorado de mí.

Cuando esas palabras salieron de su boca no pude contenerme. Todas y cada una de las partes de mi cuerpo reaccionaron ante ella. Era lo que en el fondo siempre había querido escuchar.

Y tenerla en frente, con la respiración acelerada, diciendo que se había enamorado de mí mientras la lluvia caía sobre nosotros, no hizo más que hacer que quisiera ponerme de rodillas, por ese sentimiento que desde hace tanto tiempo me había estado frenando.

La culpa.

La culpa que me consumía día con día por sentir lo que yo sentía. La culpa por estar tan cerca de ella, pero no era lo suficientemente fuerte como para que yo la dejara perderse, no podía, la quería demasiado como para hacerlo. La culpa me golpeaba el pecho todas y cada una de las veces en las que nos tocábamos, los roces accidentales, los abrazos que no planeábamos, las sonrisas que hacían que mi corazón saltara.

Pero cuando la miré a esos hermosos ojos con los que había soñado desde que la conocí, todo desapareció y la besé.

La besé porque para mí siempre había sido ella.

Y cuando la sentí corresponderme con la misma intensidad, supe que...

Tal vez siempre sería ella.

Se había enamorado de mí y yo ya estaba estado enamorado de ella.

Alex llevó sus manos hacia mi cuello y por primera vez no me sentí culpable por tocarla, la tomé de la cintura y la atraje hacia mí, porque mentiría si dijera que no había pensado en como se sentirían sus labios sobre los míos. Mentiría si dijera que no había pensado en ella y yo juntos.

Pero en lo que no mentía, en lo que era completamente sincero, era mi creencia de que ella nunca llegaría a sentir algo por mí. Todo lo que yo había hecho por ella... Lo había hecho para ella, es que no había más que decir. No esperé nunca que se enamorara, no lo había hecho con esa intención.

No quería que este instante terminara nunca, no quería soltarla y en el momento en el que separara de mí, ver en sus ojos el arrepentimiento, no podía, pero tenía que suceder.

Ambos nos estábamos quedando sin aire.

Pero no volví a respirar hasta que me di cuenta de que ella no se había separado por completo. Alex me tenía sujeto de las mejillas y su nariz chocaba con la mía, tenía los ojos cerrados, pude apreciar sus largas pestañas y sus minúsculas pecas, tenía el pelo mojado y respiraba entrecortadamente, al igual que yo.

― Perdóname―susurró y sentí como mi corazón estaba sujetándose para no desmoronarse por lo que ella iba a decir a continuación―: Perdóname yo...

―Lo entiendo―susurré y solté su cintura.

Todo esto era demasiado bueno como para creer que era real.

―¿Qué?―susurró. Abrió sus ojos y cuando me miró, me di cuenta de que estaba llorando.

―Lo entiendo―volví a susurrar, porque aunque no entendiera, no quería obligarla a nada.

IT'S JUST A GAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora