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Alex:

Me levanté de la silla cuando tocaron a mi puerta.

―Hola guapa―me saludó Mona y Luis venía detrás de ella.

―Hola―dije mientras cerraba mi puerta―. No es por ser grosera, ¿pero qué hacen aquí?

―Ufa―se quejó Luis mientras se lanzaba al sillón―. Vinimos a visitar a nuestra querida amiga, ¿no podemos?

―¿Qué quieren?―pregunté con una pequeña sonrisa mientras me cruzaba de brazos.

―Esta vez nada, lo juro―añadió Mona, haciéndose la ofendida―. Sólo vinimos a pasar el rato.

―¿Esta es la prenda que pidió Elle?―preguntó Luis, que se había levantado del sillón y ahora estaba parado frente a mi maniquí de prueba―. ¿Cómo demonios te quedó tan bien? La mía está deforme.

―Yo aún no la cosí, tengo miedo de cagarla antes. Además, odio esa tela, no puedes coserla sin que comience a deshilarse―agregó Mona y se pasó al lado de Luis a observar.

―Pueden llevarse los moldes si quieren―dije mientras me sentaba en el sillón―. Acabo de terminarla.

―El día ha estado aburrido―soltó Luis y se sentó a mi lado―. La vida es tan aburrida sin un novio.

―Y que lo digas―Mona se sentó en la alfombra.

Me mantuve callada.

―¿Les apetece si salimos hoy?

―Me gusta la idea, la semana fue demasiado dura, no me vendría mal desestresarme.

―No lo creo, es jueves y la clase de mañana es a las siete―dije y me puse de pie para ir a la cocina por un vaso con agua.

―¿Escuchaste lo que dijo?―le preguntó Luis a Mona con un tono que indicaba sorpresa.

―Lo escuché y no lo creo―añadió Mona y se puso de pie para alcanzarme en la mesada de la cocina―. ¿Qué te está pasando? ¿Desde cuando que sea un jueves te ha detenido?

Los miré a ambos, me negaba a contestar a unas preguntas para las que ni siquiera yo tenía una respuesta. Me sentía igual, o bueno, casi igual, solo que no sabía exactamente que había cambiado, quizás el regaño de Elle había surgido efecto.

―Bueno, podemos divertirnos aquí entonces...

―Pueden divertirse aquí―agregué―, pero no cuenten conmigo.

―Así no tiene chiste―se quejaron ambos.

Me encogí de hombros.

―¿En serio no quieres?―preguntó Luis haciendo un puchero.

Cuando Luis se sacó el sobrecito del bolsillo mi piel comenzó a picarme y me sentí un poco ansiosa. Yo no era adicta, lo hacía solamente cuando quería dejar de sentir. Cuando mis sentimientos estaban a punto de sobrepasarme.

Mañana es viernes, sólo basta con que presentes la prenda y nada más, después podrás ponerte al día con los deberes.

Callé la voz de mi cabeza.

Yo no era adicta.

―Háganlo ustedes―repetí, pero fui consciente cuando comencé a rascarme.

―De acuerdo―dijo Luis y levantó ambas manos en señal de rendición.

Él y Mona se sentaron en la alfombra y quitaron los retazos de telas que había en la mesita del centro.

―¿Podemos poner música?―preguntó Mona.

IT'S JUST A GAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora