Garp desaparece por 2 meses y un día vuelve con un niño en brazos, pero aquel azabache estaba marcado con un extraño símbolo en su espalda.
Sabo recuerda haberlo visto en alguna parte y a Ace no le interesa saber.
Esta historia tiene contenido altam...
No tardaron mucho en encontrar a la bestia de la montaña Colubo, esta ves no necesitaron de carnada. Como la ves anterior, fueron Ace y Sabo los que atacaron primero, Luffy no se quedó atrás y también saltó sobre el.
Fue una pelea reñida, primero trataron de luchar individualmente, pero fue inútil contra el tigre gigante, el menor en un momento tropezó e hizo contacto visual con la bestia y no fue capaz de moverse cuando estuvo apunto de aplastarlo con una de sus garras. Los dos de 10 al instante se dieron cuenta de esto, corrieron a su lado y entre ambos detuvieron el golpe hasta que dejó de hacer presión y la quitó de encima, los hermanos se miraron. Así que los tres se coordinaron para trabajar juntos, el rubio sirvió como distracción para dirigir al animal hacia la trampa que sus otros dos hermanos estaban haciendo, el Monkey con sus habilidades de goma funcionaba como catapulta y el pecoso se preparaba para atacar. –¡Sabo! ¡Ahora!–le grito el azabache mayor y el de azul se quitó en un movimiento rápido.
El Portgas salió volando hacia el tigre y le dio un fuerte golpe en la cabeza, sumado con su fuerza y la del impulso, fue suficiente para que el animal cayera al suelo desmayado, siendo ellos los ganadores. Los hermanos celebraban, hasta que los de sombrero cayeron en cuenta de que fue Ace el que dio el golpe final, él sería el capitán, los dos se deprimieron al percatarse de eso, en especial el menor, el Portgas lo notó murmurar quejándose y se dio cuenta de lo que pasaba, recordó la conversación que tuvo con Naguri la noche anterior, no eres capitán hasta que tu tripulación te reconozca como tal. –Oigan, dejen de llorar, olviden la apuesta de antes–los dos lo miraron sorprendido y confundidos–Pronto yo haré que me hagan capitán–sonrió con seguridad y sus hermanos lo imitaron, los tres estaban determinados a convertirse en líder.
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Naguri los felicito mucho y después de 3 días, su barco estaba totalmente arreglado, llegó el momento de la despedida. –Debo de agradecerles, jamás hubiera logrado repararlo de no ser por ustedes, ahora puedo recuperar a mis nakamas, muchas gracias–les dijo con una gran sonrisa que le fue devuelta por los tres. –¡Buen viaje! –¡Nos vemos! –¡Cuídate!
Y así el barco de el pirata se alejó hasta desaparecer, era ya tarde, fueron a su escondite y al llegar subieron a descansar. –Extrañare a Naguri–hablo el Monkey. –Lo veremos cuando los tres zarpemos al mar, Lu–le dijo el pecoso con una pequeña sonrisa. –Escuche que en los próximos días habrá lluvia y viento–mencionó el rubio. –¿No será mejor ir a Terminal Gray por madera si es que el refugio se daña?–sugirió el menor. –La madera de sobra estorbaría, si nuestro hogar se daña, lo mejor sería ir por el material justo–le explicó el de azul.
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Pasaron los días y una gran lluvia llegó, los dos mayores mandaron al pequeño a sujetar su bandera, para que no volara con el fuerte viento que los azotaba. Era cierto que aquel desastre hacía grietas en su hogar, pero tenían unas grandes sonrisas mientras sentían el viento en su rostro. –¿¡Es todo lo que tienes!?–le grito el Portgas al cielo, causando que una fuerte ráfaga viniera.
El de sombrero de paja pareció ser el único afectado, resbalándose, pero antes de caer logró sujetarse, sus brazos se estiraron mientras el aire trataba de arrastrarlo consigo. –¡Luffy!–gritaron ambos mientras subían a sujetar sus manos para sostenerlo de manera firme.
Los dos de 10, sabiendo que el pequeño no estaba en peligro, no pudieron evitar reír al verlo suspendido como si se cometa se tratara. –¡Dejen de reírse y ayúdenme!–se quejó el Monkey y sus hermanos obedecieron al momento de que las carcajadas se acabaran.
El azabache mayor subió a sujetar su insignia, después de llamarlo inútil al menor como por lo menos 15 veces, pero negándole volver a subir y diciéndole que se resguarde del viento, obligando a su otro hermano a prestarle su característica chaqueta azul. –Ace piensa que soy un debilucho. –No es eso Lu, solo se preocupa por ti–el pequeño lo pensó unos momentos y luego negó con la cabeza. –El no se preocupa por nadie. –Por ti si, créeme. –No imagino que yo le importe, la única ves que me hizo un favor fue cuando encontró mi sombrero en la casa de los bandidos–Sabo ante eso, colocó una mueca, recordando aquel momento. –Ah...bueno...esa ves, digamos que no es que lo haya encontrado como tal. –¿Ah? ¿A que te refieres?–pregunto y el rubio bajo la cabeza avergonzado, para luego exhalar un suspiro. –Fuimos nosotros quien escondimos tu sombrero–hubo unos momentos de silencio. –¿¡QUE!? –¡Oigan! ¿¡Qué pasa haya abajo!?–pregunto el pecoso desde arriba al oír el gran grito. –¿¡Por que hicieron eso!?–hablo alterado el pequeño, sin importarle la anterior pregunta de su hermano. –En serio perdón, estábamos enojados ese día contigo. –¿¡Y ustedes sabían desde el principio donde estaba!?–el de azul tardó unos segundos en responder con un asentimiento.
El pequeño sintió su corazón chocar fuertemente contra su pecho, su respiración se aceleró y se apoyó en la pared por la repentina falta de equilibro, su mente se nublo por la cantidad de pensamientos que la inundaban. Estaba consciente de que en ese momento ellos no lo querían, pero en aquella situación, verdaderamente la pasó mal, recordaba a Ace y a Sabo mirándolo, sin hacer nada, para luego irse y no volver hasta la noche, amaba a sus hermanos, pero ellos...lo habían torturado. La sangre en sus manos y las cosas que rompió, ellos vieron todo aquello, no eran amigos, pero ¿como alguien podía hacer algo así? No, si conocía a personas capaces de hacerlo, los Tenryuubitos, pero los chicos que estaban allí, eran sus ahora hermanos.
Se apoyo en la pared y se deslizó hasta el piso para abrazar sus piernas, estaba enojado, pero eso no era la causa de su reacción, era el comparar a los Dragones Celestiales con dos de las personas que más amaba, no quería, no podía hacer eso, pero la imagen no salía de su mente, alterándolo. Dejó de prestar atención a su ambiente, hasta que sintió a dos personas sentarse a su lado y tomar sus manos, levantó la cabeza y vio a los dos mayores mirándolo preocupados. Estiró sus piernas, sentándose normal y antes de poder decir algo, ambos lo abrazaron fuertemente. –Luffy–lo llamó Sabo. –Perdónanos–continuó Ace.
El menor estaba desconcertado y sorprendido, pero también feliz de escuchar eso, estiró sus brazos para poder rodear a los dos con una sonrisa. –Está bien, pasado pisado–los de 10 años rieron con lo último y los tres hermanos se quedaron así un rato.