Libertad

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Luffy miró a la bestia, sin ser capaz de moverse o atacar, pensó que moriría allí mismo, sentía toda aquella situación pasar tan despacio, como si el mundo quisiera alargar su agonía, pero antes de ser atacado y probablemente asesinado, alguien lo sujeto y lo tiro lejos, alejándolo de ese monstruo.
Cuando pudo ver bien la situación, observó a un hombre bastante viejo con un martillo, estaba frente a frente con el animal, ninguno de los dos se movía, hasta que segundos después, el tigre de la montaña Colubo, dio la vuelta y se marchó.
Seguía bastante aturdido por todo aquel susto y había un pitido incesante en su oído, el ruido del mundo se apagó en cuanto una corriente de aire levantó un poco la capa que el anciano poseía encima, debajo de ella había un símbolo que ya había visto antes, hace mucho tiempo.
Un puño con dos martillos cruzados.
Vio a sus dos hermanos correr hacia él, con una clara preocupación.

Era de noche, la mayoría estaba durmiendo o mordiendo sus cadenas, estaba acostado en busca de conciliar el sueño, se le estaba haciendo difícil, su cuerpo ardía, pero el ambiente estaba tan frío

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Era de noche, la mayoría estaba durmiendo o mordiendo sus cadenas, estaba acostado en busca de conciliar el sueño, se le estaba haciendo difícil, su cuerpo ardía, pero el ambiente estaba tan frío.
–Oye Servus–escuchó a alguien llamándolo y miró–Ten, lo guarde de la tarde–le dijo mientras le pasaba un pedazo de pan casi intacto.

Luffy lo tomó y se lo llevó a la boca, comiendo de a pequeños bocados.
El hombre a su lado sonrió, habían sido compañeros de celda por 1 año, no hablaban mucho porque no se les permitía, pero tenían pequeños cruces de palabras y ayudaban al otro cuando tenían la oportunidad.
Grender era un hombre de 74 años, pero con fuerza y habilidad de realizar trabajos pesados, su pelo era blanquecino y tenía tatuado un puño con dos martillos cruzados, este siempre lo cuidaba y cada que podía le contaba historias del mundo de afuera, ya que este recién había sido capturado hace 7 años.

El y Luffy no se podrían llamar amigos, pero eran la pequeña luz de esperanza en aquella oscuridad, un pequeño lazo que sujetaba a ambos de no ceder ante el mundo.

El y Luffy no se podrían llamar amigos, pero eran la pequeña luz de esperanza en aquella oscuridad, un pequeño lazo que sujetaba a ambos de no ceder ante el mundo

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–¡Luffy!–le gritaron sus dos hermanos, haciendo que vuelva a la realidad, Ace y Sabo lo abrazaban y el menor correspondió al darse cuenta.
El rubio se volteó al adulto, se notaba sorprendido y agradecido.
–¿Naguri? ¿Como hiciste eso?–le pregunto el de azul, sin soltar a su hermanito, que seguía tratando de asimilar todo.
–¿Lo conoces?–intervino el pecoso.
–Si, vive en Terminal Gray.
–No deberían de jugar con bestias tan peligrosas siendo tan débiles–les reprochó el adulto.
–Vaya, hiciste que ese tigre saliera huyendo–alago impresionado el pecoso.
–¿Desde cuando eres tan fuerte?

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