Marca

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Luffy camino hacia la habitación, estaba algo cojo y a Sabo le dio cierta pena.
–Ace, ve a buscar unos vendajes y agua para desinfectar, también préstale ropa tuya limpia–ambos azabaches lo voltearon a ver, uno sorprendió y con una sonrisa, otro con una suma cara de disgusto.
–¿Que? ¿Por que tenemos nosotros que cuidarlo?
–Porque el abuelo hace una semana dijo que vendría a ver cómo está y si lo encuentra en este estado, ¿adivina a quien va a castigar?
–Hazlo tu, préstale tu ropa.
–Tu y Luffy comparten casi el mismo estilo, yo soy el que se viste diferente y se vería raro con lo que yo ocupo.

A Ace no le agradaba para nada tener que curar sus tontas heridas y más aún, prestarle ropa, pero estaba cociente de que su amigo tenía un buen punto y si el viejo veía a ese mocoso en ese estado, iban a tener que pagarlo ellos.

Los 3 subieron hacia la habitación que compartían y Sabo le dijo a Luffy que se sentara en el suelo, este obedeció y Ace fue a buscar un balde de agua.

–Bien, quítate la parte de arriba para verte mejor.
–No.
–Nesecito revisarte–le explicó mientras tomaba su camiseta para sacársela, Luffy tomó sus manos mientras se alejaba, impidiéndole quitársela.

Sabo trato de nuevo sin querer ser demasiado brusco, pero el más pequeño se alejaba de él, sin dejar que vuelva a tocar su ropa.
Ace llegó al poco rato con un balde de agua en sus manos y se extrañó al divisar aquella escena donde Luffy corría más que asustado de Sabo y el último lo perseguía, dejó el balde en el suelo.

–¿Que carajos le hiciste?–pregunto con el ceño fruncido, no planeaba tener que lidiar con un mocoso vuelto loco por toda la noche.
–No le hice nada, trate de quitarle la camiseta para ver sus heridas y se puso así–Ace no tendría paciencia, tomó de ambos brazos al menor mientras este pataleaba.
–Quítasela de una ves.

Sabo se acercó y Luffy comenzó a gritar, así que el rubio le tapó la boca mientras le quitaba la camiseta, pero no logró hacerlo al sentir como gotas de algo caían en su mano, levantó la vista y vio al más pequeño llorando y mirarlo con sumo terror.
El rubio admitió sorprenderse y se alejó, el pequeño tenía la respiración agitada y seguía forcejeando contra el mayor.

–Ace, suéltalo.
–¿Que? Vamos, fue tu idea ayudarlo.
–Y lo haremos, pero suéltalo.

El Portgast lo soltó y el más pequeño huyó a un rincón, sentándose en este y abrazando sus piernas.

–Oye, ¿sabes cómo desinfectar y vendar?–le pregunto Sabo al Monkey y como respuesta el contrario asintió–Bien.

El de azul tomó del brazo al pecoso y salieron de la habitación para dejar al menor solo.
–Maldita sea, Sabo, ¿por que simplemente no le arrancaste la puta ropa?
–No lo se, me dio pena.
–¿Por que?
–Me miró con miedo, estaba aterrado ¿por que crees que reaccionó así?
–No tengo idea y tampoco me importa, por mi que sus heridas se infecten.
–No seas tan cruel con el.

Después de un rato, ambos entraron a su habitación y vieron al menor dormido, tapado con una manta, el rubio se acercó y lo destapó.

–¿Que haces?–pregunto el azabache mayor.
–Veo que lo haya echo bien.

Luffy estaba totalmente dormido y boca arriba, estaba sin camisa, pero los vendajes tapaban su torso, algo lo hizo removerse y acomodarse quedando de espaldas a Sabo, este último se sorprendió al ver lo que estaba en su espalda.

Por los vendajes sólo veía la mitad de la marca, un círculo con tres triángulos arriba y uno abajo, por la oscuridad del cuarto no podía verla muy bien y solo veía la silueta, pero aquel símbolo se le hacía muy familiar, estaba seguro de haberlo visto en algún otro lado.

Por los vendajes sólo veía la mitad de la marca, un círculo con tres triángulos arriba y uno abajo, por la oscuridad del cuarto no podía verla muy bien y solo veía la silueta, pero aquel símbolo se le hacía muy familiar, estaba seguro de haberlo v...

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Fueron pasando los meses y todo seguía exactamente igual, Luffy trataba de alcanzarlos, pero siempre Ace y Sabo eran más rápidos, algunas veces vino Garp a entrenarlos, pero siempre solía ser menos duro con el más pequeño, cosa que enojaba especialmente al pecoso. Ahora tanto el Portgast y el rubio estaban en la ciudad por sugerencia del último.

–Sabo, recuérdame el por que estamos aquí.
–¿Recuerdas hace unos meses cuando revise los vendajes de Luffy mientras este dormía?
–¿Cuando se volvió loco?
–Si.
–Bueno ¿entonces qué pasa con eso?
–Tenía una extraña marca, no sé si era pintura o algún tatuaje, pero estoy seguro de haber visto ese círculo en otra parte y vinimos aquí para buscarlo.

Le explico mientras los 2 entraban a una de las más grandes bibliotecas de la ciudad, Ace seguía a su amigo a regañadientes en tanto veía como este leía y leía libros.
Pasaron por lo menos 5 horas y Sabo seguía sin encontrar nada.

–Oye, juro que si quieres leer alguna otra maldita cosa, yo me iré, contigo o sin ti–le amenazo el azabache, ya bastante aburrido de seguir allí.
–No seas tan impaciente, creo que encontré lo que buscaba.
–Bien, tu léelo, yo me largo.
–Oye, Ace.
–¿Que?
–¿Tienes energías para correr?
–Supongo que si, ¿por que lo dices?

Sabo sonrió de lado, tomó del brazo a Ace y ambos salieron corriendo con el libro en manos, la bibliotecaria que los estaba viendo, trato de perseguirlos, pero la perdieron unos cuantos metros después.
Salieron de la ciudad, pasando por Terminal Gray, por el bosque y por fin llegar a donde los bandidos e ir a su cuarto.

–Maldita sea, me doble el tobillo por tu estupido librito, ¿por que te interesa tanto esa marca que tiene el mocoso ese?
–Siento que es importante.
–¿Y por que no solo le preguntas al viejo?
–Dijiste que Luffy había desaparecido por muchos años, tal ves él tampoco sepa y no quiero que el tonto se entere de que vi su marca.
–¿Y por que?–se notaba la clara confusión en el rostro del mayor.
–Porque tal ves era eso lo que quería ocultar cuando se negaba a quitarse su camiseta.

La conversación terminó allí, cuando escucharon unos pequeños pasos dirigirse a la habitación, era obvio quien era y sus sospechas se confirmaron al ver entrar a Luffy con una gran sonrisa dirigida a ellos. El rubio escondió el libro antes de que el más pequeño entrara.

Ace y Sabo lo pasaron de largo y salieron a cazar la cena, el menor trato de perseguirlos, pero no logró alcanzarlos, así que solamente siguió deambulando por el bosque gritando sus nombres.

Al día siguiente, se había cernido sobre toda la isla una gran lluvia, cosa que alegró a los más mayores de los 3 niños, pensando que gracias a eso, el Monkey no intentaría ir al bosque, pero claro fue su error al verlo corriendo tras ellos de nue...

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Al día siguiente, se había cernido sobre toda la isla una gran lluvia, cosa que alegró a los más mayores de los 3 niños, pensando que gracias a eso, el Monkey no intentaría ir al bosque, pero claro fue su error al verlo corriendo tras ellos de nuevo, con sus mangas y pantalones cortos y como lo único que lo protegía de la lluvia era su tonto sombrero.

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