Sueño a la vista

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Garp sintió su corazón estrujarse y sus manos temblar, no podía quitar la vista de aquel horrible símbolo que su querido nieto poseía.
Shanks también lo estaba viendo, eran muy pocas las veces en las que el pequeño mostraba su espalda, solo cuando era absolutamente necesario lo hacía.
–Lu...¿c-como te hiciste eso?–pregunto el Marine aferrándose a la mínima esperanza de que sea tan solo una coincidencia.
–Los Tenryuubitos–respondió con apenas un hilo de voz, aún le seguía causando un gran terror el simple echo de pronunciarlo.

La sangre del Vice Almirante se heló por completo, su corazón palpitaba con fuerza y una gran rabia lo estaba consumiendo, claro que sabía lo que los Dragones Celestiales podrían hacerle a los hombres fuertes, ocuparlos de mano de obra contra su voluntad, pero ¿qué harían con un pequeño niño? Aquella pregunta lo carcomía, pero no tenía el valor de decirla, jamás pensó que las personas que el gobierno protegía pudieran ser tan horribles.
–¡Bogard!–llamó el de cabello blanquecino, tratando de que su voz sonara tan segura como siempre.

El mencionado no tardó en entrar, un hombre con un traje marrón y una capa de la Marina, llevaba consigo una espada y un sombrero del mismo color que su traje.
–Bogard, necesito que te lleves a Lu a otra parte, necesito hablar a solas con Akagami.
–A la orden Vice Almirante–el adulto se acercó a donde el menor, que ya se estaba acomodando su ropa y se arrodilló ante el–Hey pequeño, me han hablado mucho de ti, soy Bogard–saludo el de sombrero con una pequeña sonrisa mientras extendía su mano y el niño delante suyo hizo lo mismo, estrechándola.
–Luffy–se presentó el azabache y el oficial se lo llevó fuera de la oficina, dejando al capitán pirata y al Vice Almirante solos.

Al pequeño no le preocupaba lo que el pelirrojo podría decirle a Garp, siendo que él jamás le contó directamente lo que le había pasado allí, pero asumía que él lo intuía.
Ahora estaba junto con el hombre de antes en la cubierta, admitía que le incomodaba bastante el echo de como todos lo miraban y murmuraban, esa incomodidad pasó a pánico en el momento en que un pensamiento se clavó es su mente "¿Y si vieron mi espalda?" Esa era la única razón que encontraba, todos ellos ya sabían que fue un esclavo, de lo humillado que fue y lo sucio que esta ahora. Sintió el aire volverse pesado, no le agradaba para nada él como veía los rostros de todos juzgándolo, bajo su mirada y comenzó a jugar con sus manos en busca de calmarse, su respiración se agitaba y sentía su mundo dar vueltas, trataba de observar algo que lo tranquilizase, pero no encontraba más que ojos con su vista en el.

Bogard notó este comportamiento y la razón del por qué, colocó su mano en el hombro de Luffy en señal de cierto apoyo mientras se dirigía a los Marines.
–¡Atención! ¡Todos vuelvan a sus tareas habituales! ¡Esto no es ningún descanso!–ordenó con firmeza y todos los tripulantes acataron, volvió su vista al menor–Tranquilo, ellos solo están sorprendido de que estés vivo, después de todo desapareciste por 7 años.
–S-Solo por eso me miran ¿v-verdad?–pregunto con su voz temblorosa, tratando de calmarse y convenciéndose a sí mismo que solo era por eso.
–Si, en ellos no hay nada más que curiosidad.

Pasó 1 hora y media, Bogard llevó de nuevo al azabache a la oficina de su abuelo y al entrar se sorprendió de ver todo destrozado, miró a Shanks el cual estaba parado en un rincón observando a Garp que estaba en el piso apoyándose en la pared.
–Luffy, ven–llamó el Vice almirante y el pequeño se acercó, recibiendo un gran abrazo de su abuelo, no tardó en corresponder aunque no entendía el por qué–Lo siento tanto...jamás debí de dejar de buscarte, nunca más volveré a permitir que te pongan las manos encima.
–Está bien, no es tu culpa–era cierto que en un momento sintió un gran odio hacia las personas que estaban a cargo de él, las repudiaba porque gracias ellos terminó así, pero al conocer a su abuelo, toda aquella irá se deshizo.
–Mi pequeño monito, aguantaste demasiado.
–No es tanto una ves que ya pasa–mintió.
–Luffy...¿tú recuerdas quien te entregó a aquella subasta?
–Solo un nombre y una cara borrosa...se llama algo así como...Tich...Taich...¡Teach! Si, estoy seguro de que era así.
–Encontrare a ese maldito y lo haré pagar, ¿okey?–el menor asintió.

Estuvieron abrazados un buen rato, hasta que Garp logró calmarse con su nieto en brazos, fue así que llegó lo que Luffy más temía, el adiós de los pelirrojos.
Se despidió de todos y cada uno, hasta llegar con el capitán, sus ojos no paraban de lagrimar aunque se esforzaba mucho para no romper en llanto.
–¿Que pasa, Anchor? ¿Ya no pedirás unirte a mi tripulación?–el pequeño negó con la cabeza.
–No, no planeo unirme a ninguna tripulación, yo formaré la mía y...–se quedó callado por unos momentos, hasta que tomó aire para gritar lo más fuerte que pudo–¡Y seré yo quien se convierta en el rey de los piratas! ¡El hombre más libre de todo el mundo!–había estado pensando en eso por mucho tiempo, pero era la primera ves que tenía el coraje de decirlo en voz alta.

El rostro de los Marines se petrificó y todos voltearon a ver al Vice Almirante, que estaba con la boca abierta y visiblemente enojado con Akagami, pero este en cambio solo sonrió.
–Entonces, en ese caso...–pronunció el pelirrojo mientras se quitaba su sombrero y lo colocaba en la cabeza del pequeño–Te lo encargó, devuélvemelo la próxima vez que nos veamos, cuando te conviertas en un gran pirata.

–pronunció el pelirrojo mientras se quitaba su sombrero y lo colocaba en la cabeza del pequeño–Te lo encargó, devuélvemelo la próxima vez que nos veamos, cuando te conviertas en un gran pirata

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Luffy sonreía mientras tomaba el sombrero en sus manos y miraba a sus hermanos.
–Y así fue como escape y llegue hasta aquí, Shanks me salvo, a él le debo todo, no solo corto mis cadenas, si no que me dio un sueño y este sombrero es el símbolo de que él cree que lo cumpla.
–Entonces por eso es tan especial–hablo Sabo.
–Exacto, es mi todo, mi mayor tesoro.

Los dos mayores sonrieron, era el atardecer y los tres se quedaron observando la tan maravillosa vista que poseían, luego de que anocheciera, bajaron y se acomodaron para pasar su primera noche en su ya oficial escondite.
Lastima que los sueños del menor no fueron tan dulces como él esperaba en un momento tan feliz.

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