Garp desaparece por 2 meses y un día vuelve con un niño en brazos, pero aquel azabache estaba marcado con un extraño símbolo en su espalda.
Sabo recuerda haberlo visto en alguna parte y a Ace no le interesa saber.
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–¿Q-Que?–pregunto desconcertado, mientras se sentaba para mirar a su hermano y secar sus lágrimas. –Para recubrir tu marca, tu piel no se recuperará, pero les quitará sus significados a tus cicatrices, al verte nadie sabrá de donde vienes. –¿Y como lo haríamos? –Podríamos hacerlo con piedras o agua caliente, te dolerá mucho, pero ya estarías completamente libre.
El menor estuvo varios minutos en silencio, sin saber que decidir, quería deshacerse de su marca, pero aún recordaba vívidamente el dolor que sintió, volver a ese tormento de sentir su piel quemarse de nuevo, era algo extremista, pero el simple echo de cargar aquel símbolo imborrable por toda una vida, era tal ves peor que unos cuantos días. –La idea no creo que le gustaría a Sa–se vio interrumpido por su hermano. –El no está aquí, Lu, la decisión de hacerlo recae completamente en ti, te apoyaré en lo que sea.
El de 7 lo miro por unos cuantos segundos y luego no dudó mucho en darle un fuerte abrazo a su hermano, el cual no tardó en corresponder. –¿De verdad crees que no fue mi culpa? –Escúchame, aunque él haya aceptado por chantaje, lo habría sido tu culpa, nada de lo que te pasó fue por causa tuya–el de cicatrices de aferró aún más a él–No merecías eso.
Luffy no aguanto mas y comenzó a llorar, de su boca salían fuertes lamentos y de sus ojos lágrimas que recorrían su rostro. Ace no podía hacer nada más que abrazarlo, las palabras no eran lo suyo y no quería empeorarlo, pero esperaba que su hermano entendiera que lo apoyaba, que estaba para él aunque no sea verbalmente. Pasaron un rato así, hasta que el menor quedó dormido en sus brazos cuando su llanto se volvió débil, el pecoso al darse cuenta, lo acostó y tapó, él siguió sentado y su vista se fijó a las tazas de Sake que tenían colgadas, las mismas que habían utilizado para jurar su hermandad, seguía sin decidirse qué sería lo mejor para sus hermanos. –Sabo...Telescopio...–murmuraba el Monkey en sus sueños.
El azabache lo miro con ternura y acaricio su cabello, con cuidado de no despertarlo, sabiendo que ahora serian él y el menor contra el mundo. Reflexionó un poco la última palabra del pequeño y recordó algo, se levantó rápidamente, se colocó sus zapatos y tomó su tubería para luego salir, cuando se llevaron al rubio, se le había caído algo importante del bolsillo.
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Su padre lo obligó a testificar en contra de sus hermanos, él se negó completamente, pero el noble término sobornado al oficial, ahora un huérfano y un esclavo estaban en los registros policiacos como delincuentes. Odiaba que el secreto más íntimo de su hermanito se haya expuesto. Luego de aquello, conoció a su "hermano" adoptivo, alguien mimado y complaciente, nada que a Sabo le interesara, tuvo una breve conversación con el. –Oye, hermano mayor–lo llamó, cosa que le molesto, solo Luffy podía llamarlo así–Escuche que eres un idiota–el castaño se rió de su propio comentario–Mamá y Papá siempre están diciendo eso, pero tienes mucha suerte de que te sacaran antes del gran incendio de mañana–eso llamó la atención de Sabo y lo volteó a ver confundido, pero manteniendo su rostro fruncido–Si te hubieras quedado en Terminal Gray, de seguro hubieras muerto quemado–dijo como si nada, mientras se sentaba en la cama, el ex noble se acercó a paso determinado hacia el–De todas formas hubiera sido mejor para mi si el hijo legítimo no hubiera regresado a cas–no terminó de hablar porque el contrario lo tomó fuertemente del cuello de la camisa, levantándolo un poco–¿¡Que estás haciendo!? ¡Le dire a papá! –¿¡De que mierda estás hablando!? ¡Dime todo lo que sabes!–le ordeno de una forma amenazante. –Mañana habrá un gran incendio en Terminal Gray, tu no sabes nada porque no estabas aquí, pero se decidió hace meses. –¿¡Y por que harían algo así!? –El reino decidió que sería mejor quemar la inmundicia de este país, para la llegada de los Tenryuubitos, así que decidieron convertir ese lugar en cenizas, así...este país será más hermoso. –¡¿¡Que demonios estas diciendo!? ¡Eso es imposible! ¡Mucha gente se quedaría sin hogar! –Vaya...parece que no me estás escuchando, toda la basura se quemará.
Sabo lo entendió y quedó petrificado, lo soltó y fue a buscar su chaqueta, sombrero y tubería, no dudó mucho para saltar sin dificultad por la ventana y empezar a correr por la ciudad, convenciéndose a sí mismo que todo era una mentira. Detuvo su paso cuando vio a los hombres que lo llevaron consigo esta tarde, los siguió, cuidando no ser descubierto y los observó entrar a un lugar, se asomo por una ventana y miro a muchos sujetos enmascarados parados al rededor de una mesa que en el centro había un mapa de Terminal Gray, en el cual habían X mascadas por casi todas partes.
Escucho atento y su sangre se heló al confirmar que era verdad, planeaban el incendio de la mano con los piratas Bluejam, los cuales colocaron cajas con aceites y explosivos, no pudo evitar sentir una gran rabia hacia tan estupida idea.
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Ace se dirigió al mismo lugar donde su hermano se había ido con su padre, había llevado un encendedor con el cual alumbrarse y entre los escombros, divisó aquella figura que había caído del bolsillo de su hermano. Se acercó y al tomarlo, vio que era un telescopio, una pequeña sonrisa apareció en sus labios, sonrisa que se desvaneció al recordar la situación en la que estaban. Salió de allí con el telescopio en mano y volvió al refugio, escondió el regalo de Sabo para su hermanito, con el fin de poder dárselo en su cumpleaños, como el rubio tenía planeado.
Al llegar se sentó al lado del menor, que yacía completamente dormido y murmurando incoherencias. Miro sus manos, brazos y lo que se asomaba de sus piernas, veía sus cicatrices, sabiendo que en algún momento fueron heridas, no era capaz de imaginárselo en una celda, ensangrentado y sin aquel característico brillo en sus ojos. Observó su rostro y esbozó una pequeña sonrisa al ver la cicatriz debajo de su ojo izquierdo, su hermano sí que era alguien duro de roer, tanto por lo que pasó y aún así él fue el único capaz de lograr herir su cara.
Después de unos 20 minutos el sueño comenzaba a ganarle y se acosto, abrazando a su hermanito y sintiendo que este, aun dormido, se acurrucaba en su pecho. No le molesto, le tranquilizaba el sentir la leve respiración del Monkey.