Un nuevo abuelo

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Los dos lograron volver al Red Force y todos estaban sorprendidos al ver a su capitán con una extremidad faltante, pero también aliviados de ver al pequeño a salvo.

Hongo curó al Akagami vendando su gran herida y el pelirrojo les explicó todo lo que había pasado, Luffy en todo momento estuvo a su lado, hasta que llegó la noche.
Ambos estaban acostados juntos mientras el menor se apoyaba en el pecho del pirata.
–Oye Luffy.
–¿Que pasa?
–Ese capitán malo no te arrojo al mar ¿no es así?–el azabache no respondió a lo que el adulto suspiró–¿Por que te lanzaste? Si yo hubiera tardado pocos segundos más, estarías muerto–el Monkey sujeto su camisa, aferrándose a ella antes de decir algo.
–E-El...el amenazo con...venderme de nuevo–su voz se resquebrajó al pronunciar las últimas 3 palabras, Shanks se quedó callado y lo único que puedo hacer fue abrazar al pequeño en busca de reconfortarlo.
–Tu no volverás allí y si por alguna extraña razón lo haces, te prometo Luffy, que yo y mi tripulación iremos a buscarte, ¿entendido?–el menor esbozo una pequeña sonrisa y asintió.
–Shanks, tu tienes razón, aún no estoy listo para quedarme en el mar–el de sombrero sonrió.
–Me alegra que digas eso, porque ya encontramos a tu abuelo, está en el mar del Este, llegaremos allí en 1 semana.
–¿Que? ¿Por que no me lo dijiste antes?
–No quería alterarte.
–Está es una muy mala forma de decirme de todas formas.

El de sombrero no pudo evitar reír, risa que también le fue contagiada al pequeño a los pocos segundos.
Los días a continuación fueron de celebración y de Shanks acostumbrándose a vivir sin un brazo, aunque el menor le ayudaba como podía con todo.
Era lunes y el más pequeño estaba en la cofa junto con Yasopp viendo como se acercaban a un buque de la Marina.

Bajo inmediatamente con el francotirador siguiendo, fue a donde el capitán, este estaba con un Den Den Mushi en las manos, se sentó a un lado de él para escuchar la conversación y el tercero se fue a por algo de cerveza.
–Habla el buque HG.3, pedimos que se entreguen o abriremos paso a fuego–hablo un Marine del otro lado de la llamada.
–No tenemos intenciones de pelear, necesito hablar con Garp.
–El Vice Almirante no negocia con piratas.
–No es ninguna negociación, dígale que tengo a su nieto–se dio cuenta de la mala elección de palabras que utilizo, pero eso podría aclararlo después.

La contraparte se quedó un rato en silencio hasta que se escuchó la voz de Él Héroe De La Marina y se notaba que estaba visiblemente enojado.
–Akagami, ¿como te atreves a tocar a mis nietos? ¿Cual de los 2 es? ¿Ace o Sabo?
–¿Que? No, no, yo no secuestré a nadie, no se quienes son ellos, estoy hablando de Luffy, él es tu familia ¿verdad?

La linea se quedo en silencio y el Monkey mayor corto, cuando ambos barcos estuvieron lo suficientemente cerca, el Vice Almirante saltó a la cubierta de los piratas, sin importarle en lo más mínimo las armas que le apuntaban, bajo solo, le ordenó a su escuadrón quedarse en el barco.
–¡Quiero ver a su capitán!–grito mientras observaba al mencionado salir a cubierta–¡Shanks! ¿¡Donde está Luf–no pudo terminar de preguntar, al notar el pequeño bulto en la capa del pelirrojo que parecía estar abrazado a su pierna.
–Anchor, sal, no puedes esconderte por siempre–hablo el de sombrero mientras quitaba su capa de encima del menor.

El pequeño Monkey dio un paso adelante, ahora siendo visible ante el Vice Almirante, este lo miró sorprendido y se notó como su cuerpo se tensaba, se acercó, caminando lentamente hasta estar frente al azabache, se arrodilló para verlo mejor y sus ojos comenzaron a humedecerse.
–De verdad eres tú...–murmuro el de cabello blanquecino tratando de mantener la compostura.
–Hey...anciano no llores–le dijo el azabache con cierta preocupación de ver a alguien tan imponente, romperse así.

El niño dudo un poco, pero al final abrazo al hombre frente a él, eso era lo que Shanks hacía cuando él estaba triste, no tardo en ser correspondido.
–Luffy, mi pequeño...perdóname, jamás debí de haberte descuidado, estoy tan feliz de que estés bien.

El Monkey menor admitía sentirse algo extraño con que alguien que no sea parte de los Piratas Del Pelirrojo le diera afecto, pero aquella extrañeza se convirtió en una cálida felicidad a los pocos momentos.
Ambos estuvieron así por un largo rato, sin querer separarse, hasta que el mayor lo levantó en brazos con una gran sonrisa y alguna que otra lágrima en su mejilla.
–Mírate, cuanto has crecido–el pequeño río por el echo de estar en el aire y él como su nuevo abuelo si lo admitía como alguien grande.

El marine siguió cargando en brazos a su nieto cuando volteó a ver a Shanks, su mirada cambió a una más seria, pero sin quitar ese brillo de emoción de haber recuperado a una parte de su familia.
–Akagami, ven conmigo a mi oficina en mi barco, hay cosas de las que necesitamos hablar.

Los 2 adultos junto con Luffy, subieron al buque, siendo el foco de atención de todos los Marines que se encontraban allí, pasaron al interior hasta llegar al despacho del Monkey más longevo.
Garp se acomodó en su silla con el menor sentado en sus piernas, Shanks se ubicó en las sillas que estaban al frente del escritorio del Marine.
–Bien Akagami, ¿que es lo que quieres?
–No quiero nada.
–¿Nada? ¿Hablas en serio? Ósea que vienes a devolverme a mi nieto ¿solo por un acto de buen samaritano?–hablaba a la defensiva el Vice Almirante, por mucha que sea la gran felicidad que sentía al tener a su nieto con el, no le agradaba el echo de que haya estado con piratas.
–No, te entrego a Anchor porque conocí el gran y maravilloso niño que es, él merece una familia y una vida normal en la que esté a salvo, creo que tú puedes entregarle eso.
–...¿El estuvo contigo todos estos años?
–Lastimosamente no, tuve la oportunidad de acompañarlo solo por 1 año.
–¿Y en donde estuvo los otros 6?

En el cuarto reino el silencio a la falta de respuesta del pelirrojo, Luffy escuchaba todo expectante de lo que el capitán pirata diría.
–Creo...que eso debería de respondértelo el.

Garp volteó a ver al menor, el cual ahora tenía su mirada baja y jugaba con sus manos en un evidente nerviosismo.
Respiro para calmarse, sabiendo que lo mejor era que su nuevo abuelo supiera la verdad, después de todo, sentía que él no era una mala persona. Se bajo de sus piernas y dio unos pasos para poder colocarse de espaldas al mayor, exhalo antes de desabotonar la camisa que usaba en ese momento y quitársela, haciendo visible su espalda y el símbolo que la marcaba.

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