Lujuria en el infierno

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–¿Y qué pasó después? ¿Por que estabas en una celda?–era clara la curiosidad de Sabo.
–Era una subasta–le respondió el más pequeño de los tres.
–¿Subasta de que?–pregunto el pecoso.
–Esclavos.

Aquella simple palabra dejó atónitos a los dos mayores, hubo silencio por unos cuantos segundos, tiempo que pareció una eternidad. Sabo se levantó rápidamente y fue a por el libro  sin importarle que Luffy estuviera allí, se acercó a la luz, comenzó a ojear y a saltarse varias partes del libro, hasta llegar a la última hoja, sintió su corazón estrujarse al leerla, estaba aquel símbolo que su hermano tenía en su espalda, pero con una descripción.

"La marca de los Dragones Celestiales, un orgullo para quien sea que la vea, todos aquellos elegidos que tengan el valor de poseerla, serán propiedad en cuerpo y alma de los Tenryubito, dedicarán su vida a ellos y a adorarlos.
El individuo que traicione a nuestros amos, será víctima de la furia del mundo, la única forma de irse, es con la muerte"

Ace estaba a su lado y ambos leyeron el mismo texto, se quedaron congelados, lo habían leído antes, pero en ese momento no la pudieron comprender. No, no era posible que algo así le hubiera podido pasarle a su Lu.
Los dos miraron a su pequeño hermano, que los observaba sin entender que era lo que estaban leyendo.
–Tu...tu fuiste...–el pecoso no logro terminar de decir la pregunta, sentía como si le hubieran arrebatado el aire de los pulmones para pronunciar la última palabra.

Luffy entendió perfectamente lo que su hermano quería decir y lo único que pudo hacer, fue asentir, los dos chicos delante suyo sintieron fuertes ganas de vomitar, sentían una gran repulsión al echo de imaginarlo así, el niño alegre y risueño encerrado en una celda fría.
–Oigan, ya me dio sueño, será mejor ir a acostarnos–menciono el de cicatriz con tranquilidad.
–¿¡Como puedes actuar tan normal después de decirnos algo como eso!?–le reclamo el Portgas alzando la voz y asustando un poco al niño en frente de el, al darse cuenta de su tono de voz, suspiró tratando de calmarse–Es solo que...bueno, ah...–su dificultad para formular una explicación era notable–Maldita sea Luffy, fueron...5 años, ¿como pudiste aguantar tanto tiempo?
–Yo ya te dije que soy muy fuerte–sonrió con orgullo el azabache menor, Sabo miró al de cicatriz con mucha pena.
–¿Que fue lo que te hicieron en ese lugar?–pregunto el rubio sin querer saber la respuesta.
–Muchas cosas, ellos eran personas...malvadas.
–Se especificó, ¿que fue lo que ellos te hicieron?–hablo esta ves Ace, con una clara frustración.
–No quieren saber, no es bonito.
–Luffy, cuéntanos...por favor–le pidió el pecoso a lo que su hermano menor suspiró resignado.

Estaba siendo arrastrado por dos individuos, caminaban por pasillos elegantes y con ventanales lujosos

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Estaba siendo arrastrado por dos individuos, caminaban por pasillos elegantes y con ventanales lujosos.
Llegaron a una puerta la cual golpearon para después ver a un hombre abrirles, los chicos que lo llevaron hasta allí, simplemente lo empujaron adentro con aquel caballero en lo que parecía ser sus aposentos.
No pudo evitar soltar una risa al ver el tan extraño peinado que este poseía, este lo vio como una gran ofensa y no dudó en patearle, tirándolo contra el suelo. Soltó un grito por el susto y el dolor, eso pareció haberlo enfadado aún más.

–Escúchame mocoso–tomó del cuello de la camisa al pequeño Monkey para luego levantarlo–Desde ahora tú vives por y para mi, no puedes hacer nada aparte de servirme, no puedes sonreír, suspirar o reírte sin mi permiso.
–¿¡Y yo por que haría eso!?
–Veo que eres nuevo en esto, te demostrare lo qué pasa cuando tu no haces caso.

De repente aquel enojo desapareció de su rostro, siendo remplazado por una sonrisa arrogante y una expresión que en su momento el más pequeño no pudo comprender, lujuria.
Arranco su ropa sin importarle demasiado, lo tomó del brazo y lo arrojó a la cama, Luffy trato de levantarse, pero el hombre lo sujeto de nuevo.
Observó como se desabrochaba los pantalones y sujetaba fuertemente sus piernas, abriéndolas, no comprendía que estaba pasando y por un momento pensó que solo estaba jugando de forma pesada, hasta que lo sintió, aquel pulcro hombre había introducido su miembro en su entrada sin ninguna pizca de compasión.
Luffy no entendía nada, solo sabía lo mucho que dolía, grito tanto como pudo, pero aquel fuerte dolor empeoró al momento en el que comenzó a moverse, gruesas lágrimas caían por sus ojos, implorándole que parara, pero no parecía estar funcionando, la cara de placer del contrario era obvia.
El azabache no podía hacer más que quejarse fuertemente al sentir sus entrañas siendo desgarradas y su sangre corriendo por sus piernas, después de todo su tamaño era mucho más inferior que el del adulto adelante suyo.

No supo cuánto tiempo estuvo pataleando y suplicando por terminar todo esto, pero aquella asquerosa situación pareció llegar a su fin.
El varón de cabello negro salió de su interior, el infierno por el que pasaba el pequeño ya parecía haber terminado, seguía sintiendo aquel punzante dolor, pero podría descansar. Hace ya bastante que había dejado de gritar, ahora solo le quedaba sollozar y los fuertes deseos de irse.

Minutos después un hombre lo arrastró por lo que parecían ser calabozos, habían muchas personas de todo tipo, encadenadas.
Lo tiraron en una de las tantas celdas y lo ataron en las cadenas que quedaban vacías, le dieron nueva ropa, desgastada y sucia, pero lo suficiente para cubrirse.
Sus manos no dejaban de temblar, sentía tanto miedo y unas ganas casi incontrolables de vomitar, en su suma ignorancia no lograba ponerle nombre a lo que acababa de pasarle, pero con el tiempo, le adquirió un significado, infierno, esa era su única respuesta coherente, estaba siendo castigado por algo que no tenía claro haber cometido.

Luego de poco rato, los mismos caballeros de antes vinieron a buscarlo, con miedo de lo que pudiera suceder trato de resistiré, pero al igual que antes, fue inútil.
Esta ves lo llevaron a otro lugar, uno tan oscuro como los calabozos, vio a un señor calentando un extraño símbolo de metal, lo sentaron y después de pocos momentos, su piel ardió, grito tanto como sus cansadas cuerdas vocales le permitieron, lágrimas de sus agotados ojos salieron. Su respiración se aceleró cuando entendió que significaba su piel quemada y adolorida, lo habían marcado, ahora el era parte permanente de aquel jodido lugar.

Pasaron los días, semanas, meses y ya se cumplían 4 años de estar allí encerrado, su piel estaba claramente marcada con graves heridas, los Tenryubitos, que así era como llamaban a aquellas detestables personas, disfrutaban de torturarlo, de abusarlo y Luffy después de tanto tiempo había comprendido que no valía la pena pelear, jamás llegaría a nada y solo...se rindió ante aquello, la oscuridad lo hundía en su celda y el dolor afloraba en la superficie.

Sus heridas ardían, siendo infectadas por su suciedad y la mayoría de su cuerpo sangraba, exceptuando su rostro, se había encargado de que esa sea la única parte de su cuerpo que se había mantenido intacta, impoluta de aquella constante tortura.

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