"Para las personas que miran a las estrellas y piden un deseo. Para las estrellas que escuchan y los sueños que cumplieron"Sarah J. Maas, A Court of Mist and Fury (A Court of Thorns and Roses, #2)
La muerte es una triste forma de mostrar que tenemos poco tiempo, pero para William Black simplemente es dejarles tus problemas a otras personas. Tener que abandonar la universidad para asistir al funeral de su abuelo materno le estaban generando mucho de esos últimos.
—¿Nos quedaremos observando el ataúd por mucho más tiempo o...? —su primo Hayden murmuró a su lado haciendo que suspire.
—Cállate.
—Sí, cállate—su hermana murmuró—Estamos despidiéndonos del bubu.
—¿Bubu? ¿Desde cuándo lo llamas así?
—¡Estoy pasando por un período de nostalgia! —ella chilló, limpiándose debajo de los ojos con un pañuelo—Además de que tengo la regla, y es por eso por lo que estoy llorando, me duele.
—Oye jefe—Hayden le propinó un codazo al cual prefirió no reaccionar fingiendo estirar su cuello—¿Cuándo pasamos a la parte divertida en la que nos dicen que nos regala?
—Cállate—repitió uniendo sus manos detrás de su espalda, un movimiento característico en William cuando buscaba concentrarse.
Mientras resonaba la voz del cura dando las últimas palabras para Félix DeLoughrey, el joven se permitió observar a las personas que los rodeaban y se reunieron para mantener su memoria. Encontró a su madre, Amaris, sosteniendo la mano de su abuela: la única que soltaba lágrimas por la horrenda persona que finalmente descansaba bajo tierra. Su padre se mantenía a su espalda, como acostumbraba y William no lograba traspasar sus expresiones, la mayoría del tiempo pensaba que era incapaz de sentir algo...pero esa teoría se desvanecía cuando hablaba de su madre o está junto a ella, para él era como si se transformara de manera extraña.
En su cabeza las palabras de su primo resonaban con razón: el trio había regresado de la universidad tiempo antes de las vacaciones por el testamento. Podría sonar materialista, pero pocas eran las esperanzas de recibir algo: muchas cosas pasaron en el pasado que desconocía, pero era consciente del odio de su abuelo hacia sus padres y por consiguiente él no estaba en un buen rango.
El curso de la ceremonia continuó hasta el momento del último adiós. Los familiares, conocidos y socios se acercaban para dar sus respetos, y si les apetecía dejar una rosa en su honor. Los tres primos fueron los últimos del recorrido y cuando llegó su turno de despedirse, el trio bajó su mirada al pozo en el suelo donde el ataúd se encontraba. Era imperceptible alguna emoción en sus rostros. No estaban seguros de cómo debían reaccionar cuando poco fue lo que vivieron junto a él. Sus padres atentos a cada uno de sus movimientos los observaban a distancia, esperando que no fuera este el día en donde lanzaran alguna de sus bromas.
Al notarlos, uno de los mellizos alzó su mano para saludarlos con gracia: —De verdad son demasiados obvios cuando quieren serlo...
—¿Temen que hagamos algo malo? —su hermana susurró, haciendo que el chico serio que se encontraba en medio de ambos negara con la cabeza. William sabía reconocer cual era la preocupación de sus padres, por eso murmuró muy seguro:
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Estrellados © 3º
Teen FictionWill, Juno y Hayden deben cumplir el último deseo de su abuelo para poder acceder a su herencia: pasar tres meses en un internado apartados de todos no parece algo malo, excepto cuando se encuentran con personas que deseaban dejar atrás. Secretos d...