Encontrarse nuevamente toda la familia frente al testamento se sentía como un deja vú. Cada una de las personas que estaban sentadas en aquella larga mesa recordaba las emociones que los traspasaron meses atrás, pero más allá de eso ninguno era el mismo.
William, aquel joven serio y organizado que sólo aparentaba ser una persona fría con un corazón inquebrantable, ahora estaba aprendiendo a arriesgarse y escucharse más, tratando de hacer descansar su mente.
Juno era difícil, porque por fuera aparentaba ser igual de materialista que siempre, pero lo importante se encontraba en su interior. La forma en la que comprendió que tal vez para ella también existe la posibilidad de encontrar un buen amor, más allá de no querer un compromiso tan serio como su hermano la hace ver al mundo con un poco más de simpatía.
Hayden tenía mucho trabajo que hacer. Cómo su familia y la búsqueda de aquel amor verdadero eran prioridades en su vida, tenía muchas expectativas que se vieron truncadas con el tiempo. Aprender a perdonar y disfrutar cada momento en que podía vivir su vida de ensueño debían convivir de la mejor manera.
A pesar de todo lo que les llevó llegar hasta aquí, no podían negar que las estrellas hicieron su trabajo.
Las mentiras habían salido a la luz.
Los secretos del pasado ya no servían como amenazas.
Los problemas que atormentaban a la familia habían alcanzado un punto de no retorno.
Ahora el futuro dependía de los tres jóvenes que escuchaban atentamente las palabras del abogado, quienes tenían una promesa por cumplir. Empezar de nuevo, limpiar su apellido.
—Bueno, a raíz de haber cumplido con lo acordado para acceder su parte de la herencia ahora voy a comentarles lo que el señor Félix les dejó—murmuró sacando sus lentes—Es una suma importante de dinero para cada uno que una vez firmen los papeles se les depositará en su cuenta.
William que se encontraba sentado en medio de sus dos primos, con sus manos entrelazadas sobre su estómago, inquirió:
—¿De cuánto dinero estamos hablando?
—Un millón y medio de dólares.
El rostro del joven ni se inmutó, contrario a sus primos: los ojos de Juno brillaron con aquella cifra y la sala pudo escuchar el jadeo de sorpresa pro parte de Hayden. Sus padres los miraban atentos, pero no podían escapar de la letal mirada de su abuela, quien sonreía.
—Ven cómo exiliarse unos meses tiene sus buenos resultados ¿verdad?
—Con buenos resultados, ¿te refieres a descubrir que en nuestra familia hay criminales, asesinos, embaucadores y mentiras?
—Will...—su madre al sentir la tensión crecer en el ambiente, trató de intervenir.
—Tranquila, hija—su abuela respondió—Está bien.
William bufó ante su actitud tan ligera y volvió a concentrarse en el abogado—Disculpe. ¿No hay nada más que eso?
—Exacto.—acomodó un contrato sobre la mesa y empezó a extendérselos— La suma de dinero es la herencia, así que si firman por aquí podrem...
—No la aceptaremos.
La voz de William resonó por toda la sala. Habían accedido a tener esta reunión en una de las torres Black, donde el padre de los mellizos trabajaba. El eco de aquellas tres palabras se repetía con una dolorosa lentitud.
Sus padres estaban confundidos y el abogado creyó no entender.
—¿Perdón?
—Dije que no aceptaremos nada. No tenemos interés en recibir dinero de nuestro abuelo.—explicó por los tres—Pueden repartirlo entre las otras partes.
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Estrellados © 3º
Teen FictionWill, Juno y Hayden deben cumplir el último deseo de su abuelo para poder acceder a su herencia: pasar tres meses en un internado apartados de todos no parece algo malo, excepto cuando se encuentran con personas que deseaban dejar atrás. Secretos d...