La cabeza de Hayden era un torbellino. Creía que regresar a su casa y enfroscarse en sus problemas lo haría olvidarse del dolor de un corazón roto. No fue así. Cada cosa que hacía le recordaba a Deva. No podía siquiera pensar con claridad, por eso aceptó salir con un par de sus amigos y tal vez así lograr despejarse.
Disfrutó poder volver a pasar tiempo con ellos, pero ni siquiera la mejor fiesta podía quitar de su cabeza aquella piel morena y cabello ondulado. A pesar de haber llegado en la madrugada, no podía dormirse. Llevaba unos varios minutos dando vueltas en su cama sin poder relajarse y dormir.
Quería llamarla. Quería buscarla. Quería besarla.
No podía hacerlo. Ella no quería que lo hiciera y tal vez era la decisión correcta, olvidarse de todo e intentar aferrarse a un buen recuerdo. De verdad deseaba ser capaz de superar las cosas con facilidad, pero no lo era y un claro ejemplo era la noticia que recibió de sus padres. Si bien los perdonaba, podía sentir cómo una pequeña espina quedó en su interior y eso podría desenvolverse en algo más feo.
Se incorporó en su cama y miró su habitación en la oscuridad. Pensó en su primo y cómo él si logro recuperar a su chica con una facilidad que no entendía de donde la consiguió. Estaba feliz por él, pero no iba a negar que le gustaría ser el afortunado.
Estos días se había repetido mentalmente las palabras de su madre, la forma en que para ella que saliera con Deva no le provocaba nada. No estaba seguro de que fuera cierto, pero por lo menos no había recibido una respuesta muy negativa por su parte. Su padre era otra historia, no lo había hablado con él y le generaba cierta duda su opinión.
Hayden quería que fuera todo más sencillo y que el criterio de sus padres no le importara tanto.
Con un bufido salió de sus sábanas y frotándose el rostro salió de su habitación, necesitaba hacer cualquier cosa así que decidió ir a la cocina a por un vaso de agua. Le sorprendió ver la oficina de su padre con la luz encendida, si bien se despertaba temprano esto era un poco excesivo. Además, Hayden no lo notó cuando llegó, se acercó a la puerta para pispear que sucedía.
—Estoy haciendo todo en mi poder, Vance—su padre murmuró frente a su ordenador—Ya es bastante levantarme de la cama para solucionar otro de tus problemas—dejó de hablar por unos minutos los cuales Hayden asumió que el amigo de su padre estaba respondiéndole con alguna tontería—¿Sabes qué? Te llamo por la mañana con mis avances, vale, que sí...ajá, no te disculpo, adiós.—soltó el teléfono en la mesa con un resoplido.
Hayden abrió un poco la puerta para hacerle notar que estaba ahí—¿Todo en orden, pa?
—Sí, solo Vance con unos problemas. —le explicó—¿Qué haces despierto?
—No puedo dormir.—explicó como si fuera una justificación obvia.
—¿Saliste de fiesta?
—Sí, pero no es por eso.
Maddox cerró su ordenador y se detuvo para observarlo con detenimiento. Se había dado cuenta de que algo andaba mal con él y pensó que sería bueno por fin sentarse a hablar ya que no había podido hacerlo desde que regresaron. Se levantó y cuando llegó a él le colocó una mano en el hombro.
—Ven, haré un poco de té.
Normalmente era su madre la que tenía ese extraño hábito donde ante el insomnio se preparaba una taza de aquella bebida caliente, algunas de esas veces su padre la acompañaba y con el tiempo a todos en la casa les parecía normal. Su padre colocó agua en la tetera y al dejarla sobre el fuego se volteó a mirarlo.
—¿Qué sucede?
Hayden se rascó la nuca antes de acomodarse frente a él, del otro lado de la encimera.
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Estrellados © 3º
Novela JuvenilWill, Juno y Hayden deben cumplir el último deseo de su abuelo para poder acceder a su herencia: pasar tres meses en un internado apartados de todos no parece algo malo, excepto cuando se encuentran con personas que deseaban dejar atrás. Secretos d...