Capítulo 2|| "Los nuevos llegaron"

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De regreso en la casa de sus padres, donde creció, William subió hasta su habitación, la cual su madre mantenía preparada por si en algún momento le apetecía regresar. Hace cuatro años no vivía con ellos, desde que ingresó en la universidad y realmente extrañaba venir, pero estaba demasiado acostumbrado a vivir solo.

La sensación de familiaridad ayudó a que todo lo que estaba girando en su cabeza disminuyera su intensidad. Se acercó a la ventana en donde su mascota descansaba bajo el sol y la acarició suavemente. Crema ronroneó ante el contacto y William se entretuvo unos momentos más con su sedoso pelaje, su blancura era símil a la nieve y una gran sonrisa se posó en su rostro al recordar todo lo que le había costado convencer a sus padres para que le dejaran adoptarla. Se había vuelto una fiel compañera y era por eso por lo que no pensaba dejarla atrás.

—Tenemos que armar una maleta.—William se separó abriendo su clóset y así volver a empacar lo que había desempacado al llegar aquí

—¡Will!— la voz de Amaris resonó por toda la casa cuando cruzó la puerta de entrada, no se tardó en escucharse sus tacones por las escaleras y un suspiro al llegar al marco de su puerta—¿Te irás?

—Es lo que el abuelo hubiera querido.

Ella se acercó para ayudarlo a doblar su ropa y su padre también se incorporó en la tarea, hacer eso le recordaba demasiado los días previos a su viaje a la universidad.

—Sabes que no es necesario que lo cumplan si no quieren ¿verdad? —ella lo miró tratando de disminuir de alguna forma cualquier tipo de presión—No nos enfadaremos.

—Lo sé—una pequeña sonrisa apareció en el rostro del joven—Queremos hacerlo, será divertido.

Eros elevó una ceja—¿Se comportarán?

—Tengo la capacidad de autocontrolarme, ya no soy un niño de cuatro años, papá.

—Que extraño, yo te veo igual...

William le tiró una de sus playeras a la cara con una mueca y ambos empezaron a lanzarse prendas sin parar, haciendo que Amaris rodara sus ojos con agotamiento. Pero eso no fue suficiente para salir ilesa de la guerra. La forma en que los tres terminaron sobre la cama llorando de la risa hacía notar que el tiempo no había pasado en absoluto. Era muy fácil terminar en estas escenas con ellos: siempre encontraban la forma-a pesar de sus personalidades un poco más serias-de encontrar un momento para reír. William aceptó el abrazo de sus padres a pesar de estar quedándose sin aire y detestar el contacto físico en exceso.

—Justo cuando te teníamos de nuevo por aquí, ya vuelves a irte—su madre acomodó un mechón de su cabello.

—No te preocupes, dudo que visitaremos pronto.

—Disfruta del viaje, cariño—ella le dedicó una mirada sentida—Nunca sabes con qué puede sorprenderte el destino.

Él sonrió y sin perder más tiempo, juntaron todas las cosas y reunieron las pocas que se necesitaban para Crema. El vuelo los esperaba en pocas horas y no podían llegar tarde.

—Sólo espero que no sea nada muy grave—murmuró cuando cerró la maleta—Me concentraré en ver las formas en que puedo mejorar mi trabajo.

Estrellados © 3ºDonde viven las historias. Descúbrelo ahora