Sumida en la oscuridad, me encontraba en una habitación que parecía ser el epicentro de mis miedos. Los gritos, lejanos pero perturbadoramente claros, reverberaban en mis oídos, formando un coro de voces que clamaban por ayuda. Mis ojos intentaban adaptarse a la penumbra, tratando de encontrar un punto de referencia, pero todo lo que encontraban era una oscuridad densa y opresiva.
De la nada, manos frías y despiadadas se cerraron sobre mí, tirando de mi cuerpo con una fuerza brutal. Grité, luché, pateé, pero todo intento de resistencia parecía ser en vano. Los ecos de mis propios gritos se devolvían, distorsionados y grotescos, sumiéndome aún más en la confusión y el terror. Mi mente trataba de entender, de darle sentido a lo que estaba sucediendo, pero lo único que lograba comprender era que estaba siendo arrastrada hacia un destino desconocido.
Sentía el tiempo distorsionado, cada segundo parecía durar horas mientras el miedo me inundaba por completo. Las lágrimas de terror se mezclaban con el sudor frío de mi frente, y la desesperación me envolvía con una intensidad abrumadora.
Mis súplicas, mis ruegos, parecían desaparecer en el vacío de ese espacio. La terrible sensación de impotencia y la certeza de que estaba siendo llevada a algún lugar de donde nunca podría regresar, intensificaban mi desesperación. En el fondo de mi ser, ansiaba despertar, romper las cadenas . Pero parecía que estaba condenada a permanecer en ese estado de terror interminable, donde cada instante era un recordatorio del abismo en el que me había sumergido.
El manto oscuro de la pesadilla fue roto por un resplandor repentino. El frío y el terror dieron paso a una realidad más familiar. Mis ojos se abrieron de golpe, y la habitación en la que me encontraba se iluminó con los primeros rayos del amanecer. El aire estaba cargado de tensión y mi corazón latía con fuerza en mi pecho, como si quisiera escapar.
Con un grito ahogado, me incorporé en la cama, intentando alejar las imágenes residuales de la pesadilla que aún se aferraban a mi mente. Las sábanas estaban empapadas en sudor y mi respiración era entrecortada y rápida, como la de un animal acorralado.
Miré a mi alrededor, tratando de ubicarme y de recordar dónde estaba. La habitación pertenecía a la mansión de los Ferratti, el lugar que ahora llamaba hogar. Las cortinas ondeaban suavemente con la brisa matutina, y los primeros sonidos del día comenzaban a filtrarse en la habitación.
Tomé varios respiraciones profundas, intentando calmar el torbellino de emociones que me invadían. Las imágenes de la pesadilla todavía se sentían vivas, y la sensación de manos frías sobre mi piel me perseguía. Sacudí la cabeza, tratando de deshacerme de esos pensamientos.
Salí de la cama y me dirigí a la ventana, necesitando sentir el aire fresco en mi rostro y recordarme a mí misma que estaba a salvo. Sin embargo, una inquietud se había instalado en mi pecho, y no pude evitar pensar en lo real que había sentido todo, y en lo recurrentes que estaban siendo esas pesadillas.
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Legado de Sangre: Saga "Linaje Oscuro" #2(PAUSADA)
RomanceLos recuerdos son fragmentos difusos en mi mente, desvaneciéndose justo cuando intento aferrarme a ellos. Pero esos dos, Alessio y Nicolai, se han vuelto mis anclas en una vida que siempre se ha sentido como un mar embravecido. Si bien su presencia...