Los recuerdos son fragmentos difusos en mi mente, desvaneciéndose justo cuando intento aferrarme a ellos. Pero esos dos, Alessio y Nicolai, se han vuelto mis anclas en una vida que siempre se ha sentido como un mar embravecido. Si bien su presencia...
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Desperté bruscamente, sintiendo como si algo dentro de mí hubiera cambiado. El insistente zumbido de mi celular interrumpió la calma nocturna, y un sentimiento de urgencia se apoderó de mí. Estirando mi brazo hacia la mesita de noche, agarré el teléfono y lo llevé a mi oído. Una voz familiar, pero distante, murmuró la palabra "A posteriori". Un escalofrío recorrió mi espalda y, por un instante, me sentí desconectada del mundo que me rodeaba.
Miré a mi alrededor, tratando de situarme, y encontré la mirada preocupada de Alessio, que se había despertado por mi repentina intranquilidad. —¿Te encuentras bien, gatita ? —preguntó, sus ojos llenos de confusión y preocupación.
Parpadeé, intentando reenfocarme y responder con naturalidad. —Sí, solo... creo que tengo algo de sed. Iré a la cocina a beber agua. —Mentí, sintiendo la necesidad de alejarme, necesitaba salir de aquí.
Con pasos apresurados, me dirigí a la cocina, pero en lugar de tomar un vaso, deslicé la puerta del patio trasero y salí. Miré hacia arriba y, confiando en mis habilidades, trepé la pared de la casa con sorprendente agilidad. Una vez al otro lado, me envolvió la fría brisa nocturna y caminé a paso ligero por las calles silenciosas. Después de tres cuadras, un auto estacionado a la sombra de un árbol llamó mi atención. Era justo lo que estaba buscando.
Mientras abría la puerta del auto, el rostro de Lucas apareció iluminado por la luz tenue del tablero. —Has tardado una eternidad—gruñó.
Respirando hondo, me giré hacia él, intentando calmarme. —Basta, Lucas. Lo importante es que ya estoy aquí— contesté, tratando de mantener la tensión lejos de mi voz. Cerré la puerta detrás de mí y nos sumimos en un tenso silencio. Ambos éramos conscientes de que cada segundo contaba y no podíamos permitirnos más distracciones.
La sorpresa llenó mis ojos cuando pregunté: —¿Cuánto tiempo estuve dormida?.
Lucas me miró con seriedad antes de responder: —Solo un año.
Mis ojos se abrieron de par en par, sin poder creerlo. —¿Un año? ¿Por qué demonios duré tanto tiempo?.
Lucas soltó un suspiro y su rostro reflejó la carga de la responsabilidad. —Tuvimos que esperar ese tiempo porque la última vez nos descubrieron, Ángel.
Mientras el auto se deslizaba silenciosamente por la carretera, Lucas me pasó una carpeta de aspecto desgastado. La tomé con cautela y abrí la tapa, viendo las fotografías y los informes que contenía. —Nikolai ha estado investigando la granja–me dijo, sin apartar la vista de la carretera.
Sentí un nudo en el estómago. —¿Descubrió algo?—pregunté con urgencia, temiendo lo peor.
Lucas negó con la cabeza, su expresión severa. —No, solo encontró escombros. Pero no podemos subestimarle; si sigue indagando, podría llegar más lejos de lo que quisiéramos.
Tragué con dificultad, sintiendo el peso de esa información. Todo lo que queríamos mantener enterrado estaba en riesgo de ser descubierto.
Mientras las luces de la ciudad pasaban rápidamente frente a nosotros, Lucas me miró con seriedad y dijo—Necesitamos que te cases con Alessio lo antes posible, Ángel. Es la única manera de poner fin a todo esto.
