La suave melodía del piano llenaba la amplia sala del estudio, creando un ambiente etéreo. Las paredes, revestidas con espejos, reflejaban a una joven bailarina que se movía con gracia y precisión. Era yo, Ángel, sumergida en un mundo donde la música y la danza se convertían en un refugio. El ballet siempre había sido mi escape, mi forma de conectar conmigo misma y olvidar, aunque fuera por un momento, la complicada realidad que me rodeaba.
El suelo de madera cedía ligeramente bajo mis pies mientras ejecutaba cada paso, desde los sencillos pliés hasta los más complejos fouettés. La sensación de libertad mientras danzaba era incomparable, y aunque mi cuerpo a veces gritaba de cansancio, mi alma se sentía ligera, casi como si estuviera flotando.
El estudio estaba en silencio, salvo por la música y el ocasional sonido de mis puntas tocando el suelo. La danza era mi lenguaje, y en ese espacio, podía expresar todas mis emociones sin tener que pronunciar una sola palabra.
Mientras la melodía del piano continuaba y mis pasos seguían su ritmo, mis pensamientos volvieron a aquel enfrentamiento entre Alessio y Nikolai. Cada movimiento, cada estiramiento, cada salto, parecía evocar las emociones que había sentido: sorpresa, miedo, confusión. Mi cuerpo, aunque flotaba con la música, sentía el peso de aquellos recuerdos.
El recuerdo de Nikolai confesándome sus sentimientos me llenó de asombro una vez más. Jamás habría imaginado que detrás de sus sonrisas juguetonas y su actitud protectora se ocultaba un amor tan profundo. Pero lo que más me afectó fue ver a dos hermanos, que siempre habían sido tan unidos, enfrentándose de esa manera. La imagen de Alessio, con el rostro contorsionado por la ira y el dolor, golpeando a Nikolai, era algo que no podía sacar de mi mente.
Mis movimientos reflejaban mis emociones: un salto cargado de angustia, un giro lleno de confusión, un paso pausado por el temor de lo que vendría a continuación. Bailar me permitía procesar esos sentimientos, transformándolos en algo tangible, en algo que podía La gracia y elegancia con la que me movía atrajo la atención de todos en el estudio. Mademoiselle Véronique, con su porte siempre recto y ojos críticos, no pudo evitar mostrar una leve sonrisa de aprobación.
—¡Magnifique, Ángel!—exclamó. —Todas ustedes deberían aprender de su compromiso y pasión. Tienen cinco minutos de descanso.
Mientras algunas de mis compañeras asentían y me miraban con admiración, noté a Clarissa, una bailarina con la que siempre había tenido una relación tensa, frunciendo el ceño. Su envidia era evidente. Sin una palabra, se acercó a mí, y con un rápido movimiento, me empujó.
Perdí el equilibrio momentáneamente, pero logré evitar una caída completa. En ese instante, una voz interna susurró con urgencia: “Atácala, demuéstrale quién manda aquí” . Esa voz, que había estado callada por un tiempo, volvía a intentar controlar mis acciones. Pero respiré hondo, recordando que la violencia no era la respuesta. Decidí no escucharla.
Clarissa, esperando una reacción de mi parte, me lanzó una mirada desafiante. Sin embargo, simplemente la miré, respiré hondo y dije: —No vale la pena.
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Legado de Sangre: Saga "Linaje Oscuro" #2(PAUSADA)
RomansLos recuerdos son fragmentos difusos en mi mente, desvaneciéndose justo cuando intento aferrarme a ellos. Pero esos dos, Alessio y Nicolai, se han vuelto mis anclas en una vida que siempre se ha sentido como un mar embravecido. Si bien su presencia...