Los recuerdos son fragmentos difusos en mi mente, desvaneciéndose justo cuando intento aferrarme a ellos. Pero esos dos, Alessio y Nicolai, se han vuelto mis anclas en una vida que siempre se ha sentido como un mar embravecido. Si bien su presencia...
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Siento como un niño succiona mi pecho, pero no es un niño, tengo una sensación en la parte baja, una mano esta abriendo mis piernas, siento como algo duro esta entrando.
—!No quiero¡— Mi voz sale en un hilo, tengo mucho sueño—No, no... Aa—
—¿No qué? Gatita, si ya lo tienes adentro.
Alessio besa mi cuello, comienza unos deliciosos movimientos, lo abrazo para sentirlo más pegado a mi cuerpo. Su calor corporal me encanta.
—Joder nena, eres tan estrecha me vuelves loco, nunca me cansaré de esto.
Creo que estoy soñando y esas palabras no salieron de su boca, una sensación se implanta en mi corazón, decido abrir los ojos, la habitación se encuentra en penumbra, no se que hora es y no me importa.
Sigue en lo nuestro, estoy por correrme, no quiero que pare, quiero estar así siempre, es la primera vez que tenemos sexo así, tan suave y calmado. Quiero besarlo, estampó mis labios en los suyos, su lengua entra en contacto con la mía, siento su sabor, me doy cuenta que su sabor es diferente, es una combinación a whisky y tabaco se instala en mi garganta, su sabor es adictivo todo lo de Alessio lo es, aumenta de velocidad asta que nos corremos los dos al mismo tiempo.
Después de una buena tanda de sexo, me doy cuenta de que ya son más de las tres de la tarde. Dominamos todo el día. Mi estómago grita de hambre, así que ambos salimos al jardín a comer algo. Mientras disfrutamos del aire fresco y del sabor de la comida, la presencia de Nikolai se hace evidente.
El ambiente en el jardín se siente más tenso con la presencia de Nikolai, pero aun así, Alessio no le quita los ojos de encima a su hermano. Intento calmar las cosas .
—Alessio, tengo que irme a la ópera. Hay un ensayo importante —le digo, tratando de romper la tensión.
Nikolai se ofrece a acompañarme—No te preocupes, Ángel. Yo te llevo —dice con una sonrisa.
Alessio se niega de inmediato, su voz firme y autoritaria—No, Nikolai. Nosotros tenemos otros asuntos que atender —responde, sin apartar la mirada de él.
Intento mediar entre ellos, notando la creciente tensión. —De verdad, no hace falta. Puedo ir sola —intervengo, tratando de suavizar la situación.
Nikolai parece querer insistir, pero Alessio lo interrumpe.
—Uno de los escoltas te llevara, tú y yo tenemos un tema pendiente gatita. Hablaremos después del ensayo —dice Alessio, esta vez dirigiéndose a mí con una voz más suave pero firme.
Asiento, notando que cualquier intento de suavizar las cosas por ahora es inútil. La presencia de Nikolai, aunque aparentemente amistosa, siempre parece encender una chispa en Alessio.
Mientras terminamos de comer, el silencio se instala entre nosotros, cargado de tensiones no resueltas y palabras no dichas. Siento la necesidad de intervenir, pero también sé que hay cosas que deben resolverse entre ellos sin mi intervención. La tarde avanza y, aunque el sol sigue brillando, la sombra de lo no dicho permanece entre nosotros, esperando el momento adecuado para salir a la luz.
