Capítulo 6 - Una promesa es una promesa

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—Se que a Johnny y Amanda les encantará conocerte un poco mejor. Te lo aseguro...

—Lo sé, lo sé...Pero mi padre no quiere que me acerque ni a ellos ni a él...

La mueca que puso Kira en su cara hizo que el cantante se entristeciera un poco.

—¿Solo te dijo eso?—preguntó, temiendo que se fuera de Nueva York, cuando acababa recientemente de llegar. Comenzó a pensar en algo que fuera una excusa para que ella se quedara más tiempo— Kira, no puedes permitir que por qué tu padre se ponga cómo un energúmeno no veas a tus hermanos. Son de tu familia...

Sacudió la cabeza.

¿Por qué demonios a sus cuarenta y cuatro años se sentía como un idiota solo con la presencia de la chica cerca de él?

—Lo sé, lo sé...Pero...¿Qué puedo hacer al respecto?—cuestionó, con gran pesar. Había estado a punto de llorar cuando la pregunto porque estaba tan triste, pero decidió no hacerlo y simplemente desahogarse con él, contándole todo.

—¡Dame hasta el viernes y te juro que en menos de un parpadeo, Lawrence será el mejor padre del mundo contigo!

Ese entusiasmo hizo que Kira dibujara una tímida sonrisa en sus labios.

—Muchas gracias tío Richard...—agradeció, con mucha sinceridad. Se levanto del sofá, se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla a su tío, aunque realmente no era su tio, pero le daba igual, para ella si lo era. Cuando Richard sintió el roce de sus labios contra su piel se le puso la carne de gallina, algo que no le sucedía en mucho tiempo, y se quedó sin aliento—Me tengo que ir...Ya nos veremos el viernes...

Lo único que pudo decir fue un simple adiós en un tono tan bajo y monótono que apenas él mismo pudo oírlo.

Cuando estaba con ella era cómo si fuera otra persona, apenas podía hablar y sentía que se derretiría en cualquier momento. Y no sabía por qué.

Lo único que le consolaba, al menos, es que era miércoles. Solo dos días más y la volvería a ver.

Cuando se quedó a solas, frunció el ceño, suspiró y se dejó caer en el sofá. En menos de un mes harían una gran gira por todo el país, rememorando el aniversario de la creación de la banda, lo que era un gran motivo de alegría pero también de gran estrés por todos los preparativos y demás cosas relacionadas con la gira.

Salió de sus pensamientos cuando abrieron la puerta. Esperaba que fuera Kira, con alguna excusa para volver, pero su esperanza se desvaneció casi al instante.

—¡Papá, papá!—exclamó eufóricamente Harry, su hijo, que acababa de llegar del colegio.

—¡Mi chico guapo! ¡Ya has llegado!—saludó el hombre con mucha alegría al verle. Ya tenía ocho años pero para él siempre sería su hombrecito, su chico guapo.

—¡Papá, papá! ¡Aprobé el examen de Matemáticas! ¡Y con un diez! ¡He sido la nota más alta de clase!—anunció el niño, sintiendo mucho orgullo de si mismo.

—¡Qué bien, Harry! ¡Eso está muy bien!—le felicitó su padre, abrazándolo en señal de enhorabuena.

—Serás todo un hombre de provecho, ¿verdad, Harry?—cuestionó Lauren, su madre, metiéndose en la conversación.

—Si, si, si...Claro que si...—respondió el niño en voz baja, entrecerrando los ojos—Bueno, me voy a mi habitación, papá. Tengo que hacer los deberes...

A pesar de que siempre había tenido una muy buena relación con su madre, la incomodidad y la rabia que sentía era algo que superaba por mucho al pequeño Harry.

No hacia mucho tiempo que había descubierto que su madre le estaba siendo infiel a su madre, quién era ignorante de todo eso y no sospechaba nada.

Harry los quería mucho a los dos pero solo de recordar lo que hizo su madre, hacía que sintiera mucho rechazo hacia ella y buscara cualquier excusa para no estar ni un solo segundo a su lado.

Por supuesto que no la odiaba, después de todo era su madre, la mujer que lo había traído al mundo y lo quería tal y cómo era, pero aunque era un niño pequeño sabia perfectamente que lo que había hecho estaba mal y que, en primer lugar, nunca debería de haberlo hecho.

Su rabia y rencor aumentaban más cuando la veía besando a su padre, haciendo como si nada hubiera pasado, y sin que la carcomiera la culpa por dentro.

Solo había un motivo por el que el Harry no había corrido a los brazos de su padre a contarle todo lo que había visto.

El hombre con quien había visto a su madre en la cama matrimonial era el mismísimo Lawrence Morgan, su tío y el mejor amigo de su padre.

Solo de pensar en ello lo hacía paralizarse del miedo.

Si bien era una traición enorme, prácticamente imperdonable, sin pruebas o con algo que respaldara sus graves acusaciones sabía que lo mejor era quedarse callado y esperar a que las cosas salieran a la luz, tarde o temprano.

O provocar que salieran por sí mismas.

Love Me TenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora