Capítulo 8 - Tormenta de emociones

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El tan ansiado viernes llegó.

Tanto Richard como Kira estaban preparándose para cuando llegara el momento de verse el uno al otro.

La chica estaba hospedándose en un pequeño motel junto a su mejor amiga del internado, Emma, una joven inglesa de su misma edad, pelirroja y con la piel llena de pecas.

—¿A dónde vas?—le preguntó con su marcado acento inglés.

—Voy a ver a mi tío...—respondió Kira al instante, sin ningún problema. Ya se había acostumbrado al inglés británico por lo que no tenía problemas en comunicarse con Emma o con cualquier persona de allí.

—¿Por qué vas tan arreglada?—preguntó la pelirroja tratando de imitar un acento americano, pero sin perder claramente, su acento inglés. No pudo responder a la pregunta de su amiga y su única reacción fue enrojecerse como un tomate. Emma se rió fuertemente—¡Uy, uy, uy! ¡Ya sé lo que te pasa! ¡Tú lo que quieres es se...!

—¿¡Qué dices!? ¡Claro que no!—replicó, entre risas, sintiendo cómo su calor corporal aumentaba—¡Es mi tío y el mejor amigo de mi padre! ¡Malpensada!—se dirigió a la puerta y antes de irse se giró para verla—¿Quieres que luego, si vengo pronto, vayamos a dar una vuelta?

—Estoy cansada por el viaje...—respondió, bostezando— Mañana iremos a dónde tú quieras, te lo prometo. Además, quiero disfrutar de todo lo que pueda de mis vacaciones antes de volver a Londres...

Sacudiendo la cabeza, se despidió de Emma y salió de allí.

—Hola...—saludó tímidamente como si llevara un lustro sin verle a pesar de que le había visto dos días antes.

—Pasa guapa, te tengo buenas noticias...—apremió Richard con una sonrisa. Kira se escalofrío al oír el piropo.

Ambos se sentaron en la mesa del enorme jardín trasero.

—He hablado con Hellen...—empezó a decir. La joven sintió como le temblaban las piernas, nerviosamente—Tranquila que no es nada malo, al contrario, la buena, por no decir gran noticia, es que te he conseguido un trabajo...

—¿¡En serio!?—preguntó con un hilo de voz, casi muda de la impresión.

Sabía que no podía quedarse para siempre a vivir en un motel y que si no conseguía un trabajo tendría que irse a Los Ángeles a la casa de su madre y de su marido. Y, aunque, no tendrían ningún problema en recibirla con los brazos abiertos, no quería sentirse como una mantenida que no hacía nada.

—¡Así es! Vas a ser la niñera de Johnny y Amanda...—aclaró el vocalista con una gran sonrisa al ver la reacción de la chica.

—¿Johnny y Amanda? ¿Los mismísimos Johnny y Amanda Morgan?—titubeó, aún sin poder creérselo. Richard se rió—Pero...¿Qué hay de mi padre? Me dijo que no quería que estuviera cerca de ellos...

Se entristeció pues recordó las duras palabras que le dijo su padre cuando fue a su casa.

—Hellen es la que te ha contratado y solo ella es la única que puede despedirte...—aseguró con una sonrisa, tratando de animarla.

Kira sonrió y lentamente posó su mano sobre la suya, acariciando con suavidad sus dedos. El hombre empalideció al instante al sentir el roce de la piel de la chica.

—Gracias, tío...—agradeció, con una pequeña sonrisa—En serio, muchas gracias...Me has salvado...

Dejó de respirar por unos segundos. No sentía nada. Era cómo si estuviera vacío por dentro.

Todo por un simple contacto.

Entrelazaron sus manos. Eran tan pequeñas y delicadas las manos de Kira comparadas con las de él.

Pero quería más.

Sentir mucho más.

Se separan de inmediato cuando la puerta que comunicaba la casa con el jardín se abrió de golpe.

—¡Papá! ¡Papá! ¡Ya he llegado!—exclamó el pequeño Harry, muy contento y deseoso de abrazar a su padre. Cuando se dio cuenta de que había alguien más, se llevo las manos a la boca, muy avergonzado por no haber saludado—¡Oh! Lo siento, papá...No me he dado cuenta de que había visitas...

Los dos se rieron ante la inocencia del niño.

—Harry, ella es Kira, la hija de tu tío Lawrence...—les presentó Richard, tratando de volver a la realidad.

—Encantada de conocerla, señorita..—saludó el pequeño, cortésmente, cómo si fuera todo un caballero...—Yo soy Harry Brown...

Kira inclinó la cabeza, en señal de saludo.

—¿Dónde está tu madre, Harry?

—Se ha ido con sus amigas a dar una vuelta. Ha venido a recogerme del colegio y a dejarme en casa....

A pesar lo había dicho sin darle mucha importancia a la situación, para Richard sí que lo era.

Las amigas de Lauren eran un grupo de falsas y de hipócritas, que lo único que hacían era ponerse verdes las unas a las otras, cuando no estaban delante, y cuando se reunían, fingían que eran las mejores amigas, se iban a los mejores centros comerciales de la ciudad a despilfarrar dinero en exceso, cómo si les sobrara, comprando cosas absurdas.

El matrimonio Brown tenía mucho dinero pero, para él, eso no era excusa para tirar el dinero y no ahorrar nada.

Más de una vez habían tenido discusiones por eso, pero, al final, lo úrico que conseguían era no llegar a ninguna parte y estar unos días distantes, sin dirigirse la palabra.

Lauren dejó de trabajar como maquilladora profesional ocho años atrás, cuando tuvo a Harry, para cuidar y dedicarse a él. Y no tenia ninguna intención en volver, excusándose en que su hijo cada vez la necesitaba para más cosas.

Kira rompió el silencio que se había formado, levantándose de la silla.

—Adiós chicos, me tengo que ir...—se despidió, dándoles un beso en la mejilla a cada uno.

Richard no dijo nada y solo se limito a cerrar los ojos y a sonreír, cómo si estuviera en

Ninguno de los dos lo sabían pero, pronto, estarían metidos dentro de una gran tormenta de emociones de las que no sabían si iban a poder salir.

Love Me TenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora