Capítulo 30 - Toda acción tiene sus consecuencias

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Pasaron los meses.

Lauren y Richard acabaron divorciándose.

No fue por el hecho de que la hubiera descubierto besándose con otro hombre, fue por el hecho que, después de una larga y seria discusión, se dieron cuenta de que su matrimonio ya no funcionaba y no volvería a ser cómo lo era antes.

No fue un divorcio fácil y mucho menos agradable.

Lauren le exigía una pensión multimillonaria, quedarse con la casa, con los coches y el resto de propiedades que tenían o, de lo contrario, se encargaría personalmente de que nunca más volviera a ver a Harry.

Para su temor, contrató a su hermana para que fuera su abogada, pero, tras muchos juicios y charlas en privado con las presencias de sus abogados, llegaron a un acuerdo.

Al menos contaba con el apoyo de sus seres queridos quienes trataban de ayudarle y de consolarle en todo lo que podía.

Lawrence casi todos los días iba a su casa a hablar de lo que fuera. También le invitaba a pasar el rato en su casa.

Las giras, conciertos y demás asuntos de la banda se habían paralizado temporalmente. Lo más importante ahora era la salud mental de Richard y que él estuviera bien.

Un día, Kira estaba en la casa de la familia Morgan cuidando y jugando con sus hermanos.

Pero estaba distraída.

Era cómo si su mente estuviera en otro sitio y su cuerpo en otro.

No paraba de pensar en lo que había pasado.

Tal vez si hubiera disimulado un poco mejor, las cosas seguirían como eran antes.

A pesar de que no tenía la culpa, se sentía cómo si hubiera sido la detonadora de la ruptura del matrimonio de su tío.

No haba vuelto a verle. Prefería no hacerlo.

Pero todos los besos y muestras de cariño que la había dado era lo que se la venía a la cabeza cuando pensaba en él.

—Kira, ¿estás ahí?

—¿Eh? ¡Ah! ¡Si, si! ¡Claro! ¿Qué pasa?—respondió con una pequeña carcajada, apartando la muñeca que su hermana le había puesto en la cara.

—Le estaba diciendo a Johnny que no veo ningún problema con que mi Barbie se case con su Transformer... ¿A ti qué te parece?

Antes de que pudiera responder, Johnny empezó a reírse a carcajada limpia.

—¿Pero cómo se va a casar mi Optimus Prime con esa rubia tonta? ¡Es que no pegan ni con cola!—comentó, burlándose de Amanda.

La niña frunció el ceño, fulminándolo con la mirada. Sin decir nada, se levantó del suelo y le arrebato de las manos el juguete del Transformer.

Empezó una persecución. Johnny trataba de alcanzar a Amanda pero era mas rápida y lo esquivaba con una facilidad que era difícil de creer que una niña de su edad la tuviera.

—¡Devuélveme mi Optimus Prime!

—¡Cuando pidas perdón y retires lo que has dicho de mi Barbie!

Se viera cómo se viera era muy absurda y divertida la persecución, cómo si fuera una de dibujos animados. Kira trataba de hacer algo pero no podía hacer nada.

Hellen entró al salón con una bandeja que contenía la merienda de sus hijos, quienes pasaron muy deprisa a su lado, casi haciéndola perder el equilibrio.

De no haber sido por Kira es muy probable que se hubiera caído al suelo, esparciendo por todas partes lo que había en la cara.

—¡Ufff! ¡Gracias, Kira! ¡En serio! ¡Muchas gracias!— le agradeció mientras se sentaba en una de las sillas del salón— De no haber sido por ti no me quiero ni imaginar lo que hubiera pasado...

No pudo evitar reírse.

Para fortuna de las dos, Johnny y Amanda habían hecho las paces. Jugaban a que un Max Steel hacía de cura y oficiaba la boda de Barbie y Optimus Prime.

—De nada, Hellen. Es lo menos que podía hacer...

Estaba tan contenta de que se llevara con bien con su madrastra. Había oido casos de gente que se llevaba muy mal con sus padrastros o madrastras, pero para su suerte, ese no era su caso.

Su padre no estaba en su casa.

Estaba con Lars y Robert en casa de Richard, pasando el rato con él.

No la había invitado a que se fuera con él. Pero fue mejor que no lo hiciera. Prefería estar con sus hermanos y con Hellen o en casa de su madre.

Seguía estando muy enfadada con él. Le parecía hipócrita que le estuviera apoyando, haciendo cómo

si nunca se hubiera acostado con Lauren, sembrando el inicio del fin del matrimonio de Richard.

Tampoco había vuelto a ver a Harry desde su cumpleaños. Deseó de todo corazón que le estuvieran yendo bien las cosas y que no estuviera muy afectado por la separación de sus padres.

—¡Ay! ¡Perdóname, cielo! ¡Se me ha olvidado hacerte el café que me habías pedido hace un rato! Si quieres ven conmigo a la cocina que te lo hago en un momento...— recordó Hellen, levantándose—Niños, portaos bien en lo que yo y vuestra hermana estamos en la cocina, ¿me habéis entendido?

Asintieron con la cabeza, comiéndose los sándwiches que les había preparado su madre con todo el cariño del mundo.

—¿Que tal está Richard?—le preguntó, tratando de iniciar un tema de conversación, deseando saber más cosas de él.

—Por lo que me cuenta tu padre, que es el que más va a verle, parece ser que bien. Cómo es lógico a veces esta mal. Pero bueno, supongo que es lo normal en estos casos. Son muchos años de matrimonio con un niño pequeño al que quiere más que a nada en este mundo...

Tragó saliva pesadamente, sintiéndose mas culpable que nunca.

—Todo por mi culpa...

—¿Por qué dices eso?

Hellen había dejado de preparar el café y la estaba mirando, esperando una explicación.

—En el día del cumpleaños de Harry, pillé a Lauren besándose con otro hombre. Me quedé paralizada, incapaz de decir nada. Richard me vio y la pilló también. Si me hubiera callado y hecho como si nada hubiera pasado, él nunca habría descubierto nada. La culpa que siento no para de carcomerme por dentro...

La ex-conejita soltó un pequeño suspiro, se acercó a ella y apoyó las manos en sus hombros.

—Kira, todo pasa por algo. Pero escúchame bien lo que te voy a decir. Tú no tienes la culpa de que Richard y Lauren se hayan divorciado, ¿vale? Toda acción tiene sus consecuencias. Y aunque hubieras hecho cómo si nada hubiera pasado, su matrimonio ya estaba roto desde que Lauren decidió besarse con ese hombre. A veces, por mucho que se quiera cambiar el destino es imposible e inevitable. Piensa que todo pasa por algo y que Richard tarde o temprano estará bien. Le conozco de hace muchos años y sé lo fuerte que es. Créeme. Y tú ya no te comas más la cabeza con eso. Eres joven y tienes toda una vida plena y llena por delante para disfrutarla, no para lamentarte y sufrir...

Sonrió y la dio un fuerte abrazo.

Hellen era una mujer muy sabia e inteligente que sabía decir las palabras perfectas en el momento adecuado.

—Gracias, Hellen...

—De nada, cariño...

La dio un abrazo y un beso en la cabeza. 

Love Me TenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora