Capítulo 16 - Gestos inocentes

3 1 0
                                    

—Mamá, me gustaría ir, pero estoy trabajando como niñera de mis hermanos...

Ante el rechazo de la propuesta, Richard respiró profundamente.

No se iría, al menos de momento.

—¡Oh! ¡Es verdad, cariño! ¡Se me olvidaba! ¡Que cabeza la mía!—rió Charlotte con una sonrisa— Bueno, si no puedes venir seré yo la que vaya a ver a mi niña...Ya le he dicho a Ross, mi mánager, que empiece a ver algunos alquileres de pisos en Nueva York...

—¿Lo dices en serio?

—Claro que si, mi vida. Hace mucho que no nos vemos y no pasamos tiempo juntas. Pero me temo que tendrás que esperar un poco, me faltan unas entrevistas por dar pero en cuanto las haga volveré y cumpliré con mi promesa...

—Aquí te estaré esperando con los brazos abiertos, mamá. Todo el tiempo que haga falta...

Charlotte quería remedir todos los errores que había cometido con su hija, a la que quería más que a ella misma, por lo que había tomado la decisión de irse a vivir temporalmente a Nueva York.

Después de que se fuera, Richard no tardó en acercarse a Kira.

—¿Qué tal? ¿Todo bien?—preguntó el cantante, que a pesar de oír toda la conversación, quería hablar de lo que fuera para aliviar un poco la tensión que se había formado entre los dos antes.

—¡Sí, sí, sí!—gritó de felicidad—¡Mi madre ha venido a verme y va a volver muy pronto!

Sonrió al ver la euforia y la felicidad de la chica, fue una de las pocas veces que la había visto así desde que llegó.

—¡Kira!—exclamó Amanda al ver a su hermana mayor que los había ido a buscar al colegio junto a su tío.

Kira y Richard habían estado esperado toda la mañana a que los niños salieran. Ese breve momento en la cocina los había dejado muy incómodos y tenían que hacer cómo si nada hubiera pasado.

Fueron a comer a un restaurante, por propuesta de Richard. Todos aceptaron. Sin embargo, no podía dejar de pensar en lo que paso en aquella cocina y quería estar lejos de la casa de la familia Morgan.

Su plan falló estrepitosamente. El detonante de que estuviera a punto de cometer una locura, no fue causado por la casa o la cocina de Lawrence, era por la persona que estaba sentada a su lado, hablando de vez en cuando con sus hermanos o con Harry.

Apenas había probado bocado de su comida, solo podía fijarse en ella.

—Papá, ¿cuánto tiempo te vas a quedar?—le preguntó su hijo, sacándolo de sus pensamientos.

—¿Eh? ¡Ah, si! Una semana...—contestó, un poco aletargado, pero disimuló regalándole una tímida sonrisa—Y no te preocupes por el tío Lawrence, él está muy bien con los tíos Lars y Robert...

Kira agachó la cabeza al oír el nombre de su padre, bueno o de ese hombre con el que compartía un vínculo genético y que la había pedido que le dejara de llamar papá.

Sentía como sus ojos se inundaban de lágrimas. Sabía que su odio y sus desprecios aumentarían más si se entera que sentía algo por su mejor amigo.

Richard, quién seguía mirándola, se dio cuenta de su reacción al oír el nombre del guitarrista y sintió la necesidad de consolarla, pero con los niños delante no podía hacerlo, así que lo único que se le ocurrió hacer fue poner la mano sobre su muslo, apretar un poco y guiñar un ojo.

Gestos inocentes que pretendían ser de consuelo pero que Kira no lo tomó de esa manera.

Love Me TenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora