Capítulo 34 - ¿En verdad no te gustaría?

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Desde ese momento, se volvieron amantes.

Solían reunirse en la casa de Richard para hablar, besarse y finalmente tener sexo.

Muchas veces, después de hacerlo solían poner música para amenizar el ambiente. Cuando oían música de Elvis Presley no podían evitar sonreír. Mucho más cuando sonaba "Love Me Tender", su nueva canción favorita y que creían que definía muy bien su amor.

Ninguno de los dos había dicho nada a nadie de su relación clandestina y secreta. Tampoco nadie parecía sospechar de ello.

Ya no les importaba nada, solo consumar, lo que ellos llamaban, su "amor prohibido y secreto" a espaldas de los demás y cuando Harry no estaba pasando la semana en casa de su padre.

El estado de ánimo de Richard había cambiado bastante. Estaba más feliz que nunca, tal y cómo lo era antes.

Cuando le preguntaban el motivo de su felicidad, obviamente mentía y lo achacaba al hecho de que era gracias a la terapia psicológica.

Un día, después de hacer el amor apasionadamente, Kira se miró atentamente en el espejo de la habitación, empezando a mover sus manos por todo su vientre y a hacer poses como si estuviera en una sesión fotográfica, sonriendo tontamente.

—¿Qué haces?—le preguntó Richard mientras se ponía la ropa.

—Me imaginaba cómo me vería si estuviera embarazada...

Oyó detrás de ella, cómo se reía.
—Pero que cosas dices, Kira. Eres demasiado joven para tener hijos y yo demasiado viejo para tener uno.

—Lo sé, lo sé. Pero imagínate cómo se vería un bebé nuestro...—fantaseó con una gran sonrisa de felicidad. Se apoyó sobre la cama, inclinando la cabeza, haciendo que sus narices estuvieran muy juntas—No me digas que no te gustaría que hubiera algún día un bebé tuyo creciendo dentro de mí...

Levantó la mirada, observándola con atención.

Comenzó a pensar en muchas cosas, dándose cuenta de que, en el fondo, no podía esperar para tener un hijo con ella.

Se recostó, imaginando a Kira en una camilla de hospital, con el vientre hinchado, gritando obscenidades sobre él y rodeados de médicos y enfermeras.

Solo de fantasear en eso le hacía sentir extrañamente feliz. Obviamente no lo tendrían ya, si esperaban un poco y todo seguía yendo tan bien, podrían intentarlo.

Tenía grabado a fuego el mejor día de su vida. El nacimiento de su hijo.

Fue un parto complicado. Al final, gracias a la maniobra de Kristeller y los fórceps, pudo nacer Harry.

Richard nunca creía que podía querer tanto a alguien hasta que se lo dieron en sus brazos, envuelto en una manta y con su cabeza coronada por un gorro de rayas azul y rosa.

Era tan pequeño, tan frágil, tan perfecto y tan bello. No podía creerse que esa pequeña cosita era su hijo.

Harry estaba despierto, sorpresivamente calmado, con sus ojos negros parpadeando lentamente y con su pequeña boca abierta, mirando con asombro el mundo que le rodeaba y al hombre que lo estaba sujetando.

Cuando sus ojos se encontraron con los suyos, sintió una paz y una alegría inexplicable, que eran casi un mareo.

Le hubiera gustado tener más hijos pero Lauren al poco tiempo de embarazarse sufría abortos espontáneos. Nadie nunca les pudo dar una explicación del por qué. En su último aborto, uno de

casi tres meses de gestación, les recomendaron que pararan de intentar tener más hijos o si no, la salud de Lauren se vería seriamente afectada y podría no contarlo la próxima vez.

Para Richard fue un duro golpe, pero con el tiempo acabó aceptando su situación y dándose cuenta de que la vida, Dios o quién fuera ya le había dado el mejor regalo de su vida, su hijo Harry.

Muchas personas no habían podido tener hijos pero él sí, por lo que no podía quejarse de ello.

Cuando volvió a la realidad se dio cuenta de que Kira lo estaba mirando fijamente, esperando alguna respuesta suya.

—Bueno...Vale...No te niego que no me gustaría...Pero poco a poco, ¿vale? Para cuando tengamos hijos yo ya no seré padre, sino casi un abuelo...

—Pues serías un abuelo muy sexy...—replicó con una pequeña risa pícara.

Love Me TenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora