Capítulo 28: No estuvo mal

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Minjeong miraba el reloj del pasillo. El tik tak constante de la aguja retumbaba en toda la zona, todos los alumnos estaban en sus aulas y ella era la única que permanecía en aquel pasillo.

El tik tak frenó y sonó la alarma de fin de clase. La gente empezó a salir del aula con rapidez, Minjeong mientras la esperaba con los brazos cruzados un tanto nerviosa.

Miraba curiosa, intentaba buscarla con la mirada, pasaron diez minutos y no salía, eso la dejó confundida. Hasta que al final salió del aula y Minjeong se acercó a ella con rapidez.

—¿Cómo fue?

Karina estaba cabizbaja. Le dio una mirada triste a su novia, esta habló de nuevo.

—Bueno... No pasa nada Karina, hay recuperaciones y...

—¡He aprobado! —exclamó.

Minjeong alzó las cejas al mismo momento que su sonrisa crecía en el rostro.

—¡¿Sí?! ¡Sabía que lo ibas a bordar!

La morena alzó a su novia en brazos celebrando, Karina empezó a reir. Al bajarla le dio un besito corto en los labios.

—Estaba tan nerviosa... El profesor no dejaba de dar vueltas al rededor mía. Al final le pedí que me mirara el examen antes de irse, por eso tardé más.

—Me alegro tanto, Karina.

—Jo, estoy super feliz —dijo emocionada.

—Supongo que entonces te esta gustando la carrera —la miró curiosa.

—Sí, eso creo. Al principio me generaba rechazo, ahora creo que le puedo coger el gusto a esto.

—Sabes que me tienes aquí para lo que sea —sonreí.

Ambas salieron del pasillo hasta llegar a la puerta principal del centro.

—Lo sé, bebé. Estaba pensando en que mis 6 meses de hiatus van a acabar dentro de un par de meses, mi padre me dijo que podía estudiar en casa pero... —suspiró—. Creo que no quiero.

Minjeong frenó sorprendida.

—¿Quieres seguir estudiando?

—Me gustaría terminar la carrera aquí contigo y con las chicas, como una persona normal.

Minjeong sonrió.

—Sabes que tendrías que alargar tu marcha unos tres años más, ¿verdad?

—Sí, lo sé... Pero algo de mí me dice que me van a apoyar en esto.

—Con mi apoyo puedes contar ya, cariño.

—Lo sé —Karina le dio un pequeño besó en los labios.

Karina no quería abandonar la música, lo que quería era compaginarlo. La música se crea, se canta, se hace, y aunque te quite tiempo personal debes hacerlo porque quieres hacerlo, no por obligación. Karina continuaría creando música, estando junto a sus fans y seguidores, pero antes quería acabar la carrera de moda de la manera más natural posible. Siendo una persona con una vida normal.

***

Eran las siete de la tarde. Karina acababa de salir de la ducha, estaba arreglándose en su habitación para la cena en casa de Minjeong. Iba a conocer a sus padres y eso la ponía tensa aunque no quisiera decirlo. Era la primera vez que tenía una relación con alguien y nunca había experimentado lo que era ver a tus suegros e interactuar con ellos.

Karina había optado por un vestido azul oscuro ajustado, era elegante pero tampoco muy llamativo. Lo justo para quedarse sorprendida al verlo. Se había puesto el pelo suelto con ondulaciones, le hacía el cabello mucho mas voluminoso.

El padre de Karina llamó a la puerta que estaba entornada.

—¿Puedo?

—Claro papá. Pensaba que te habías ido ya.

—No, aun no. Creo que me quedaré unas semanas.

Karina le miró a través del espejo, esbozó una sonrisa.

—Eso esta genial —dijo sonriendo.

Karina se había terminado de poner el collar.

—Estas guapísima. ¿Vas a ver a Minjeong?

—¿Cómo lo sabes?

—Llámalo intuición.

Su padre se apoyó en la puerta y sonrió.

—Has cambiado mucho.

—¿Lo hice? —preguntó poniéndose el pendiente.

—Sí, desde que empezaste la universidad te noto diferente... Más feliz.

—Porque lo estoy, papá. Es raro de explicar —sonrió.

—Me alegra escuchar eso —él sonrió—. ¿Puede ser que esa chica tenga algo que ver?

—Puede ser... —respondió mirando a su padre.

—Te sienta bien estar feliz.

Karina sonrió cabizbaja. Ver a su padre tratarla así le hacía recordar a aquellos tiempos cuando su madre aun seguia aquí.

Su padre iba a marcharse, pero Karina habló frenándole de golpe.

—He aprobado el examen de diseño de moda.

Su padre entreabrió los labios y sonrió de inmediato.

—¡Eso es genial! —exclamó—. Era mi asignatura favorita en la universidad.

Karina sonrió.

—Yo quería preguntarte algo, papá.

La rubia se giró hacia su padre dándole el frente esta vez. Tragó saliva.

—¿Estaría bien si quisiera seguir estudiando en el centro?

Su padre se quedó en silencio unos segundos, intentaba analizar lo que le acababa de decir.

—¿Quieres quedarte estudiando los cuatro años?

—¿Estaría bien eso? —preguntó con miedo.

—Cariño, cualquier respuesta estaría bien. Si es lo que quieres hacer, entonces estaría bien.

—¿Y mi carrera?

—Eres joven, aún tienes toda la vida por delante. Eres buena en lo que haces y lo seguirás siendo ahora o en diez años.

Sonreí genuinamente.

—Gracias papá.

Karina sonrió y asintió.

—Me hace feliz saber que te esta gustando la carrera.

—Que no se te suba —bromeó golpeándole el hombro.

Su padre rió y, antes de irse y cerrar la puerta, dijo una última cosa.

—No estuvo mal aquella fiesta de máscaras después de todo, ¿no? —sonrió.

Para nada, papá, pensó Karina. Para nada.

The Only Exception | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora