Capítulo 30: One of the girls

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Minjeong

Echaba tanto de menos a mis padres que en el momento que estuve sentada en nuestra mesa del salón, con papá y mamá frente a mí y Karina a mi lado, me dieron ganas de ponerme a llorar en ese mismo instante. Me sentí feliz, llena, como si cualquier problema fuera insignificante.

La cena fue genial, por alguna razón mis padres adoraron a Karina al instante y eso que solo la conocían de hace un par de horas, aunque no me extrañaba, Karina era un amor con todo el mundo. Se nota en la mirada de mi madre que le cae bien y era algo que temía, nunca le había presentado a nadie a mis padres, pues yo nunca tuve pareja formal, así que estaba muerta de los nervios.

Y cuando creía que la cena había ido bien, que todo esta perfecto, surgió la Ley de Murphy... Pero esta vez a la inversa.

—Cariño, tenemos algo que decirte —comentó papá—. ¿Se lo dices tú?

—No, díselo tú —respondió mi madre.

—Que lo diga alguno que me estáis poniendo nerviosa —bromeé.

En efecto, me estaban poniendo nerviosa con tanta incertidumbre.

—Esta bien... —habló mi padre—. Bueno, hemos estado hablando con nuestro buffete y hay muchos clientes que se han tenido que cambiar de centro...

—Y también intentamos cuadrar fechas pero la cosa seguía complicada —añadió mi madre.

—¿Y?

Realmente iba a ser la visita de mis padres más corta del mundo. Tiempo record.

—Y tu madre y yo hemos decidido quedarnos en la ciudad unos largos meses, quizá un año.

Fruncí el ceño. Mis labios se entreabrieron sin emitir sonido. ¿Qué?

—¿Es en serio...? ¿Cómo? —dije muy confundida—. El buffete...

—Tenemos a gente por todo el mundo prácticamente, pueden cubrirnos. Ya tenemos un buffete Kim aquí en la ciudad y apenas estamos, así que es momento de sacarle partido.

Esbocé una sonrisa sin creerme lo que estaba sucediendo.

—¿Por qué ahora?

—Queríamos pasar mas tiempo contigo, cariño.

Recuerdo que en ese momento quise ponerme a llorar de la alegría. Mis padres no estaban acostumbrados a verme así, tan emocionada, y no quería llorar en ese momento pero me sentí feliz. Me sentí como cualquier niña el día de navidad después de recibir todos sus regalos.

Tras la cena Karina se despidió de mis padres mientras yo aún seguía con el subidón de felicidad aunque intentara frenarlo.

Al despedirnos terminé de confirmarme por la mirada de mis padres que Karina les había gustado bastante, además de que la habían cuidado mucho en toda la noche, no noté incomodidad o comentarios fuera de lo normal. Fue todo fuido y lo agradecí millones.

Fui con Karina al coche y se subió en el asiento de copiloto. Al encender el motor del coche la música empezó a reproducirse, pero entonces paré el motor... Y la musica no cesó.

—¿Qué te han parecido? —pregunté con miedo.

Ella esbozó una sonrisa.

—Adoro a tus padres.

Sonreí y me giré a mirarla.

—¿De verdad?

—No tengo ninguna duda. Han sido encantadores, no me los imaginaba así... Los imaginaba más...

—¿Reservados?

—Algo así —sonrió—. ¿Estas feliz? —me guiñó.

Alcé las cejas.

—¿Yo?

—Conmigo no tienes que fingir, vi tu cara al escuchar como te decían que se quedarían mas tiempo aquí. Puedo imaginar lo que estas sintiendo.

En ese momento la radio reprodujo esa maldita canción. La canción que lo empezó todo. Mi vello se erizó por completo al escuchar los primeros acordes.

One of the girls — The Weeknd.

Me quedé observándola unos segundos, en el fondo no me sorprendía nada que Karina pudiera leerme tan bien... Tanto que asustaba. Suspiré al sentirme rendida y me llevé las manos al rostro. Fue en ese momento cuando por fin, después de toda la noche, noté mis lágrimas empezar a caer por mis mejillas.

—Mi amor... —me dijo acercándose a mí.

Me abrazó como pudo y atrajo mi cabeza a su hombro, yo simplemente me abracé a ella mientras lloraba sin apenas darme cuenta.

No lloraba de tristeza, lloraba de felicidad... Pero era algo tan inexplicable para mí que tampoco sabía como debía expresarlo. Lo único que tenía claro es que necesitaba desahogar ese nudo que estaba en mi garganta.

—Llora todo lo que necesites... —me susurró.

Me separé de ella poco a poco y me miró a los ojos. Su sonrisa plasmada en el rostro la hacía ver aún mas reluciente de lo que era, me di cuenta que su lunar del labio me llamaba la atención como el primer día.

La canción seguía sonando y me preguntaba si ella la recordaría tanto como yo...

Ella llevó sus pulgares a mis mejillas y me secó las lágrimas.

—¿Mejor? —preguntó. Asentí.

—No lloro de tristeza...

—Lo sé, Min. Lo sé perfectamente.

Asentí de nuevo, me acerqué a sus labios y la besé despacio.

—Hacia años que no sentía la sensación que tuve en la cena, Karina. Era tanto tiempo que había olvidado cómo se sentía.

Karina sonrió.

—Me alegra que vuelvas a tenerla de nuevo.

—Gracias.

Ella rió levemente.

—No me des las gracias por eso, tonta.

—No, no es solo por eso. Desde que apareciste en mi vida siento que ha dado un giro por completo —negué con la cabeza—. No se como explicar esto. Siento que contigo todo va a ir bien.

Su sonrisa creció en el rostro y creo que fue lo más bonito que había visto en mucho tiempo.

—No quería hacer esto en un coche, frente a la puerta de mi casa y sin poder alzarte en peso —ella rió, pero notaba que no estaba entendiendo nada.

—Minjeong...

—No voy a pedirte matrimonio, no aún —respondí riendo, sabía perfectamente lo que estaba pensando—. ¿Recuerdas esta canción? —pregunté.

Ella se ruborizó y me miró a los ojos.

—Claro que la recuerdo.

—Bien, porque fue la mejor noche de mi vida.

Lock me up and throw away the key
She knows how to get the best out of me
I'm no fools for the world to see
Trade my whole life just to be

Karina tragó saliva al escucharme decir aquello, acompañado del puente final de la canción. Hablé de nuevo.

—Te prometo, —me llevé la mano al pecho—, te juro que voy a hacerte feliz toda la vida, siempre y cuando tu me lo permitas. Y si me das el honor de permanecer en tu vida, te voy a querer cada día, cada noche y cada segundo que tiene el día en sus veinticuatro horas.

Sus ojos, llenos de lágrimas, brillaban más que nunca. Ella llevó sus manos a mi rostro y me acarició muy despacio, sin decir nada. Cerré los ojos mientras escuchaba los latidos de mi corazón.

Entonces escuché su voz.

—Hazme feliz toda la vida, Kim Minjeong.

I just wanna be one of your girls tonight.

The Only Exception | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora