cap 8

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Me encantaba mi habitación, siempre me encantó decorar, madre siempre ponía a mi disposición los servicios de una decoradora profesional, una de las mas exitosas de toda Sicilia.

Las habitaciones de estilo italiano son espaciosa y lujosa, la mía en particular estaba decorada con elegancia y buen gusto.

Las paredes están cubiertas de un suave color beige, realzando los tonos cálidos del mobiliario de madera tallada a mano.

El tocador y los espejos ornamentados brindan un ambiente de opulencia y feminidad.

A través de las amplias ventanas se puede apreciar la impresionante vista del atardecer italiano. El cielo se tiñe de tonos dorados y salmón, creando una paleta de colores fascinante.

Los rayos del sol, en su descenso hacia el horizonte, iluminan suavemente la habitación, inundándola de una cálida y dorada luz. Los tejidos delicados de las cortinas, de un suave color crema, se agitan suavemente al ritmo de la suave brisa, creando una sensación de calma y serenidad.

Tomandome unos momentos para apreciar del hermoso atardecer,me encuentro sentada en una silla de terciopelo rosa pálido frente al tocador.

Con una elegante bata de seda, disfrutando del espectáculo celestial que se desarrolla ante mis ojos,  observo el atardecer con una expresión de admiración y paz.

Mi rostro es iluminado por la luz tenue y cálida que refleja una felicidad serena.

El aroma de las flores frescas, colocadas en un jarrón de cristal en el alféizar de la ventana, impregna la habitación con una fragancia embriagadora y delicada.

Mientras el sol se hunde lentamente en el horizonte, suspiro de satisfacción , me  levanto del  tocador.

Con pasos ligeros me acerco a la ventana y, con delicadeza, abro las cortinas para disfrutar plenamente del paisaje.

Se que suena una tontería, pero me encantan los atardeceres , es algo mágico, me transmiten serenidad y momentos como estos son fugaces.

El cielo se torna gradualmente más oscuro, revelando millones de estrellas titilantes. La luna llena asciende majestuosamente, esparciendo su luz plateada sobre el paisaje.

Me recuesto en un lujoso diván junto a la ventana, embriagada por la belleza de la naturaleza y el lujo que la rodea. el ambiente se siente en armonía con el mundo, con la sencillez y magnificencia del atardecer italiano.

Después de admirar ese momento cargado de paz, era hora de tomar una ducha caliente y refrescante, necesitaba ponerme guapa, la mayoría de las fiestas a las que asistía no eran del todo divertidas ni estaban llenas de adolescentes ebrios y hormonales.

La mayoría de las veces eran cenas y galas de maleantes o narcotraficantes con gran poder y dinero, se gastaban toda la plata en un baile por todo lo alto, así que eso no contaba y embriagarme en la académia vestida de cadete tampoco era una buena fiesta, era la primera fiesta a la que asistía después de haber regresado al mundo real por decirlo así, solo quería una noche, una noche donde pudiera parecer una chica normal.

Con energía y entusiasmo, me colocó enfrente del espejo , Llevo puesto un cómodo albornoz y  cabello aún está húmedo.

-¡Es hora de ponerme guapa para la fiesta!- me dije para mi misma.

Frente al espejo iluminado, saco una base de maquillaje. Con movimientos suaves y precisos, aplico la base en mi  piel, obteniendo un acabado uniforme y radiante.

A continuación, decido enfocarme en mis ojos. Tomo una paleta de sombras de colores vibrantes y mezclo tonos cálidos en el párpado. Utilizo una brocha para difuminar los colores, logrando un efecto ahumado que resalta mis ojos azules.

Besos En Sangre [+18] Libro#1 Saga Dominante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora